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El gobierno del Pacto Histórico: Un Reto Histórico

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En Colombia "un gobierno diferente al tradicional derechoso, empresarial, terrateniente y militar, sería un acontecimiento en los 200 años de dictadura oligárquica": Wilmar H. Castillo.

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Por Wilmar Harley Castillo Amorocho


Para mi país, un gobierno diferente al tradicional derechoso, empresarial, terrateniente y militar, sería un acontecimiento en los 200 años de dictadura oligárquica. Tal vez por eso, la derecha enfila todas sus armas y mañas una vez más para impedir que eso suceda, pues sienten pasos de animal grande de parte de Francia Márquez, vicepresidenta y Gustavo Petro, presidente, de la coalición Pacto Histórico.

La opinión pública en redes sociales y en las calles está moviéndose de una forma intensa con conversaciones, debates, memes, videos, denuncias, intención de voto, en donde las propuestas de los candidatos se mastican desde diferentes puntos de vista y por otro lado, la estigmatización hace lo suyo contra el color de piel o el parecido con un personaje de cine colombiano. Esta agitación en las campañas arroja buenos augurios para el Pacto Histórico que tanto en plazas públicas, como en redes sociales, puntea las intenciones de voto de las comunidades rurales y urbanas, llegando a liderar con el 40% según una encuesta del gobierno nacional.

Soy optimista frente a esta coyuntura, porque los intereses y valores del amplio sector oprimido colombiano está siendo canalizado hacia un proyecto de gobierno acorde a estos intereses y valores. Soy optimista también porque en nuestra trágica historia no-democrática, es la primera vez que la sangre no baña la candidatura opositora al régimen impuesto. Sin embargo, el optimismo no puede ser acrítico frente a un posible futuro progresista a la colombiana.

El pasado 28 de abril, se conmemoró un año del Estallido social que movilizó a los sectores populares-oprimidos de las ciudades, principalmente, jóvenes víctimas del desempleo y la precarización junto a los otros habitantes de la barriada, hicieron suyas las calles, mostraron otro tipo de organización colectiva y emergió de esta coyuntura una cultura crítica, movilizadora, colectiva. Pero en este año no se sintió la misma fuerza que aquella vez, debido a la actual coyuntura electoral y por una matriz de opinión peligrosa resumida en: cualquier acción directa le suma votos a la derecha.

Por otro lado, la lógica del Mesías que viene a salvarnos de la injusticia no puede terminar siendo el sentido hegemónico del siguiente gobierno progresista. Pues la historia de la lucha de clases ha demostrado, sigue demostrando, que los pueblos somos los protagonistas de la historia, lo que se traduce en que somos los sectores oprimidos los que podemos poner y quitar mandatarios bajo un orden social construido colectivamente. Las alianzas con sectores de la derecha, representadas en exfuncionarios de anteriores gobiernos oligárquicos, por parte de Gustavo Petro, es un factor que desmonta el mesianismo.

Con este último factor mencionado, recuerdo que, en un modelo económico afianzado en la violencia estructural y el capitalismo salvaje, el Pacto Histórico será el administrador de una finca prestada. Pues con tan solo el caso de la deuda externa pública, que al cierre de noviembre del 2021 está en 100.415 millones de pesos, lo que representa el 53% del Producto Interno Bruto, lo que significa que no cambia sustancialmente la crisis económica para el nuevo gobierno nacional, donde la mitad de la plata pública se destina a pagar deudas y no a reinvertirse en la gente de a pie. El otro caso que no deja margen de maniobra a un gobierno progresista, es la plata que amasa el aparato militar estatal, 3% del PIB, el segundo más grande en Nuestra América, después de Brasil. Los verdaderos dueños de la finca usan uniforme verde y traje de paño.

En términos de inversión extranjera, el país ha recibido de empresas chinas $2.000 millones de dólares distribuidos en sectores como transporte urbano, explotación de oro, telecomunicaciones, puertos marítimos, compra venta de productos para el hogar, fondos de inversión. Sin olvidar otras inversiones internacionales en megaproyectos minero-energéticos que hace rato asfixian la soberanía popular. Entonces, si la lucha contra la oligarquía bajo sus gobiernos títere ha sido difícil y sangrienta, no cambiará sustancialmente en un gobierno no tan títere.

Por lo menos, en medio de una cultura nacional salpicada de sangre, corrupción y egoísmo, impuesta por la cultura burguesa colombiano-gringa, se abre la posibilidad del diálogo que contribuya a la resolución del conflicto social y militar de una manera que la vida prevalezca bajo acuerdos cumplidos por las partes comprometidas, sin que prevalezca el miedo a la muerte. Se abre un reto histórico para el pueblo colombiano, espero que estemos a la altura.

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Wilmar Harley Castillo
Wilmar Harley Castillo
Comunicador social, especialista en Política Pública para la Igualdad. Columnista y comunicador de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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