lunes, 15 abril 2024

Cuba renace en Uruguay

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Es "una historia increíble, injusta y dolorosa" que da impotencia, pero no muere. Está viva y floreciente y más positiva que nunca…"

Así lo resumió para CONTRAPUNTO Gerardo González, uno de los "sobrevivientes" de esta historia que tiene como protagonista a un modesto club de barrio de la ciudad uruguaya de Treinta y Tres, ubicada a unos 290 kilómetros de Montevideo, en el este del país.

Todo empezó en 1956 cuando vecinos del barrio Artigas, de Treinta y Tres, fundaron un modesto club de fútbol al que resolvieron llamarlo "Club Unión Barrio Artigas", y coincidentemente la sigla fue C.U.B.A. Faltaban todavía tres años para el ingreso de "los barbudos" de Fidel Castro a La Habana que dieron inicio a la revolución que aún se mantiene.

Sin embargo, aquella coincidencia marcó a fuego al club uruguayo, particularmente a partir de 1973, cuando se instauró una dictadura cívico-militar en el país, y los torpes e ignorantes dictadores atropellaban contra todo los que oliera a "comunismo".

"Mal podíamos nosotros inspirarnos en Fidel Castro cuando en Uruguay se sabía poco y nada de Cuba. En todo caso Fidel se pudo fijar en nosotros",  comenta hoy, sonriente, Francisco Laxalte, que fue presidente del C.U.B.A y militante político y social de toda la vida.

En 1971 fueron las últimas elecciones nacionales antes del Golpe de Estado de 1973, que dio inicio a aquel sangriento período de la historia uruguaya (que se extendió hasta 1985). Y en esas elecciones, Francisco Laxalte, un aspirante a sacerdote del Barrio Artigas fue electo edil (legislador municipal) por el naciente Frente Amplio (FA), una coalición y movimiento de fuerzas de progresistas y de izquierda.

Laxalte llegó a ser presidente del C.U.B.A.. Y en 1972, cuando regían las llamadas Medidas Prontas de Seguridad, que restringían libertades y derechos y fueron antecedente del Golpe de Estado, un militante social del barrio, llamado Luis Batalla, murió en el destacamento militar del barrio.

Las autoridades quisieron hacer pasar el hecho como una muerte por un problema cardiovascular, pero Laxalte y otros vecinos encabezaron una investigación hasta demostrar que Batalla había sido asesinado en la tortura, una práctica que se extendería a lo largo de los 12 años de dictadura.

Haber puesto en evidencia a los militares asesinos fue suficiente para que, poco después,  se decidiera la detención de Laxalte y, en 1976,  se procediera a desafiliar de la Liga de Fútbol local al Club Unión Barrio Artigas, el popular C.U.B.A. Los militares argumentaron que aquel era un foco de subversión aunque el decreto señaló que "el club Barrio Artigas ha transgredido las normas que regulan la materia, por lo que constituye deber ineludible del Poder Ejecutivo impedir ese intento de perturbar la tranquilidad y el orden público".

En realidad, la dictadura no estaba dispuesta a tolerar aquella experiencia social, cultural y  deportiva. Molestaba además que en una de las paredes de la sede del club luciera grande el escudo y la sigla C.U.B.A.

Pasaron casi 50 años del asesinato de Batalla, la detención de Laxalte y la desafiliación del C.U.B.A, pero los vecinos decidieron hace algunos meses, retomar aquella experiencia de un barrio y refundaron el club.

Hicieron todos los trámites correspondientes y consiguieron que se les restituyeran todos los derechos de los que habían sido despojados, de manera que el C.U.B.A. reingresó este año a la Primera División del fútbol de Treinta y Tres y ya está compitiendo, aunque con las restricciones propias de estos tiempos de pandemia.

Francisco Laxalte, con mas de 80 años de edad, vive actualmente en Chuy, una ciudad fronteriza con Brasil, y ubicada a unos 150 kilómetros de Treinta y Tres, su ciudad natal.

En conversación con CONTRAPUNTO (ver video) se emociona al recordar aquellos hechos y tiene su propia explicación de lo que pasó entonces.

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"Fíjese que en 1956 no había triunfado la revolución cubana, de manera que no había ninguna alusión directa a la isla caribeña. En el club de fútbol no se  hablaba de política partidaria", asegura.

Sin embargo, el asesinato de Luis Batalla "movilizó la inquietud de los vecinos y se logró que  se aclarara el crimen como un asesinato de las fuerzas represivas de entonces que querían hacer pasar el hecho como un accidente".

Para Laxalte, que desde entonces ha tenido una dilatada carrera política, las razones del renacimiento del C.U.B.A están en el gran sentido de proximidad, de pertenencia al barrio. "Un fenómeno social y cultural único", sostiene.

Cuenta que en el barrio Artigas había una escuela y un destacamento militar, lugares a los que asistían indistintamente los residentes locales. Había una relación curiosa ya que muchos vecinos varones tenían el cuartel como única fuente de trabajo y algunos hasta jugaban en el equipo de fútbol de los militares, que se llamaba Lavalleja, pero como vecinos, eran hinchas del C.U.B.A. Era un relacionamiento cultural muy curioso.

"El CUBA era una expresión cultural del barrio que la dictadura no pudo eliminar. Arremetió contra lo cultural y lo social. Todo lo que significara afectos y lazos de solidaridad entre la gente, pero no pudieron. Y castigaron duro porque Treinta y Tres fue uno de los departamentos (provincias) del Uruguay donde más se ensañó la represión" contra militantes sociales y de izquierda.

El  C.U.B.A. renació. Retomó el camino y ya se generó una nueva corriente que apunta a recuperar la identidad barrial. "Una cultura digna de admiración y para tener en cuenta, porque su fuerza cultural era un ejemplo. No pudieron destruir la expresión cultural del Barrio Artigas ni a su club", reafirma Laxalte, con orgullo.

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Carlos Castillos
Carlos Castillos
Periodista y corresponsal en Uruguay y Paraguay de ContraPunto
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