Lo que comenzó como una colaboración estratégica entre dos de las figuras más influyentes de Estados Unidos —Elon Musk, el magnate tecnológico, y Donald Trump, actual presidente— ha evolucionado en una guerra abierta con consecuencias que podrían alterar no solo el equilibrio de poder en Washington, sino también el futuro de la industria tecnológica, la política fiscal y la credibilidad del sistema judicial estadounidense.
Una ruptura anunciada
La alianza entre Trump y Musk, aunque siempre incómoda y pragmática, se rompió formalmente hace semanas, cuando Elon Musk fue excluido del círculo de asesores informales del presidente. Según fuentes del Capitolio y del entorno empresarial, la ruptura se debió a desacuerdos irreconciliables en torno a políticas fiscales, subvenciones gubernamentales y la supuesta conducta personal del empresario, incluida la sospecha de consumo de sustancias ilícitas que habría sido señalada internamente por funcionarios de la Casa Blanca.
Musk no tardó en reaccionar. A través de su red social X (anteriormente Twitter), el CEO de Tesla y SpaceX arremetió contra el presidente con una publicación explosiva:
“Los archivos de Epstein no son secretos. Todos lo saben. Ahí está Trump. Lo grave es que siguen bloqueando su publicación. ¿Por qué?”
Esta insinuación de que Trump estaría implicado en el encubrimiento del caso Epstein, sumada al contexto de una creciente tensión entre ambos, desató una tormenta mediática y política.
Trump responde con fuerza: castigo económico.
El equipo de Trump reaccionó de inmediato. En declaraciones desde la Oficina Oval, el presidente calificó los comentarios de Musk como “una traición total” y anunció la revisión inmediata de todos los contratos gubernamentales con las empresas de Musk, incluyendo Tesla, SpaceX, Neuralink y Starlink, muchas de las cuales dependen de fondos federales para su expansión e investigación.”No sé si seguiremos teniendo una buena relación con el señor Musk. Lo que ha hecho es imperdonable. Vamos a replantearnos completamente los subsidios que recibe”, afirmó Trump.
La noticia provocó una caída abrupta en los mercados: Tesla perdió más del 14% de su valor bursátil, mientras que las acciones de Trump Media & Technology Group también descendieron un 8%, en medio del nerviosismo por una posible filtración de documentos judiciales relacionados con Epstein.
Musk contraataca: poder e influencia
Lejos de replegarse, Musk continuó su ofensiva. En otra publicación, afirmó que Trump nunca habría ganado las elecciones de 2024 sin su respaldo y sugirió que podría lanzar un nuevo movimiento político independiente, destinado a representar a ese “80% de estadounidenses que no se sienten identificados ni con los extremos ni con la corrupción sistémica”.
“Lo ayudé a ganar. Sin mi plataforma, sin mi red de influencia, no habría llegado. Que no lo olvide.
“Esta declaración ha sido interpretada por analistas como una amenaza directa a la maquinaria política de Trump, y un recordatorio del peso que Musk todavía tiene entre los votantes independientes, jóvenes y tecnócratas.
La sombra de Epstein: ¿se publicarán los archivos?
El detonante más delicado de esta disputa gira en torno a los archivos judiciales del caso Jeffrey Epstein, de los cuales solo una parte ha sido revelada al público. Musk afirma que Trump figura en esos documentos, mientras que aliados del presidente niegan cualquier vínculo comprometedores. Sin embargo, lo que ha generado mayor controversia es la afirmación de Musk de que la Casa Blanca está interviniendo para bloquear la publicación completa de esos archivos.
Legisladores demócratas y algunos republicanos moderados han exigido una investigación independiente para determinar si hubo presión política sobre el sistema judicial. Algunos medios internacionales, como The Guardian y El País, han comenzado a publicar extractos filtrados de esos documentos, elevando aún más la tensión.
Una guerra de titanes con consecuencias globales
Lo que estamos presenciando no es solo un choque de egos. Es una batalla por el control de los flujos de poder en EE. UU., donde los intereses corporativos, los secretos judiciales, la política fiscal y la moral pública están profundamente entrelazados. Trump representa el populismo político conservador que domina Washington; Musk, el poder disruptivo de la nueva aristocracia tecnológica, que ya no teme desafiar al sistema.
Ambos se acusan mutuamente de corrupción, chantaje y traición. Ambos se necesitan —y a la vez se detestan. Y lo más preocupante: ambos están dispuestos a usar todos los recursos a su alcance, incluyendo el aparato mediático, las plataformas digitales y los contratos gubernamentales, para destruirse mutuamente
¿Qué Sigue?
Musk podría filtrar información aún más sensible si las amenazas de Trump continúan.
El Congreso debatirá si se debe forzar la publicación total de los archivos de Epstein.
Wall Street teme una guerra prolongada que afecte contratos clave de defensa y tecnología.
Votantes republicanos comienzan a dividirse entre lealtades al presidente o al magnate.
Este enfrentamiento apenas comienza, pero ya amenaza con redefinir los límites del poder político y empresarial en Estados Unidos. La pregunta que todos se hacen es: ¿quién caerá primero?
