Por Edgardo Quintanilla (*)
Para Tania Primavera
LOS ÁNGELES. Allan McDonald es “El Brujo del Dibujo”. Toda sociedad ha tenido brujos y brujas.
No todos ellos son iguales o han sido iguales. No todos están vivitos y coleando. La memoria histórica de El Salvador no explica quién fue el verdadero brujo que practicó sus “artes” en el Cerro El Brujo en el norponiente de ese país.
No todos los brujos y brujas han encontrado en el arte de la brocha fina un medio sutil para tocar las puertas de la conciencia. Aunque se podría decir que todos los artistas de brocha fina lo hacen, así como lo hizo la ilustradora anglo-estadunidense, Pamela Colman-Smith (1878-1951), al crear en Inglaterra en la primera década del siglo XX las figuras de la baraja del Tarot más popular en el mundo, y como lo hizo en la década de los años cuarenta del siglo pasado el aviador, novelista, poeta e ilustrador francés Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944) al crear su obra ilustrada de “El Principito”. Sin la inspiración de la artista y escritora franco-salvadoreña Consuelo Suncín de Saint-Exupéry (1901-1979) “El Principito” no hubiera nacido.
Sidney M escribe en su autopublicado libro, “Unveiling the Artist Within: A Journey of Courage, Creativity, and Self-Discovery (2024)”, que el “Arte tiene el poder de cambiar el mundo. En toda la historia, los artistas han inspirado a sus comunidades, han retado las normas [de su sociedad], y fraguado movimientos [de cambio]. Tu arte es más que una expresión personal, es una herramienta de conectividad, empatía, y transformación”. Para Sidney M, un creador estadunidense de ropa de la marca ARTISAN, en todo lo que requiere creatividad humana es donde el artista se desenvuelve. Pero no todo artista es un brujo o bruja.
Oriundo de Honduras, donde nació en 1970, las ilustraciones y dibujos del artista que se identifica como Allan McDonald se han vuelto mundialmente conocidos.
La última recopilación de su arte autopublicada en febrero de 2025 en los Estados Unidos en un librito que lo hallé en Amazon (el llamado opio de la cultura del consumerismo) y que se titula, “La Conciencia del Mundo”, y que ilustra los temas siguientes: “Retorno a la Jungla Global”, “La Democracia—Otra Caricatura”, “La Guerra—el epitafio de la razón”, “Cuando la libertad es una estatua”, “El hambre—la ideología de los pobres”, “El oscuro resplendor del dinero”, y “La era de la post-mentira”.
En cada ilustración de “La conciencia del mundo,” McDonald destella una idea, conjura un chiste, desparrama una escena repugnante, horrenda ó triste, a veces con un aforismo, y otras veces con ilustraciones sujetas a múltiples interpretaciones, como lo es un bosquejo en gris visto hacia arriba de la famosa estatua de La Libertad en la ciudad de Nueva York que sostiene un libro o folleto que dice, “MI VIDA”. ¿La vida de quién? No creo que se refiera a la canción “Mi Vida” de los cantantes y músicos de finales del siglo XX y principios del siglo XXI como José José, Divino, Nacho, DLD, o Anuel AA.
La periodista colombiana Patricia Berdejo hizo un prólogo halagador pero que lo deja a uno medio perplejo. Escribe Berdejo, “Sumergirnos en las páginas de “La conciencia del mundo”, no es sólo ahondar en la naturaleza noble de este ilustrador, sino deleitarnos con sus pinceladas prodigiosas que, desde la historieta, nos alertan a actitudes más conscientes y comprometedoras”.
Que bueno que Berdejo conozca la “naturaleza noble” del “Brujo del Dibujo”, pero necesitamos ejemplos concretos de lo que la periodista pretende entender en las ilustraciones de “La conciencia del mundo” y a qué “actitudes más conscientes y comprometedoras” se refiere. Por ejemplo, la portada es una acuarela en medio de una selva sombría donde más de 30 cerdos regordetes deambulan bajo la mirada de una mujer con un poncho rojo que tiene el mapa del hemisferio occidental y parte de Europa y África. Me hubiera gustada que Bermejo se hubiera ahondado en esta nueva caperucita roja.
Al quedarnos en lo ambiguo de un dibujo, “El Brujo del Dibujo” bien podría decir correctamente que un mago no tiene la obligación de revelar el secreto de su arte. Sin duda alguna son los eventos contemporáneos que lo han inspirado durante la tercera década del siglo XXI, como la reelección de Trump, la guerra en el medio-oriente, la invasión rusa a Ucrania, el auge migratorio en la frontera sur durante la administración de Biden, y el militarismo. En la contratapa “El Brujo del Dibujo” escribe en su último y memorable librito que, “Buscar entre lápices, los vestigios de las causas perdidas: Es mi oficio”. Ser brujo o bruja no es una causa perdida.
(*) Abogado de ley migratoria y columnista de ContraPunto.