"Tranquilos, calmados, nervioso”, es la típica frase que en Chile demuestra el todo y la cosa ninguna; vale decir, un estado intermedio de expectación ante un hecho puntual.
Y es que la agenda hoy está girando en torno a la demanda de Bolivia contra Chile en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en La Haya, instancia que dirime los conflictos limítrofes entre naciones y cuya sede se encuentra en los Países Bajos.
Los bolivianos encabezados por su Presidente Evo Morales aspiran a una salida soberana al mar, previa instancia de diálogo que desean establecer a partir del pronunciamiento de la corte, mientras que por el lado chileno apelan al tratado que se firmó en 1904 en el contexto de la post guerra entre las naciones en cuestión, y que ganó Chile.
Morales, muy hábil, ha buscado apoyos internacionales para la demanda boliviana – con altos y bajos- y ha desarrollado su estrategia dotada de actos comunicacionales y muy simbólicos. Dentro de ellos cuentan, sólo a modo de muestra, la creación de la bandera más grande del mundo en apoyo a la demanda. El mismo mandatario que interpuso la demanda en 2013 viajó a los Países Bajos para participar directamente de los alegatos que por estos días se están desarrollando. Morales ha usado activamente su cuenta de twitter para afinar puntería y dirigir sus dardos ante la diplomacia chilena. En frente, los embates de Morales han sido respondidos con un grado de indiferencia, así como no cayendo en el juego y apelando como argumento que la posición chilena se ajusta al derecho internacional. Desde conglomerados políticos le han respondido “de manera más dura”, si así se podría enunciar. En efecto, el tenor expuesto es que para al mandatario boliviano la demanda no es más que un artilugio para perpetuarse en el poder como es su aspiración, desconociendo incluso el referéndum el cual evidenció que las y los bolivianos no desean una reelección del líder en cuestión.
El ambiente en Chile es tibio respecto al júbilo y algarabía de su vecino país. Sin ir más lejos, el Presidente Piñera no fue a la Haya y envió al Canciller Roberto Ampuero. El ambiente es raro en Chile. Hay un grado confianza, aunque dicen que justamente en la confianza está el peligro. El box populi es que Chile posee la razón y con eso basta. El punto que condimenta este ambiente chileno es que hace poco la misma corte falló en parte a favor de Perú en un litigio marítimo que desde la perspectiva chilena, no era tema. En la ocasión nuevamente el argumento chileno era ajustarse al derecho internacional.
Los alegatos concluyen esta semana y la corte tendrá que resolver esto. Se estima que a fin de año se podría pronunciar si resuelve que Chile se tiene que sentar a conversar con Bolivia, y cobra fuerza el argumento boliviano denominado “derecho expectaticio”. Este subterfugio se basa en las eventuales expectativas que habría generado Chile en Bolivia por el hecho de tener intención en los 70 y 80 de sentarse a conversar, incluso involucrando a Perú.
El tiempo dirá si la calma, seguridad y certeza en ajustarse a la razón chilena tenía asidero, o si la táctica y habilidad de Morales surtió efecto en esta disputa de dos países muy distintos, con estrategias muy disimiles, pero que sin embargo seguirán siendo vecinos.
(*) Periodista y analista chileno