lunes, 15 abril 2024

Algo huele podrido en Colombia

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La única diferencia que imprime estos días la cuarentena por el COVID-19, son las medidas preventivas y de encierro “obligatorio” para las personas, porque la maquinaria del sector privado y Estado continúa funcionando. Los mensajes y campañas de solidaridad, cooperación y prevención se despliegan en los medios de información por parte de sus inversionistas dirigidos a los clientes, usuarios, mejor dicho al paisano y paisana de a pie. ¿Pero a los ejecutivos y dueños del negocio se dirigen otro tipo de mensajes? Yo creo que sí, el mensaje de “sígale sacando plata al pueblo, siga sacando minerales, tranquilo que el gobierno le paga la plata que no pueden los usuarios”.

El caso de las multinacionales extractivistas es un ejemplo de esta doble moral. El decreto 457 del 2020, en el artículo 3 del gobierno nacional exige que se garanticen las actividades de producción, exportación de combustibles líquidos, biocombustibles, gas natural, GLP, minerales; palabras reconfortantes para la Drummond y Cerrejón que no han bajado el nivel de extracción de carbón para cumplir con su negocio. ¿Sobre quién recae la producción de estas empresas? Claramente no en sus dueños y altos ejecutivos, sino en los trabajadores que mueven esa maquinaria  y se exponen todos los días al contagio del COVID-19. Así lo denuncia SINTRACARBÓN, cuyas empresas limitan la entrega de tapabocas, ni se entregan los kits de desinfección de manos y herramientas; al igual que la mortandad laboral producida por la suspensión de contratos sin garantías de parte de las empresas subcontratadas.

Del caribe colombiano (norte del país) nos vamos a otro caso al oriente. En el municipio de Tame, departamento de Arauca, extrae minerales la empresa Parex (origen canadiense) también ha sido denunciada por las comunidades, por el transporte de tractomulas con gente proveniente de lugares con casos confirmados de COVID-19. La medida de la propia gente fue restringir el paso de vehículos oficiales de la empresa con montañas de tierra a lo largo de la carretera, pero el Ejército Nacional luego las retiró.

Esto viene pasando desde el mes de marzo, para la tercera semana de abril no ha cambiado la realidad. El sector bancario es el otro ejemplo de las intenciones que no tiene esa maquinaria de no ser solidario, cooperativo y mucho menos preventivo. Con ayuda del gobierno nacional por medio de sus decretos 419 y 444 de este año, los recursos públicos se dirigen a las cuentas de los bancos para “ayudar” a la población.

En el caso de la pequeña y mediana empresa, estas no recibirán subsidios que les permita sostenerse mientras no hay como vender, producir o comercializar en medio de la cuarentena. Por el contrario, la medida del Ministerio de Hacienda es la de ayudar a pagar los créditos que este sector solicite a los bancos. Según el viceministro los subsidios valen 15 billones de pesos mensuales, plata que no cuenta el gobierno (típica respuesta de esta clase de gobiernos). Por lo que la respuesta del gremio de la pequeña y mediana empresa es: “los prestamos solo alargan la quiebra”.

Aquí también huele mal un cadáver. A diferencia de Guayaquil, este no solo está en las calles, está en las casas, fincas, colegios, pequeñas y medianas empresas, en la informalidad, hasta en los ríos y páramos. Mejor dicho, en todo el país ese cadáver hiede y, más en estos días de COVID-19, el neoliberalismo sigue pudriéndose. Por eso, el gobierno nacional chino se ha atrevido a sugerir otro tipo de relaciones entre países y seres humanos después de toda esta pandemia mundial, no solo en materia de salud, debido al deterioro expuesto de los sistemas de salud bajo el enfoque capitalista, España y ahora Estados Unidos lo demuestran; el sistema de salud es una parte de la pudredumbre estructural impuesta y es lo único que se podrá agradecer al COVID-19.

Sin decir que estoy de acuerdo con la forma de hacer política de China, desde hace tiempo esta potencia oriental sobrepasó al imperio gringo económicamente, por lo que sigue proyectándose en la nueva potencia de un mundo multipolar. Lo que me asusta es el tipo de imperialismo que reemplazará a Estados Unidos o por lo menos le seguirá disputando la hegemonía de gran parte del globo.

Ahora bien, la solidaridad y la prevención no es un discurso exclusivo del sector privado ni de las potencias mundiales, pues la gente de pie que sufre de primera mano las consecuencias de la pandemia, junto a las consecuencias del modelo económico impuesto, son las verdaderas protagonistas y gestoras de esas relaciones sociales diferentes que siguen poniendo la vida, el ser humano y la naturaleza por encima de la plata y el consumo. Amanecerá y veremos. 

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Wilmar Harley Castillo
Wilmar Harley Castillo
Comunicador social, especialista en Política Pública para la Igualdad. Columnista y comunicador de ContraPunto
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