El Teatro Colón de Buenos Aires, del 5 al 20 de marzo, celebró los cien años de nacimiento de Astor Piazzolla. Por tal motivo, abrió su sala, que estuvo cerrada por la pandemia, para deleitarnos con música del gran compositor y bandonionista, ejecutada por las orquestas y bandas más prestigiosas de tango. Allí se puede ver y disfrutar el genio de la Orquesta Estable del Teatro Colón, la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, la Camerata Bariloche, el Quinteto Astor Piazzolla, la Orquesta Escuela de Tango Emilio Balcarce y Escalandrum Proyecto Eléctrico, entre otros. Y la maravillosa Susana Rinaldi, ejecutando piezas clásicas como “Chiquilín de Bachín” y “Balada para un loco”. Están disponibles en YouTube.
En las composiciones de Piazzolla se reinventa el tango. Desde mediados de los años cuarenta, sus composiciones llegaron para enrostrar a los tangueros que sus estilos ya habían envejecido. Aquellos estilos “compadritos”, de “canyengue y cuchillo, cafishos y minas”, ya no tenían cabida en los nuevos tiempos. Lo hecho, hecho estaba y era maravilloso, pero el tango debía tomar nuevos aires, de acuerdo con los tiempos. Argentina y el mundo ya no eran los mismos.
Tomando la estructura de composición de su maestro Alberto Ginastera, se lanza a revolucionar el lenguaje musical, no solo de Argentina, sino de toda América. Parafraseando a Silvio Rodríguez, podríamos decir que sus temas son “politonales y audaces canciones”. Y polirítmicas. Además, rompía la estructura clásica de exposición y respuesta, tensión y relajación. Las frases melódicas comienzan con una tensión al límite.
Veamos para el caso, “Adiós Nonino”, composición escrita a la muerte de su padre. Comienza el tema A, con estentóreos golpes rítmicos de contrabajo, cello y tambor, cual un corazón que sufre, que hacen la armonía al bandoneón. Entra con una melodía tensionante al extremo y sube hasta una especie de puente, que lleva al tema B, muy dulce y casi meditativo, en un diálogo entre las cuerdas y el bandoneón, que nos lleva de nuevo a la tensión del tema A.
A los críticos habría que darles algo de razón, al alegar que lo de Piazzolla no es tango; es una fusión de tango y jazz, juguetea con los modos, más que con los tonos; sus ritmos son fascinantes y, parafraseando a Salarrué: “penetra las almas, embriagando de una manera paradisíaca”. Es música de expresión pura. Su lenguaje es el sentimiento, la emoción. El mismo Piazzolla, soslayando el pleito con los puristas del tango, definió su estilo como “música contemporánea de Buenos Aires”. Y de verdad, retrata el alma del porteño. Pero del actual, con toda su historia. Sus composiciones tienen tanta riqueza musical, que invita a los ejecutantes a experimentar con colores y texturas. Como el caso de “Libertango”, que ha sido uno de los más versionados. Recomiendo la versión de Al Di Meola. Se encuentra en YouTube. También recomiendo la película “Tango” de Carlos Saura.
Definitivamente, Piazzolla es un paradigma para los creadores de nuestra América, el continente.