viernes, 10 enero 2025

Autolesiones

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Esta tendencia es una forma de manifestar el deseo de control. De esa forma pueden "controlar" algo que le molesta

La tendencia es alarmante. Cada vez más los adolescentes que se suman a la peligrosa moda de autolesionarse haciéndose pequeños cortes en los brazos y en las piernas. Lo peor es que la mayorí­a de los casos pasan inadvertidos para los padres. Aclaración: aquí­ no hay intenciones suicidas.

En Europa, el 27,6% de los adolescentes se ha autolesionado de forma voluntaria al menos una vez en la vida, según un estudio publicado en la revista Journal of Child Psychology and Psychiatry. De estos, el 20% lo hace de forma ocasional y casi el 8% se lesiona de manera reiterada. Lo preocupante es que los casos se han multiplicado por 10 en las últimas tres décadas.

Esta tendencia es una forma de manifestar el deseo de control. De esa forma pueden "controlar" algo que le molesta. Lo introyectan -o sea lo vuelven propio- y lo descargan u omiten o lo neutralizan haciéndose daño a ellos mismos.

Eso es más fácil que “arreglar el mundo”, pelearte con tus padres, enfrentar a los que te acosan”¦ Este gesto de autolesionarse les da un control que no se puede lograr de otra manera, sobre todo en un momento de la vida tan crucial en que no son niños ni adultos. Tienen que despertar de la inocencia y no quieren aun. Además, no tienen los recursos mentales de la gente adulta para ignorar lo que no les agrada.

Si además esto se combina con un mal ambiente familiar, donde las posibilidades de conversación son escasas, hay ausencia de empatí­a y de paciencia en el núcleo interno, esto se convierte en un cóctel explosivo. Estalla la bomba y esto se convierte en un ritual adictivo que te libera del dolor moral, que es más fuerte que cualquier dolor fí­sico.

Existen indicios leves que permiten visualizar este perfil de adolescente: niños con problemas de aprendizaje, ansiedad, inquietud, trastornos de conducta… Es decir, niños poco comprendidos y con dificultades. Si el ambiente familiar no es contenedor, o no sostiene estas fragilidades, la bomba estallará con más facilidad. Todo comienza en la pubertad, entre los 12 y 14 años, aunque ahora que los niños son más despiertos podrí­an empezar antes.

Debido a que las heridas a veces son difí­ciles de detectar, un niño con las caracterí­sticas antes mencionadas encaja en este perfil, por lo que los padres deben empezar a preocuparse, más si ven cambios abruptos en su conducta, en sus amistades, en sus hábitos alimenticios y en sus horarios de sueño.

No existen recetas mágicas para frenar este fenómeno; conviene analizar cada caso en particular. Las terapias no son exclusivas sino inclusivas. Incluyen todo lo posible: medicamentos, interacciones con la familia, con el niño joven, con el centro escolar, con los profesores de aprendizaje o refuerzos educativos. También relajación, técnicas de conducta y un sinfí­n de etcéteras. En estos casos el terapeuta debe ser muy creativo y no temer incluir todos los recursos de los que pueda echar mano.

En la era de la tecnologí­a todo se propaga con la ligereza de un parpadear, eso explica que el “fenómeno de las cuchillas” se haya vuelto tan popular. Cada vez somos más seres humanos y queremos destacar como únicos, pero nos convertimos en promotores de algo y a la vez consumimos imitación y moda. Somos cada vez más del montón buscando ser diferentes con lo que otros propagan… Así­ es la esencia humana: ambivalente.

Vale aclarar, o insistir, que las autolesiones de las que hablamos no tienen intenciones suicidas, aunque hay casos que terminan mal, sobre todo cuando no se calcula adecuadamente o se pierde el control de lo que se hace, como en muchos otros retos virales.

Autolesionarse -el beber y el fumar también lo son- es solo la punta del iceberg, es una señal inequí­voca de que algo más está ocurriendo y es necesario buscar la causa lo más rápido posible.

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Margarita Mendoza Burgos
Margarita Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicólogía Médica, Psiquiatrí­a infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España; colaboradora de ContraPunto
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