Octubre incierto en Honduras

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Como si de una telenovela se tratara, uno de esos culebrones que mantienen a familias enteras en una especie de estado hipnótico ante las pantallas de sus televisores, así viven muchos de mis compatriotas esperando siempre las noticias de última hora, las más recientes y escandalosas revelaciones de los extraditados cabecillas del narcotráfico en los tribunales de Nueva York.  Cada día, miles de hondureños amanecen ansiosos por conocer lo sucedido el día anterior en las cortes neoyorquinas. La ansiedad los envuelve y mantiene en estado de hipnosis colectiva.

Las razones, por supuesto, son diferentes en cada caso. Algunos, la mayoría, sucumben a un cierto morbo general, en el que se entremezclan en dosis variopintas tanto la curiosidad como el deseo de que tal o cual político, funcionario o legislador, aparezca mencionado y, por lo tanto, involucrado en el laberinto judicial y, eventualmente, sea llamado a declarar o solicitado en extradición. Otros, la minoría, sabedores de sus anteriores andanzas de la mano con el crimen organizado, esperan temblorosos, casi en estado de pánico, la mala noticia que incluya su nombre en la lista de los apestados.  Cada quien con su razón a cuestas, unos para alegrarse y otros para comprender finalmente que se les arruinó la vida.

En el fondo, todos ellos, al margen de sus distintas motivaciones personales, tienen algo en común: todos esperan que la solución para sus vidas venga de fuera, desde los pasillos judiciales de los tribunales norteamericanos. Hay una tendencia, cada vez más arraigada, a confiar demasiado en las soluciones externas y depositar el destino del país en manos ajenas, tan distantes como indiferentes. Son demasiados los compatriotas que depositan todas sus esperanzas en lo que sucederá a partir del mes de octubre, cuando inicie la fase definitiva del juicio contra Juan Antonio “Tony” Hernández, el hermano menor del inquilino ilegal de la Casa Presidencial.

Los opositores, muchos de ellos, creen que la solución vendrá de Washington y que la eventual salida del gobernante se producirá por obra y gracia de una decisión judicial de un juez estadounidense. No hay confianza alguna en nuestras propias fuerzas, en la dinámica interna que debe convertirse en avalancha de rechazo y mazazo definitivo contra el régimen autoritario y avasallador. Quienes confían demasiado en la fórmula externa, bien puede ser que se lleven una decepción tan grande como su endeble esperanza. Es el riesgo que corren y la ilusión a la que se aferran.

Los otros, los que viven atrapados en la angustia cotidiana de acabar sus días en una cárcel extranjera, también están pendientes de lo que sucederá a partir del fatídico octubre. Esperan, en ansia contenida, las listas de involucrados y de desdichados candidatos a una futura y terrible extradición.

Octubre, pues, se ha convertido en un mes clave, lleno de significado y de incertidumbre. Pero, además, octubre tiene su propia simbología en el calendario hondureño. En este mes se celebra el Día del Soldado, en homenaje al nacimiento del General Francisco Morazán (03/X/ 1792); también se festeja el Día de las Fuerzas Armadas, en dudoso “honor” a la revuelta armada que dio al traste con el gobierno de Julio Lozano el 21 de octubre del año 1956. Y, por si fuera poco, en este mes se cumple también un aniversario más del sangriento golpe de Estado que los militares de entonces llevaron a cabo para derrocar al gobierno liberal de Ramón Villeda Morales. O sea, pues, que octubre es un mes de tambores y de sables, de homenajes indebidos y de recuerdos sangrientos.

Y para cerrar con broche de oro, en esta ocasión octubre es también un tiempo cargado de amenazas y nubarrones. El día 02 comenzará la fase decisiva del juicio al hermano menor y muchos son los que esperan nuevas revelaciones y escandalosos hallazgos. A lo mejor tienen razón. O, de pronto, no pasa nada novedoso y todo se reduce a una historia ya contada y hace mucho tiempo conocida, la historia del narcotráfico en un Estado degradado.

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Víctor Meza
Víctor Meza
Escritor y catedrático hondureño; columnista, politólogo y analista de la realidad latinoamericana
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