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¿Habrá reconstrucción post-covid-19 en El Salvador?

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El Salvador dependerá de la reactivación en Europa pero sobre todo del resto de Centroamérica y EEUU para recuperarse en el mediano plazo pues Bukele debilita las capacidades internas cada día que difiere el plan concertado de reapertura como el Decreto Legislativo 648 que ha vetado

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El shock global

Cuando aún Nayib Bukele regatea el manejo inteligente y calibrado entre la reapertura productiva y la movilidad ciudadana con las medidas sanitarias correspondientes, el mundo real pone cuesta arriba la recuperación inmediata y la reconstrucción post-COVID-19 de El Salvador.

Nuestros socios económicos y comerciales claves en Europa y Norteamérica, como sabemos, han sufrido o siguen sufriendo los efectos humanos más devastadores de la pandemia con millones de contagiados, decenas de miles de fallecidos, y un impacto mental y emocional entre familias y comunidades como no lo padecían desde la Segunda Guerra Mundial.

El colapso global es equiparado al shock de 1929, la gran depresión de hace 90 años. El pronóstico del shock económico mundial pasó del -3-9 % en abril al -4.6 % a finales de mayo. La presidenta del Banco Central Europeo confirmó que la recesión de la eurozona será del -8.7 %. Al shock en EEUU prestaremos atención más adelante por su seria incidencia sobre El Salvador.

El colapso se desarrolla por igual en Centroamérica. Las entidades multilaterales estiman que el PIB-Centroamérica caería hacia el 7%, en El Salvador no menos del 5%. De hecho, ya tenemos un indicador. Cerrados los aeropuertos al tránsito de pasajeros y a una gran cantidad de mercancías, el indicador más relevante es el transporte de carga. Los datos de la SIECA alarman pues las operaciones de transacciones de tránsito se redujeron entre marzo y mayo de 13,500 por semana a 5,500. Se espera que el entendimiento entre las autoridades de los países sobre medidas de bioseguridad para el transporte de carga a aplicarse desde el 07/07/2020, reanimen el comercio intrarregional.

No entraré en detalle sobre el impacto humano del coronavirus en la región pues hay información abundante, aunque la Universidad Johns Hopkins -referente mundial de datos sobre el COVID-19- ha expuesto su duda sobre la confiabilidad de las cifras de los gobiernos. Pero sí es importante subrayar que, salvo algunos entendimientos como el señalado para el transporte de carga terrestre, la respuesta de Centroamérica a la pandemia ha sido de “sálvese quien pueda” y no como bloque de naciones, lo que explica el impacto diferenciado en términos del tamaño de la población, el nivel de conectividad de cada país y las capacidades instaladas y operativas de sus sistemas de salud, siendo Costa Rica el mejor caso pues ha controlado estratégicamente al COVID-19 y el peor Nicaragua cuya política negacionista del virus por la tiranía de Daniel Ortega ha dado paso a contagios comunitarios desbordados (contándose fallecidos entre las filas “orteguistas”), siendo ahora considerada Nicaragua un “foco de contagio” regional.

El mayor impacto

La contracción en EEUU para el primer cuatrimestre del año fue de -4.8% y puede profundizarse si se alarga su contención al COVID-19 y su recuperación de la confianza del consumidor que equivale al 70% del PIB estadounidense. Cuando escribimos estas líneas sigue al alza un indicador de peso: tras un primer pronóstico de que las solicitudes de subsidio por desempleo podrían ascender a 20 millones al final de la pandemia, las solicitudes son ya 42 millones.

Si bien, Casa Blanca y Congreso acordaron dos paquetes gigantescos de ayuda dirigidos al alivio de individuos y familias, así como pequeñas y grandes empresas, el daño al empleo no tiene parangón. En la medida que el shock mundial es empujado por el corte de cadenas de suministro y el cierre de empresas conectadas globalmente, así afecta el empleo entre trabajadores migratorios con y sin permiso laboral en EEUU. El Instituto de Política Migratoria estimó, cuando los desempleados iban en 27 millones, que 1,400,000 mexicanos se encontraban entre los despedidos y de éstos 700 mil estarían en “situación irregular”. Se conjeturó, con fundamento, que 800 mil mexicanos podrían regresar a su país por el desempleo generalizado el cual en parte explica las protestas en las calles tras el asesinato de George Floyd en Minneapolis.

Sobre este punto crucial, el BCR-El Salvador registró sustanciales disminuciones de remesas para el primer cuatrimestre 2020:  han caído un 10% respecto al mismo cuatrimestre 2019 (US$ 175 millones menos) y de febrero a marzo 2020 cayeron US$ 10 millones y de marzo a abril US$ 152 millones. Con la profundización de la crisis sanitaria y el shock en EEUU, es imposible que no caigan más y afecten ya a un número considerable de los 400 mil hogares receptores de remesas.

¿Hay reconstrucción posible?

Los planes de recuperación en Norteamérica y Europa al final de esta primera etapa del COVID-19 (en la idea de que sobrevengan rebrotes e inicie la vacunación masiva) son astronómicos por país y por bloques de países. Noruega echará mano de sus ahorros estratégicos gracias al petróleo y así no comprometerá ni el presupuesto general ni contraerá deudas. La Canciller Merkel de Alemania bajará el IVA y el Estado brindará una ayuda de 300 euros por hijo. El Banco Central Europeo ejecutará un plan de compra de deuda por 600 mil millones de euros. “Había que actuar”, dijo la presidente del Banco. Este paquete se sumará a los 750 mil millones de la Comisión Europea.

El Salvador dependerá de la reactivación en Europa pero sobre todo del resto de Centroamérica y EEUU para recuperarse en el mediano plazo pues Bukele debilita las capacidades internas cada día que difiere el plan concertado de reapertura como el Decreto Legislativo 648 que ha vetado a pesar que contiene el único debate validado bajo las sentencias de la Sala de Constitucional como salida a una crisis sanitaria que fue subsumida por la crisis constitucional e institucional arrastrada desde el 08/02/2020 cuando irrumpió con soldados y policías en la Asamblea Legislativa reclamando más deuda externa para unas acciones del “Plan de Control Territorial”.

Tomando en cuenta que la destrucción de empleos (entre 40 mil a 50 mil por ahora) concurre a la caída de remesas, a la expansión del hambre entre los hogares que no recibieron el bono de US$ 300 ni canasta básica (banderas blancas), a la baja en la producción y de las exportaciones dentro y fuera de Centroamérica ya reportada por el BCR, y a la segura reanudación de la actividad delictiva de las pandillas; duele decirlo, pero no hay reconstrucción posible. Habrá brotes verdes parciales, sectoriales, una eventual alza de remesas gracias a nuestros migrantes hacia el 2023 o 2024, pero no reconstrucción pues Bukele taladra lo último del acervo histórico desde los Acuerdos de Paz: vulnera la democracia, el Estado de Derecho, la Separación de Poderes, la Independencia Judicial, y tratados y convenios internacionales de los que el país es Parte.

Teóricamente, siempre cabe un viraje. Lamentablemente, hoy por hoy, El Salvador real es casi la falacia de suma-cero.

(*)Napoleón Campos. Especialista en Integración Regional y Temas Internacionales

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Napoleón Campos
Napoleón Campos
Especialistas en temas internacionales

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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