lunes, 15 abril 2024

La salud mundial desde cero

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Afortunadamente, la pandemia nos dejó lecciones valiosas para gestionarlos... y para ayudar a las economías en desarrollo vulnerables a prepararse mejor para las futuras crisis sanitarias

Por Paul Hudson

Aunque el fin de la pandemia de la COVID-19 pueda estar «a la vista», como anunció recientemente la Organización Mundial de la Salud, el mundo enfrenta muchos riesgos sanitarios emergentes. Algunos están exacerbados por el cambio climático, otros por los viajes, la desinformación en línea, la escasez de alimentos, la pobreza o las guerras. Afortunadamente, la pandemia nos dejó lecciones valiosas para gestionarlos… y para ayudar a las economías en desarrollo vulnerables a prepararse mejor para las futuras crisis sanitarias.

El Acelerador del Acceso a las Herramientas Contra la COVID-19 (ACT-A) de la OMS fue un emprendimiento global gigantesco que facilitó las pruebas, los tratamientos y la vacunación en todo el mundo. Pero queda claro que el ACT-A no logró solucionar los obstáculos estructurales de larga data que obstaculizaron las vacunaciones en los países con ingresos bajos y medios. Para eso es necesario un nuevo marco que enfatice las relaciones locales con los trabajadores y emprendedores en terreno.

Los países en desarrollo tienen menos profesionales de la salud per cápita que los desarrollados. África, el sudeste asiático, la región oriental del mediterráneo y algunos sectores de Latinoamérica enfrentan un déficit que será de 5,9 millones de enfermeras y 18 millones de trabajadores de la salud en 2030. En 2019, 13,8 millones de niños no recibieron los servicios de vacunación de rutina (entre ellos, 8,8 millones de países con ingresos bajos). Difícilmente resulte entonces sorprendente que, hasta mayo, solo el 16 % de la población en los países con menores ingresos había recibido al menos una dosis de la vacuna contra la COVID-19, aun cuando la oferta mundial ahora supera con creces a la demanda.

Las empresas farmacéuticas tienen que desempeñar un papel fundamental para vencer los diversos obstáculos al aumento de las tasas de vacunación en los países con menores ingresos. Y mientras tratamos de garantizar el acceso a una gama más amplia de tratamientos, los desafíos se extienden más allá de la vacunación. Los esfuerzos actuales de varios fabricantes, Sanofi entre ellos, incluyen la provisión de un conjunto de medicamentos esenciales al costo. Por ejemplo, la Unidad para la Salud Mundial de Sanofi distribuye 30 medicamentos esenciales —entre ellos, insulina y tratamientos para enfermedades cardiovasculares, tuberculosis, malaria y cáncer— a 40 países en desarrollo.

Pero aunque reducir los costos de los tratamientos es fundamental, la pandemia demostró que hace falta un enfoque más holístico que considere a la medicina, los sistemas de atención sanitaria y la cadena mundial de aprovisionamiento como desafíos interconectados. Como quedó demostrado con la COVID-19, la asistencia que no empodere a las capacidades locales puede ser más perjudicial que beneficiosa, por lo que las empresas deben ir más allá de la mera provisión de asistencia financiera. Para ayudar a mejorar el acceso a la atención sanitaria en los países con ingresos medios y bajos, las empresas pueden abordar los desafíos de logística y aprovisionamiento, usar sus datos y capacidades analíticas para asistir a quienes trabajan en los servicios de emergencia, y entrenar a los funcionarios locales en tecnologías innovadoras.

Los expertos en salud pública en todo el mundo se están centrando cada vez más en la identificación y gestión de enfermedades emergentes y puntos conflictivos, y cambiando las actitudes y los comportamientos, mientras que la tecnología facilita la recolección de datos y la capacidad para compartir información que hacen falta para mejorar los resultados. Pero para obtener y evaluar los datos es necesaria la colaboración de socios tradicionales y no tradicionales. Esos esfuerzos deben ser rápidos, basarse en las prioridades de las comunidades locales y aprovechar los datos compartidos derivados de los diagnósticos, el seguimiento y los modelos. Durante la pandemia, Sudáfrica se destacó por la rápida secuenciación genómica, que implicó la cooperación entre muchos actores y permitió al país detectar en forma temprana las variantes beta y ómicron.

De manera similar, la combinación de grandes conjuntos de datos, poder de cálculo y algoritmos permitiría a los funcionarios de salud pública monitorear la difusión de las enfermedades, la escasez de materiales, los desafíos logísticos y las reacciones a los medicamentos. La tecnología en la nube facilita la minería de datos, la capacidad para compartir información, y la investigación y el desarrollo, y nos permite identificar brotes de enfermedades, patógenos nuevos y a las comunidades que necesitan asistencia con más urgencia.

Para ello, la comunidad mundial dedicada a la salud pública debe trabajar conjuntamente en forma tal que permita la innovación y fomente ecosistemas emprendedores centrándose en las empresas emergentes locales. Se debiera crear un Fondo de Impacto para proporcionar capital a las empresas emergentes locales, junto con mecanismos para compartir habilidades y conocimiento operativo.El Fondo de Impacto de 25 millones de dólares de Sanofi para la Salud Mundial, lanzado en julio, ya apoya a los innovadores locales capaces de ofrecer soluciones escalables para la atención sanitaria sostenible en las regiones desatendidas.

Dada la necesidad en los países con ingresos bajos de trabajadores médicos adicionales, es fundamental alentar el conocimiento local. En los mercados emergentes, los profesionales médicos locales y expertos en cadenas de aprovisionamiento deben capacitarse para convertirse en «generalistas expertos» capaces de ocuparse de los problemas apremiantes para la salud pública y reducir las barreras a la atención.

En este caso, la tecnología puede brindar una alternativa a la capacitación presencial, cuya gestión se está tornando más problemática debido al aumento de los costos, los conflictos políticos en curso, las restricciones a los viajes y la escasez de mano de obra. Sanofi, por ejemplo, está trabajando con Reach52, una plataforma tecnológica de Singapur que ofrece educación para la salud, detección sistemática y medicamentos accesibles a los distritos rurales a través de un servicio por suscripción unificado y asequible. La plataforma de Reach52 se basa en un enfoque que prioriza los encuentros físicos en los mercados con baja conectividad, lo que permite a los trabajadores locales de asistencia inscribir a los residentes en sesiones comunitarias de detección sistemática de diabetes e hipertensión dirigidas por enfermeras entrenadas como «guías de salud».

Para aumentar el acceso a la atención sanitaria en los países con bajos ingresos de manera significativa hace falta más que entregarles medicamentos a bajo costo. Es necesario un marco de cooperación para atender a la miríada de desafíos interconectados que enfrentamos mientras nos adaptamos a las nuevas tecnologías y cultivamos la innovación local. Como empresa farmacéutica, nuestra tarea es desarticular nuestras propias ideas y alentar a los innovadores en terreno. Este enfoque multidimensional se debe centrar en un sistema de atención sostenible con base local, diseñado para llegar a las poblaciones vulnerables. Como escribió el premio nobel de economía Angus Deaton, la asistencia que otorga, pero no fortalece, no ayuda, e incluso puede obstaculizar los beneficios futuros.

Traducción al español por Ant-Translation

Paul Hudson es el director ejecutivo de Sanofi.

Copyright: Project Syndicate, 2022.
www.project-syndicate.org

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Paul Hudson
Paul Hudson es el director ejecutivo de Sanofi, columnista internacional y colaborador de ContraPunto
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