Por Rubén Aguilar Valenzuela
En los primeros tres años de su gobierno el presidente López Obrador ha actuado, a nivel personal y como gobernante, a partir de tres principios fundamentales, claros antivalores, que él asume como valores: La mentira, el odio y la venganza.
En las comparecencias mañaneras, ejercicio acabado de propaganda política, dice todos los días 89 mentiras. Cinco días a la semana dan un total de 445, según la consultora SPIN.
A lo largo de su mandato Donald Trump dijo 35,000 mentiras. López Obrador en los primeros tres años de gobierno ha dicho más de 60,000. De seguir así terminará con más de 120,000 mentiras. Caso único a nivel mundial y tal vez de la historia no solo de México sino de mundo.
La estadística anterior solo a partir de las mentiras en las comparecencias mañaneras. Se estima que a lo largo del día el presidente dice, por lo menos, otras 89 mentiras que dan un total de 178 al día. A la semana de cinco días suman 890, al mes 3,560 y al año 42,720. En los primeros tres años serían 128,000 mentiras.
El odio es otro principio de actuación del presidente. Le inyecta energía. Lo impulsa y lo motiva. Seguramente también lo amarga. El odio destruye a quien lo ejerce. A él eso no le importa. Cada mañana lo expulsa a través de la descalificación y el insulto. Todo quien no piensa como él y no se sujeta a su voluntad es objeto de su odio.
Considero que el odio del presidente es manifestación de un profundo resentimiento, ignoro donde se origina, que se expresa a través de una larga serie de valoraciones y adjetivos calificativos. Algunos, entre otros muchos, son: conservadores, traidores, enemigos del pueblo, hipócritas, falsos y mentirosos. Los dice en un tono que revela un profundo odio a quienes van dirigidos.
Cada mañana López Obrador pasa a la guillotina a quienes, por una u otra razón, considera lo han ofendido o lo contradicen en lo que dice y hace. En esas declaraciones, que conllevan descalificaciones e insultos a las personas, se hace valer la venganza, pero también a través de la amenaza y la persecución (SAT, FGR …).
La lista de quienes el presidente se ha vengado mediante el insulto, es larga. Está por hacer la cuenta de todas las personas que han sido objeto de su venganza y han pasado por la guillotina. A estos se suman los casos de venganza que no se conocen, porque no se tiene evidencia pública.
En estos tres años el presidente ha sido radicalmente transparente. Nunca esconde sus mentiras, su odio y su venganza. Se dirige contra quienes no piensan como él y no lo reconocen como el mesías salvador de la patria. Cuando se asumen estos antivalores como guía de la acción personal y de gobierno ya no hay regreso. Siempre se miente más, se odia más y se venga más.
Twitter: @RubenAguilar