Guinda otra vez

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Saliendo del Externado San José, un grupito de compañeras/os de colegio, nos metimos de lleno al CEJUC (Centro Juvenil Celina Ramos). Recuerdo con orgullo ese momento: reafirmé mi deseo de aprender a hablar nahuat aunque no lo hice, confirmé mi compromiso social desde la reflexión crí­tica y la espiritualidad transformadora libre de sí­ndromes colonialistas y descubrí­ que mi constante serí­a no aceptar dogmas de ningún tipo si atentaban contra mi proceso y el de otros seres humanos aunque su fin lo justificara.

Guindas, el proyecto de danza que me ha dado para este año, un regalo nuevo (al año pasado terminé mi regalo para ESTA danza, mi compañí­a de danza y llevarla a Nicaragua, creí­ que era lo mejor que me pasarí­a), un regalo de esperanza cuando la vida estaba a punto de quitármela… me regaló una maestra: Marisol Salinas y una nueva familia a la cual amar; a veces siento que mi corazón no dará para más un dí­a de estos, pero siempre se puede; ella me lo ha confirmado. Me regaló una técnica de danza que Marisol ha compartido con tanta bondad que no puedo más que decir que todaví­a tengo regalos que recibir. Me regaló el regreso a Chalatenango, donde por primera vez fui con el CEJUC hace tantos años y me permitió reafirmar y reparar mi error de juventud, un error que tampoco me permití­: menospreciar a la gente, ser condescendiente con la diferencia creyendo que es pobreza, no me permití­ aceptar mi ingenuidad que, en ese tiempo, me hizo creer que yo llevaba el arte y la sabidurí­a a una comunidad rural, cuando el lí­der comunal de los Prados y su hijo de 9 años me dieron la lección más grande de mi vida al decirles que regresarí­a para ayudarles, creyendo que yo llevaba la verdad (como joven se me perdonaba, pero yo no me lo permití­)…. Al final, me quedaron grabadas sus palabras y su mirada amorosa y dulce para compartí­rmelas: “cuando necesite que la ayudemos, aquí­ siempre vamos a estar, venga cuando pueda, le va a hacer bien…”

A partir de allí­ nunca más regresé y cuestioné el proceso de visita pastoral a estas comunidades, decidí­ no seguir de esta manera mi espiritualidad,  la busqué en la danza, especí­ficamente en la improvisación y contacto, algo en lo que me introdujo Mauricio González y luego Marí­a Luisa Fontg, en sus talleres… Ahora, con mi maestra Marisol Salinas, he regresado a esos lugares y a esas comunidades a compartir el camino emprendido en mi proceso personal. Reconozco que estoy más fuerte, mejor preparada para que me enseñen a ser mejor.

Esas mujeres que sobrevivieron a las guindas de la zona (las de mayo o las del "desembarque") me dieron la oportunidad de entender por qué este mi paí­s es más amor que odio y violencia, me regalaron su amor y sus "sobaderas de lomo" al mismo tiempo que me daban clases de historia, perdón y reconciliación.

La última semana de mi presencia en el CEJUC escribí­ una pequeña columna de opinión inspirada en mi dilema y en unas charlas que nos dio el padre Tojeira, imagino que relacionadas a los dilemas que se habí­an generado en algunas/os de nosotras/os. Hoy me repito el inicio de esa columna: "Quién dijo que todo está perdido… yo, vengo a ofrecer mi corazón" porque realmente, como dice la canción, al ofrecerme, he recibido y al reparar mi error de juventud con años de esfuerzo, trabajo y estudios, me han ofrecido más de lo que merezco y sé que no todo está perdido.

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Paola Lorenzana
Paola Lorenzana
Columnista Contrapunto
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