Con el fin del período legislativo 2015-2018 se apagó, de momento, la posibilidad de despenalizar ciertas causales de aborto en la legislación salvadoreña. Se le dijo no a una demanda respaldada por actores políticos, sociales y organizaciones nacionales e internacionales, ante la violación a los derechos humanos que supone la vigencia del Código Penal salvadoreño, absolutamente restrictivo en este tema desde 1998.
La discusión se elevó y mantuvo la atención de la agenda pública, pero al final los objetivos parece que terminaron extinguiéndose. Esto a pesar de que había a priori una favorable correlación de fuerzas políticas; de que la opinión pública había alcanzado una alta cuota de equilibrio, cosa nada fácil; y de que el debate, en suma, se abrió desde lo académico, desde la discusión en el seno mismo de la sociedad civil, y, al parecer, también desde el entorno político. El escenario, por tanto, no era tan hostil para un cambio, o por lo menos eso parecía. Tanto así, que, en el epílogo de la discusión, incluso medios tan reacios a abordar esta temática desde una perspectiva más plural dieron espacio a columnistas de opinión, mujeres la mayoría, vinculadas por diversas razones al pensamiento conservador, pero que terminaron decantándose, luego de una reflexión particular, por apoyar la posibilidad de despenalizar el aborto, por lo menos en algunas causales.
Finalmente, sin embargo, se impuso el estado actual de las cosas. La derecha política dio un portazo al tema, alineándose con la visión conservadora de la realidad e ignorando los llamados a la sensatez que el mundo, a través de organismos internacionales, le exige a El Salvador, esto por entender que el Código Penal actual atenta contra los derechos de la mujer; es decir, la derecha al final fue fiel a su agria herencia en materia de derechos humanos. También es necesario poner en relieve la tozudez crepuscular de la izquierda política partidaria, que no quiso maniobrar en el epílogo de las cosas, hizo notorio su divorcio de las organizaciones feministas y puso en duda su compromiso con la causa a favor de las mujeres salvadoreñas.
En ese contexto, algunas dirigentes de asociaciones que hace años luchan por los derechos de la mujer hacen un balance más o menos positivo de la situación. Hablan de la apertura a más voces que se han hecho sentir en el proceso de debate y reflexión; son críticas hacia sí mismas; cuestionan el papel del FMLN y miran el futuro como un escenario donde la lucha por la causa a favor de las mujeres debe continuar.
“Las organizaciones que defendemos los derechos humanos de las mujeres hemos tenido que reflexionar mucho acerca de nuestro papel, constatar que no somos las únicas interesadas en que esta legislación cambie y además dejar espacio a otras opiniones, a otras expresiones sociales, a otras visiones jurídicas”, dice Morena Herrera, defensora de derechos humanos y dirigente de organizaciones feministas. Su reflexión, así, apunta a una autocrítica inicial sobre la noción patrimonialista que las organizaciones han tenido sobre el tema aborto y sobre los derechos de la mujer.
También Alejandra Burgos, de la Colectiva Feminista, hace un balance general de la discusión y de cómo las piezas se han movido sobre el tema en los últimos tiempos. Burgos, como Herrera, cree que esta coyuntura sobre el aborto ha servido para que se escuchen más voces cercanas a la causa, con matices o no: “Cada vez más, y sobre todo en este último período, hemos podido ver que (la despenalización del aborto) no es una demanda que solo preocupe a un sector de la población, sino que afecta a diversos sectores. Hemos podido ver cómo se han escuchado diversas voces y cómo el miedo se ha ido perdiendo para posicionar y respaldar este debate”.
Hace además una reflexión sobre el futuro cercano: “Esta legislatura no estuvo a la altura de una demanda ciudadana, pero la lucha no está terminando, sino que solo estamos cerrando un capítulo”.
Con el peso de la realidad frente a sí, el movimiento feminista y de derechos humanos se plantea un análisis que incluye los apoyos obtenidos de donde quizá no se lo esperaban. Especial atención merece, en principio, la participación en el tema del diputado Johnny Wright Sol, quien con la bandera de la ultraderechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) acuerpó la posibilidad de abrir un camino entre diputados de partidos usualmente cercanos al conservadurismo gracias a su apuesta por cambiar la legislación en dos causales, una moción que, aunque quizá más corta que su predecesora en el Congreso (la del FMLN), conseguía acercarse a algunas visiones de diputados de derecha. Hay que recordar que Lorena Peña, diputada efemelenista, introdujo la moción inicial de despenalizar el aborto en cuatro causales: por malformación del feto y su inviabilidad con la vida, en el embarazo a raíz de una violación a una menor de edad, cuando la vida de la mujer embarazada corre riesgo y cuando hay violación en una mujer adulta.
Wright, quien terminaría alejado del partido que lo llevó a la Asamblea, habría alcanzado un acuerdo con diputados de la derecha conservadora el 11 de abril. Hubo cabildeo externo también de personas cercanas a la visión conservadora de la política, mujeres la mayoría, sensibilizadas ante el peso del tema aborto como problema de salud pública. Pero según Wright, al final la votación se cayó por la ausencia de algunos diputados en la plenaria. Se cuenta entre estos a algunos del FMLN.
Lorena Peña, a quien siempre se le consideró la abanderada del tema en esta coyuntura, tuiteó desde su cuenta personal el pasado 28 de abril: “No se trata de cabildeos de última hora, la tarea por la mayoría para las 4 causales debe ser constante. La lucha continuará”. Esto en respuesta a lo que le cuestionara, siempre en la misma red social, la usuaria Ingrid Ortega (@iingridO), respecto de por qué la diputada expresidenta del Legislativo no cabildeó “en las últimas sesiones plenarias”.
Se supo que ese día, además de la participación de personas cercanas a la derecha que abogaban en un lobby sui géneris por la despenalización del aborto, también participó la Asociación de Ginecología y Obstetricia de El Salvador (ASAGOES) a través de algunas representantes. Esta asociación había publicado a mediados de abril un comunicado donde, en resumen, se sumaban a la posibilidad de despenalizar el aborto. Sus argumentos fueron científicos y académicos.
En términos generales, este proceso ha servido para poner en perspectiva el papel del partido de izquierda como contrapeso histórico a los intereses ultraconservadores de la derecha política y para abrirse a más voces que, aunque ajenas a los movimientos feministas, mostraron empatía con los objetivos que se plantearon para incidir positivamente en la opinión pública.
Morena Herrera, sobre el papel del FMLN, sostiene: “Nosotras confiamos en el FMLN porque siempre nos dijeron: “˜Nuestros 31 votos están asegurados”™. Pese a eso, organizamos algunas actividades de esclarecimiento de información a su grupo parlamentario. Es cierto que muchas veces no estaban todos los diputados y las diputadas y en algunas ocasiones la mitad por lo menos estaban viendo sus teléfonos y no poniendo atención, todo esto me hace pensar que no debimos confiar tanto”.
Hace incluso una crítica más profunda, y vincula la debacle electoral del partido de izquierda en la pasada elección del 4 de marzo con el “abandono de las causas y las banderas más emancipadoras”. El FMLN “tiene que reflexionar sobre el papel que ha jugado en ese sentido”.
Pero Herrera no es la única. Sara García, quien también es activista de derechos humanos, añade: “El liderazgo del FMLN no fue el mismo al final (del período legislativo); es decir, esa fuerza, ese ánimo con el que presentó la propuesta de las cuatro causales casi estuvo ausente al final de la legislatura. Esto a nosotras nos parece preocupante; los derechos de las mujeres no pueden estar sujetos cálculos políticos ni a resultados electorales. Hacemos un llamado fuerte al FMLN para que no abandone esta causa, que es una causa de derechos humanos, una causa social, una causa que merece ser impulsada como una de sus banderas de lucha, por que las que viven la situación, las que viven la peor parte de una legislación destructiva son las mujeres en situación de pobreza”.
Algunos de los próximos pasos a seguir de parte de estas asociaciones están relacionadas con la reflexión política. Y el papel de la izquierda seguirá en el tintero. De momento, el panorama luce agrio, pues la debacle electoral de la izquierda partidaria trajo consigo su irrelevancia en la siguiente legislatura. Por ello, el tema derechos de la mujer deberá remar contra corriente en un Órgano Ejecutivo que parece, en principio, alejado de una visión más progresista de políticas públicas.