Los indígenas amazónicos tienen un conjunto de costumbres y normas sexuales que guardan relación con las leyes de la naturaleza, con el equilibrio ecológico, la ética social y la equidad en la reproducción del género humano. Las prácticas sexuales de las culturas amazónicas son importantes que las conozcamos, no para quitarle su intimidad y sacralizar el centro de su vida mítico-social, sino ante todo para que todos aprendamos de ellos algunas lecciones ya olvidadas.
Sexualidad y familia
Los indígenas de la Amazonía viven en su mayoría unidos en familia poligínicas compuesta por un hombre, dos o tres mujeres y tres hijos promedio por cada una de las esposas. La familia es básicamente la unidad social y económica que puede entenderse en dos versiones: la nuclear ya descrita y la familia extensa, que además del padre, la madre y los hijos se le aumenta la pertenencia de suegros, cuñados hermanos y otros familiares. La familia nuclear vive en una sola casa, donde cada esposa y sus respectivos hijos tienen un lugar en ella y el hombre vive al centro de todas. Para completar la familia extensa los parientes se instalan en casas contiguas y el sistema de reciprocidad funciona en todas los procesos de la actividad cotidiana. Entre los chacobos del río Ivon la familia extensa constituye una especie de institución fiscalizadora; los hombres que no están emparentados con una familia “líder” normalmente abandonan su perímetro de influencia.
Las leyes indígenas sexuales son dadas desde que el individuo tiene uso de razón y es capaz de conocer lo que es prohibido y lo que es permitido en su cultura.
En todas las sociedades indígenas, la familia es el núcleo de reproducción de la especie, porque por lo general no se permite que se tenga hijos fuera del matrimonio. Las leyes indígenas sexuales son dadas desde que el individuo tiene uso de razón y es capaz de conocer lo que es prohibido y lo que es permitido en su cultura. La familia ejerce un poder coercitivo sobre sus miembros en el tipo de elección de la futura pareja, buscando garantizar las tradicionales formas de organización que respeta los criterios de sobrevivencia y de conservación de la cultura y la naturaleza.
La dualidad hombre y mujer
Para los indígenas la sexualidad significa una dualidad simétrica y la vida humana no puede ser posible si en la reproducción se carece de la relación física y simbólica entre hombre y mujer, por ello la lógica de mantenimiento de la especie se articula a partir de la existencia de la armonía de los contrarios, es decir la oposición necesaria entre el género masculino y el género femenino. La mitología amazónica está llena de relatos y cuentos que reflejan la dualidad de sexos; sobre esto se generan leyes e instituciones destinadas a mantener el flujo de mujeres en un equilibrio armónico. Los indígenas ese ejja del río Beni son portadores de un complejo sistema de organización social que admite formas alternas de enlace, tales como la exogamia interclánica, destinada a que la familia asegure alianzas y por tanto detenten espacios de inter-relación más amplia.
En una oportunidad escuché la conversación de dos indígenas que preguntaban que pesaría si en el mundo (para ellos se define como el bosque) no hubiera mujeres. Preocupados coincidían que la vida no tendría sentido, porque serían sólo la mitad y no podrían tener hijos. Uno de ellos concluye la charla diciendo que no hay que preocuparse, porque si no hubiera mujeres, tampoco habría hombres y no existirían los animales ni la selva. La mujer y el hombre constituyen una oposición necesaria en la vida, la cultura y la naturaleza; lo masculino y lo femenino se encuentra en todo el orden del discurso y los hechos de las culturas amazónicas, se proyecta en niveles simbólicos (mito y religión) que reflejan un ordenamiento anterior que se va recreando en base a la dinámica social.
La iniciación sexual
Las primeras experiencias sexuales de los niños indígenas la tienen en edad tierna; para las sociedades amazónicas lo sexual no es un tabú, ni cosa exclusiva de los adultos. Desde niño el indígena va conociendo y aprendiendo la actividad sexual dentro del contexto de la familia y de la comunidad: los niños indígenas tienen derecho a participar en juegos de contenido sexual que no sean de carácter genital. En su propia casa los niños observan y tienen la posibilidad de informarse sobre los actos sexuales que realizan sus padres.
En su propia casa los niños observan y tienen la posibilidad de informarse sobre los actos sexuales que realizan sus padres.
Si analizamos los juegos que los niños realizan en el patio de la choza, en el río o en el bosque, notamos que todos tienen connotaciones sexuales o de alguna manera infieren a ello. Los padres y adultos, antes de reprimir estas motivaciones sexuales de la niñez la promueven complacientemente como una forma de educar en la vida y la comunidad. Lo más significativo de la sexualidad empieza con la entrada a la pubertad; es la época en que todo lo realizado como simple juego de niño empieza a ser realidad. Los jóvenes ya empiezan a tener seriedad en sus actos y son conscientes de que les llega el momento de formar pareja y para ello se necesita prestigio y valentía. La llegada de la primera menstruación en las jóvenes indígenas resulta un acontecimiento relevante en la aldea, incluso es acompañada de celebraciones.
En esta oportunidad llega para ellas un nuevo estatus de mujer en la comunidad, todas las personas se reúnen para festejar a una nueva casadera; en el caso de los pacahuaras y chacobos, la entrada a la madurez sexual de la joven está asociada con ritos de iniciación, como es el rapado de la cabeza y la succión del septo nasal para adornarlo con plumas multicolores que simbolizan la nueva condición social; esto sucede entre los 12 a 13 años.
A los jóvenes se les inicia con indulgencia; el derecho a poder tener esposa/compañera está asociado a un rito que en la mayoría de los pueblos indígenas amazónicos es la perforación del septo nasal o la circuncisión del pene. Toda la comunidad se reúne en la oportunidad y es el padre quien se encarga del ritual; si el adolecente expresa dolor por la fisura de la nariz, su vida estará marcada con el símbolo de la cobardía y si al contrario demuestra valor estos pueden contraer matrimonio de acuerdo a las reglas de su cultura.
Relaciones sexuales
Según las investigaciones hechas por el autor y otros estudiosos, se ha comprobado que las relaciones sexuales de los indígenas amazónicos carecen de perversiones y por el contrario el acto de “hacer el amor” es la realización última de la pareja. El erotismo que ellos practican está destinado a aumentar el placer sexual tanto en el hombre como en la mujer; es importante anotar que la relación existente entre el acto sexual y ciertas manifestaciones de euforias muy común en los indígenas en tiempo de festejos, patentizan una situación de equilibrio emocional entre la naturaleza y la cultura.
Las relaciones sexuales de los indígenas amazónicos carecen de perversiones y por el contrario el acto de “hacer el amor” es la realización última de la pareja.
Lo sexual no es un hecho aislado del entorno ecológico, muchos jóvenes indígenas nos han informado, que sienten mayor placer cuando el acto sexual es realizado en el bosque, en el río o en la copa de los árboles. Es común también que como complemento al escenario amoroso, contribuya activamente la misma selva, pues la mujer en momentos del éxtasis, agarra o toma como referencia un árbol o alguna liana silvestre. Ellas dicen que se sienten mejor si a su lado tienen una planta, que según la mitología amazónica es de sexo femenino; aquí se percibe una relación simbiótica entre el verdor de la selva y el calor de la sexualidad, sólo los pueblos originarios para precisar esta armonía.
Vía: Centro Nagual.