Pescadores hondureños y guatemaltecos han denunciado el hallazgo de peces muertos en el río Lempa, cuyo curso fluye a través de dichos países y finaliza en El Salvador.
"Aquí nos vino la pura desgracia, nos quedamos sin peces", dice con angustia José Alfonso Polanco, un poblador de la aldea hondureña de Piñuelas, al mostrar la muerte masiva de especies en el río.
Sentado en una piedra a la orilla del cauce del Lempa, Polanco, un agricultor de 85 años, dice que nunca se imaginó que presenciaría el fin de especies como el guapote, el tepemechín, el sábalo, el camarón y el cangrejo en el río.
Según algunos ambientalistas, la causa de estas muertes está relacionada con los beneficios de café de la ciudad de Esquipulas, Guatemala, que lanzan aguas residuales al Lempa.
"Antes, en menos de media hora teníamos pescado para comer con mi esposa y mis ocho hijos, hoy todo el día se puede perder y no se agarra nada porque los peces están muertos", resume Polanco.
Se trata de un "ecocidio", denuncia Héctor Aguirre, director de la Mancomunidad Trinacional Río Lempa, el principal ente autónomo que gestiona el río y que, junto a las autoridades de medio centenar de municipios de los tres países, lucha por mitigar la contaminación del estratégico afluente.
"Hago un urgente llamado a los ministros de Medio Ambiente de los tres países para que detengan este ecocidio", manifestó Aguirre.
El afluente del Lempa tiene un recorrido de 422 kilómetros que nace en Guatemala (31,4 km), sigue por Honduras (31,4 km) y desemboca en el Pacífico de El Salvador (360,3 km).
El río es determinante para los tres países porque sirve para irrigar cultivos, alimenta plantas hidroeléctricas y abastece de agua de consumo a gran parte de El Salvador, donde está la mayor parte de su extensión.