sábado, 13 abril 2024
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Concierto de rock en la antigua casa dueñas

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El domingo por la tarde, me dieron deseos de disfrutar del arte; generalmente voy al teatro, a una galerí­a de pinturas o simplemente me dirijo a un restaurante en donde llegan varios amigos artistas para conversar (o discutir) sobre las expresiones del arte salvadoreño, mientras disfrutamos de unas cervecitas, algún ceviche o una costillita. Este domingo pasado se me ocurrió ir a conocer las instalaciones del Centro Cí­vico Cultural de la Asamblea Legislativa (ex casa Dueñas), especialmente porque habrí­a presentaciones de comediantes (payasos), un concierto de rock salvadoreño y la presentación de una obra de teatro.

Llegué unos minutos después del inicio de la tarde cultural, un payasito y una payasita deleitaban al público con sus actuaciones  que hací­an reí­r a carcajadas, sin necesidad de usar palabras o gestos vulgares, es una nueva generación de artistas cómicos que saben hacer teatro de calle.

Cuando finalizó el acto de los comediantes se anunció el concierto de Lorena Cuerno y los del Bajo mundo. Lorena cuerno se graduó en la Escuela de Antropologí­a e Historia de México, trabaja como consultora en temas sociales (Planificación estratégica, investigación y desarrollo, liderazgo de equipos, relaciones públicas, gestión de proyectos, etc.), ha escrito varios artí­culos sobre problemas sociales salvadoreños (pandillas, violencia, uso de drogas, etc.).  Este grupo de rock "unlight", una versión del black metal (ojalá que no me maten mis amigos metaleros por dar esta opinión),  me recuerda la música folklórica salvadoreña (Tamborón, tamborcito y flauta de carrizo); interpretan música propia, la cual describe los sufrimientos y sentimientos de los salvadoreños(as) más sufridos(as).

Cuando finalizó el concierto, la payasita nos invitó para que nos trasladáramos a otra parte del jardí­n de esta casa, la cual ha sido bellamente restaurada, para la presentación de la obra de teatro “A la deriva”. Me llamó la atención que no habí­a un escenario, estábamos enfrente de una parte del patio que parecí­a como que lo estaban reconstruyendo, habí­a arena y  bloques de cemento. Yo me pregunté, “será este el escenario o mis pobres amigos teatreros tendrán que actuar sobre este montón de ripio”. La obra comienza cuando dos viajeros un poco harapientos llegan a este lugar, que asemeja un desierto, están tratando de pasar clandestinamente una frontera. Pero no les voy a contar la obra, porque es muy buena y es mejor que la disfruten. 

Cuando terminó la obra de teatro, salí­ muy satisfecho, habí­a sido una tarde muy agradable y saludable, habí­a disfrutado del espectáculo, habí­a comido unos platanitos fritos y un café muy sabroso, habí­a comprado una mermelada de fresa y un botecito (frasco) de medicina para la tos.

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Santiago Ruiz
Santiago Ruiz
Columnista Contrapunto.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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