martes, 30 abril 2024

El CENAR (II Parte)

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"No hemos visto un plan ante la ciudadanía, ni ante la comunidad artística; tampoco una política pública donde se ofrezca una mejor alternativa para la educación artística": Carlos Velis.

El Bachillerato en Artes contenía tres escuelas: Artes Plásticas, Música y Artes Escénicas. Los primeros ocho años fueron muy fructíferos, produciendo un buen grupo de artistas profesionales, los cuales procedieron a situarse en el ámbito cultural de nuestro país y el extranjero. Los egresados salíamos con la categoría de docentes; fuimos incorporados en los diferentes niveles educativos, lo que era uno de los objetivos del proyecto, dotar al sistema de Educación, de docentes en arte.

El siguiente paso fue convertir el Bachillerato en Artes en el Centro Nacional de Artes, conocido ahora simplemente como el Cenar. La oferta educativa se amplió a escuelas libres de formación artística, donde estaba, además de las asignaturas del pensum oficial, la fotografía, cerámica, repujado en metal y otras.

VEA: QUÉ ESTÁ PASANDO EN EL CENAR (1997) -I PARTE – 

El Cenar había nacido como el niño pobre del ramo de Educación. No contaba con un local propio. Su nacimiento fue, en 1969, como anexo en el Instituto Nacional General Francisco Menéndez. Luego, por razones de absoluta incompatibilidad con el ambiente reinante entre los alumnos, que no soportaban ver estudiantes en mayas y tocando flauta, por decir lo menos, se retiró de allí y tuvo albergue en el pabellón de España, en la entonces llamada Feria Internacional. Después ocupó un ala del Hogar del Niño San Vicente de Paul, en San Jacinto; antes de trasladarse a su nuevo edificio, estuvo en algunos otros, hasta en 1993.

En 1995 se elimina su calidad de bachillerato y la reducen a una escuela de cursos libres. Las razones que argumentaron fueron de que no había suficiente matrícula. Habría mucho por discutir sobre eso, pero solo basta decir que, por esos años, el gobierno de Calderón Sol, con Cecilia Gallardo de Cano al frente de Educación, cerró varios centros educativos de barrios populares, como el Tercer Ciclo del Inframen y el Instituto de Zacamil.

Cabe preguntarse, si en un núcleo tan populoso como Zacamil no hay suficiente matrícula, si el Cenar, la única institución de enseñanza artística en todo el país, tampoco hay matrícula, ¿de quién es el fracaso? Me parece que la principal responsabilidad recae en el Estado. Los gobiernos de esa época nunca plantearon una política pública coherente de desarrollo cultural ni artístico. Tampoco la oposición hizo mayor cosa al respecto. Eran años en que abundaban las ong’s, los cooperantes financiaron grandes proyectos, pero ninguno para la cultura ni para el arte. Lo poco que se hizo, fue más por voluntad personal que por interés político.

Los apoyos que, en la guerra, se daban a las artes, eran más por la utilidad política que por el desarrollo cultural. En la postguerra, curiosamente, se cerraron muchas puertas (tema para otro artículo) y lo que se pudiera llamar “cultura de postguerra”, replicó los paradigmas del conflicto. Recuerdo haber dicho a muchos dirigentes de la izquierda y haber escrito en artículos: “si no hacemos algo para cambiar los paradigmas de la guerra por los de la paz, hoy es cuando nos derrotan, sin disparar ni un solo tiro”.

Sin embargo, esa situación no impidió para que los docentes siguieran educando artísticamente a la juventud. A pesar de que ya o tenían la categoría académica, las tres ramas continuaron con su labor. Son miles los jóvenes que han pasado por las aulas del Cenar. Muchos de ellos continuaron con sus estudios en las universidades, otros, fuera del país, pero todos poniendo en alto el nombre de la patria. Desde 1971, año en que se graduó la primera promoción del Bachillerato en Artes, hasta la fecha, no se detuvo la formación de artistas, docentes, promotores, intelectuales de diferentes disciplinas y, en fin, profesionales no artísticos, pero con un sentido humanístico.

Los nombres de profesionales que han puesto en alto el nombre de El Salvador en el mundo y aquí mismo, salidos del Cenar, abundan. Solo para una muestra, cito algunos: Aída Mancía, actriz, presentadora de televisión, declamadora, productora artística; Saúl López, compositor, director de coros y orquesta; Dinora Cañénguez, actriz, docente, directora; Balmore García, arquitecto, pintor, docente; Américo Mazariego, contrabajista, docente; Salvador Marroquí, compositor, director de coros y orquesta, etnomusicólogo; Israel Elías Vásquez Bojorquez (Maquilli), pedagogo etnomusicólogo, compositor, director de coros, creador del método Elías de lectura musical; Elmer Amaya, musicólogo, director de orquesta, docente, fue quien introdujo el método Suzuki para la enseñanza del violín para niños. Israel Girón, compositor, director de coros y orquesta, etnomusicólogo (Venezuela); Yussy Sánchez, actor, director y docente de teatro (Venezuela); Carlos Vides, actor y director de teatro (España); Jaime Olmedo, mimo, director, docente universitario (Tabasco); Isabel Cristina Flores, docente, directora, fundadora de la Facultad de Teatro en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; Eugenio Andrade, pianista, compositor, docente (Colombia); Isabel Quinteros, actriz, docente (Argentina); Alvar Castillo, pianista, compositor, director (Japón); Bill Recinos, dibujante de películas animadas (Hollywood); Glenda Gaby, cantante (España); Lil Medrano, cantante (México); la lista continúa.

Pero la lista se hace mucho más grande cuando se incluye a los miles de profesionales de todas las ramas del saber, tecnólogos, artesanos, intelectuales y un largo etcétera, que recibieron una educación artística en el Cenar, que los ha hecho mejores personas, empáticas, humanísticas. No se puede negar el gran legado que el Cenar ha dejado a nuestra patria. Estamos en muchos lugares del mundo poniendo en alto nuestro nombre.

La experiencia ha sido positiva, a pesar de todos los inconvenientes e incomprensiones del sistema social en que nos hemos desenvuelto, que sin importar los premios internacionales que hemos ganado como creadores, el país se convulsiona de dolor porque la selección de fútbol no clasificó para el mundial.

Ahora, se perfila un cambio para la educación artística. Esperemos que para bien. En estos días, por una decisión repentina de las autoridades de Cultura de cambios en el Cenar, se ha alarmado la comunidad, sobre todo porque no faltaron los rumores. Después de la confusión inicial, se ha aclarado que, ni los docentes de arte están siendo despedidos, ni mucho menos el Cenar va a ser cerrado. Pero el procedimiento de dichos cambios no ha sido el más claro. No hemos visto un plan ante la ciudadanía, ni ante la comunidad artística; tampoco una política pública donde se ofrezca una mejor alternativa para la educación artística. Como he mencionado en este esbozo del pasado y presente del Cenar, nosotros, la comunidad artística tenemos la experiencia y el conocimiento, además de la voluntad para aportar las mejores ideas a dicho proyecto.

VEA: MINCULTURA CONFIRA TRASLADOS DE DOCENTES DEL CENAR A EDUCCIÓN

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Carlos Velis
Carlos Velis
Escritor, teatrista salvadoreño. Analista y Columnista ContraPunto
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