El centro ceremonial del sitio arqueológico Tacushcalco, ubicado Nahulingo, Sonsonate, fue destruido casi en su totalidad por intensos trabajos agrícolas en la zona, hechos por empleados de la industria azucarera.
La problemática radica que las 500 manzanas en la cuales se calcula que está construido Tacushcalco y las cuales son un Bien Cultural por un acuerdo ejecutivo de 1997, se encuentran enclavadas en una área privada donde se hace la siembra caña de azucara a nivel industrial.
En este aspecto, el arqueólogo, Julio Alvarado, indicó que durante 40 años los intereses nacionales y privados no habían chocado, ya que la persona que compró esa área no ocupó los cuatro montículos donde se encontraba preservado el sitio sagrado.
Por lo tanto, se rompería una restricción de sembrar caña en los cuatro montículos, ya que la empresa introdujo maquinaria agrícola, que tiene ganchos que penetran la tierra a una profundidad de 50 a75 centímetros.
“Lo que estamos viendo aquí es la destrucción de la estructura seis del Centro Cívico Ceremonial de Tacushcalco. Es un templo que estaba enlazado a la estructura cinco que es piramidal, es un templo alargado, de relativamente baja altura, que se había mantenido resguardado desde hace mucho tiempo. Desgraciadamente para efectos, suponemos del cultivo de caña en el terreno, fue efectuado un tractoreo en la estructura, dañándola casi por completo”, explicó Alvarado.
El especialista junto a representantes de la organización Movimiento Ciudadano por la Defensa de Tacushcalco acudió al lugar, debido a la denuncia de las comunidades.
El grupo explicó, que el proceso agrícola destruyó una plataforma alargada del sector 6 que está compuesta por piedras de canto rodado y también sufrieron daños el sector 8, 11 y 12. Además, destacaron que pese a la poca investigación de la construcción ancestral era pipil y “por lo menos se han destruido una estructura de por lo menos 500 años”.
En este sentido, Alvarado dijo que no se ha destruido el centro, sino que se ha impedido obtener más conocimientos de la cultura prehispánica de hacer 3 mil años atrás.
“Hemos perdido la posibilidad de conocer sistema constructivo, costumbres, materiales de construcción, cómo utilizaban y reutilizaban sus materiales, entre otros aspectos: simbolismo, significado para los antiguos habitantes, todo eso ya no lo vamos a poder conocer (…) Aquí hemos perdido todos los salvadoreños, hemos perdido un pedacito de nuestra historia”, lamentó el especialista.
Román Cartagena, líder de Nahulingo e integrante del Movimiento Tacushcalco, exigió a al Ministerio de Cultura, a la Fiscalía General de la República y a la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) que deduzca responsabilidades.
«Que así como los ciudadanos respetamos la ley, que las empresas, las industrias sean respetuosas de ella. Si aquí se dijo que no se podían destruir los montículos, entonces es porque no se puede y la ley debe respetarse y también los que cultivan deben respetar esa normativa», reclamó.
No es la primera vez que Tacushcalco es golpeado por intereses privados
Anteriormente, diferentes organizaciones sociales que integran el Movimiento Tacuscalco, exigieron a la Corte Suprema de Justicia (CSJ) que debe detener el caso de impunidad de destrucción del sitio arqueológico y contaminación del río Ceniza ubicado en Sonsonate.
“Desde 2018, hemos revelado las anomalías del proyecto urbanístico “Acropoli-Sonsonate” impulsado por inmobiliaria Fenix SA de CV (ligada a Salazar Romero) en el municipio de Nahulingo que ha destruido una parte del sitio Tacushcalco, amenaza ecosistemas hídricos del río Ceniza y derechos culturales/ambientales no solamente de la población de Nahulingo y Sonsonate sino de toda la población salvadoreña”, indicó meses atrás el movimiento.
Los manifestantes aseguraron que Tacuscalco considerado como “sitio sagrado” por la pequeña comunidad indígena que hay en el país. Además, es considerado uno de los sitios más importantes del país, diversos estudios arqueológicos e históricos demuestran la relevancia del mismo como parte del circuito sociopolítico y cultural de la región de Los Izalcos en tiempos precolombinos y tiene la grandeza de contar con 3 mil años de historia.
Por lo tanto, solicitaron al Estado salvadoreño en su conjunto y particularmente al MICULTURA, ahora dirigido por Suecy Callejas, para que tomen en consideración la necesidad de dignificar el sitio.
“A lo largo del conflicto generado por el proyecto urbanístico se han generado diversas irregularidades: El proyecto Acropoli Sonsonate tiene 3 órdenes de paro de obra emitidos por el Ministerio de Cultura (MICULTURA), 1 orden de suspensión del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), así como una orden judicial del Tribunal Ambiental de Santa Ana para detenerlo. Nunca contó con permisos culturales ni ambientales”, cita otro extracto del comunicado.
Por otra parte, indicaron que no solo contraviene la parte cultural, ya que más de 6 mil pobladores de 16 comunidades en Nahulingo y Sonsonate se han visto afectados porque hacen uso del agua del río para consumo humano; agricultura y ganadería, incluso uso recreativo.