Por Alonso Rosales.
En un contexto global cada vez más marcado por tensiones geopolíticas, carreras armamentistas y nacionalismos emergentes, dos realidades contrastan dramáticamente en el seno de América del Norte: el espectacular ascenso económico de California y el impulso político-militar hacia un “Domo de Hierro” estadounidense promovido por figuras como Donald Trump, con un aparente enfoque más comercial que estratégico.
California: Más que un Estado, una Potencia Mundial
Con un Producto Interno Bruto (PIB) de más de 4.2 billones de dólares (2023), California ya ha superado a Alemania para convertirse en la cuarta economía del mundo, solo detrás de EE.UU., China y Japón. Su crecimiento económico en el último año fue superior al promedio nacional, impulsado por sectores como la tecnología, el entretenimiento, la biotecnología y la energía limpia.
- PIB 2023: $4.2 billones USD
- Aporte al presupuesto federal: ~14% de todos los ingresos federales provienen de California
- Principales sectores: Tecnología (Silicon Valley), Agricultura (Central Valley), Cine/TV (Hollywood), Energía renovable
Ante este poderío económico, algunas voces californianas han reactivado el debate sobre la posible independencia del estado (el llamado “Calexit”). Aunque jurídicamente complejo, el trasfondo es claro: ¿por qué un estado que subsidia gran parte del país debería subordinarse a políticas federales que no representan su visión?
¿Un “Domo de Hierro” Americano o un Negocio Multibillonario?
La reciente propuesta del expresidente Donald Trump de implementar una versión estadounidense del Domo de Hierro israelí ha desatado fuertes críticas y sospechas. El sistema de defensa antimisiles israelí, financiado en gran parte por EE.UU., cuesta alrededor de $50,000 por cada misil interceptado, con un sistema completo que ronda los $1.5 mil millones de dólares.
Trump impulsa la idea de construir una defensa similar en suelo americano, alegando amenazas de misiles balísticos. Sin embargo, los analistas coinciden: ni China, ni Rusia, ni Irán tienen actualmente intenciones reales de lanzar un ataque nuclear directo contra EE.UU. El equilibrio del terror (disuasión mutua) sigue vigente.
En cambio, los verdaderos beneficiarios de esta política serían las grandes empresas contratistas como Lockheed Martin, Raytheon, y potencialmente incluso firmas privadas como SpaceX, de Elon Musk, interesadas en tecnología de intercepción orbital.
Canadá y la Disidencia Norteamericana
El primer ministro canadiense, Mark Carney , ha mostrado una postura firme ante las presiones indirectas provenientes del sur. A pesar de los lazos militares históricos entre EE.UU. y Canadá (NORAD, OTAN), Carney ha reiterado que Canadá no aceptará chantajes geopolíticos ni participará en iniciativas bélicas de dudosa necesidad.
Israel: Un Caso Excepcional, No un Modelo Replicable
A diferencia de EE.UU., Israel está rodeado de enemigos regionales, ha enfrentado decenas de ataques con cohetes y posee un contexto geoestratégico completamente distinto. La implementación del Domo de Hierro en ese país es una necesidad inmediata de supervivencia, no un negocio militar.
Frente al crecimiento económico sin precedentes de California y las tensiones con el gobierno federal, se hace cada vez más evidente la necesidad de revisar la estructura federal de EE.UU. Mientras tanto, propuestas como el “Domo de Hierro” americano parecen más un vehículo de enriquecimiento para ciertas élites que una necesidad estratégica real. En este ajedrez de poder, el pragmatismo californiano y la sensatez canadiense podrían ser los verdaderos escudos de la región norte americana.