Si, fue verdad hubo cosas diferentes, como la invitación general al pueblo salvadoreño; la deferencia al pueblo al iniciar los saludos; la utilización del lenguaje de señas por el mandatario entrante, la emotividad del discurso y otras cosas más que desde el punto de vista generalizado estuvieron bien.
Pero hay algo que fue tradicional y es, el olvido de que nuestra República por mandato constitucional es Laica, la tónica ha sido que el desenvolvimiento de los funcionarios al asumir un cargo público, sea este de elección popular o nombrados, sea actuar como si están en una Teocracia, sus palabras están plagadas de invocaciones religiosas y sus acciones, como jurar sobre un libro religioso y no sobre la Constitución como debería de ser, son excluyentes de sectores de la población que no se identifican con las religiones representadas en el acto y de otras tantas personas que sin ser creyentes de ninguna no dejan de ser parte de la población que conforma el Estado y por consiguiente con los derechos que devienen de las leyes de la República.
La presidencia como el ente que preside la institución del Estado no debe marginar a nadie y si bien es cierto que el artículo 25 de la Constitución garantiza el libre ejercicio de todas las religiones, no dice que el Estado se debe identificar con alguna o algunas de ellas porque eso, deslegitima la neutralidad que debe de tener para ser verdaderamente la garantía de todas las libertades ciudadanas incluida la religiosa.
Creo que una forma de aportar a quienes conducen el Estado es decir con el respeto debido lo que no es correcto de acuerdo a nuestras leyes, así como apoyar lo correcto cuando se cumple con lo establecido en la Constitución de la República que es la garantía para respetar y defender el Estado de Derecho.
Personalmente me sumo a las personas que desean que al nuevo mandatario y a los funcionarios por él nombrados, le vaya bien en el desempeño de sus responsabilidades y que sean consecuentes con lo prometido sobre todo en lo relacionado con la justicia igualitaria, la erradicación de la corrupción y la defensa de los Derechos Humanos de la población, porque si es así, nuestro país poco a poco ira saliendo de la negatividad heredada por anteriores gobiernos.
Sería saludable para nuestra patria, que el Presidente Nayib Bukele tenga la capacidad de escuchar no solo lo que le gustaría oír, siempre habrán quienes lo hagan, también debe oír otros razonamientos que le permitan valorar las situaciones desde todas las aristas del fenómeno para implementar decisiones y directrices que respondan a las expectativas de toda la nación.
Mis mejores deseos para el éxito de su gestión y de todas las personas que lo acompañaran en ella.