Durante el transcurso de la semana se dio a conocer acerca de una actividad realizada por Sindicato de Empleados Judiciales (SINEJUS), la cual convocó para elegir a su nueva Junta Directiva a realzarse en un espacio de dicha institución, la cual era una de las salas de audiencia, para finalizar con una fiesta, en la cual se presento un grupo de bailarinas.
El grupo organizador ha sostenido que fue un “acto cultural” y un “acto cívico”, llegando a comunicar para los medios que “ la Asamblea General se desarrolló y al final se vivió una “Fiesta Cívica, como se celebra el 15 de septiembre”, además de que: “Era una presentación para el sano esparcimiento”, no sin antes de eximirse al asegurar que la reunión fue costeada por el dinero de los afiliados.
En diferentes círculos de la población salvadoreña ha generado cuestionamientos e indignación por el tipo de acciones y el comportamiento de los sindicalistas del centro judicial, los motivos son diversos entre ellos están: por costearla con fondos públicos, por ser un acto vergonzoso, o indecente, sin embargo me ha llamado la atención que bajo ningún concepto han ubicado dicha actividad como violatoria a la Ley especial integral para una vida libre de violencia para las mujeres – LEIV.
Y es que dicha actividad se clasifica dentro del Art. 9, literal g de dicha Ley como “Violencia Simbólica” la cual son mensajes, valores, iconos o signos que transmiten y reproducen relaciones de dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales que se establecen entre las personas y naturalizan la subordinación de la mujer en la sociedad; luego en el Art. 10. Señala las modalidades de Violencia, calzando el hecho en Violencia Institucional, por haberse sucedido dentro de una institución del Estado por funcionarios del mismo, lo cual resulta penalizado.
Y si, efectivamente ha sido un acto cultural y cívico desde nuestra cultura patriarcal en donde al cuerpo de las mujeres es concebido como objeto sexual para “divertir y entretener” y como propiedad de todos menos de ella misma, que se puede hacer uso de estas para en un acto que desgraciadamente se ve desde la doble moral o doble parámetro ya que tiene diferentes connotaciones si es en una fiesta institucional que si se hace en una fiesta privada.
Hechos como estos son caldo propicio para el inicio de una conducta feminicida que termina inexorablemente a un feminicidio. En nuestras manos esta, ¿continuamos con estas actitudes y seguimos celebrando nuestra fecha de Independencia con un “acto cívico y cultural” el cual inicia con las jovencitas como cachiporras para a ser objetos sexuales y preparando de esta manera el camino feminicida para la juventud, o valdrá la pena mejor prepararlas para ser sujetas de derechos?