T h ep e r f e c te n d i n g
Por Hans Alejandro Herrera Núñez
Que te metan dos goles en dos minutos, que te empaten faltando casi nada para el final. Llegar a penales, ese paredón de fusilamiento, y voltear la suerte de un sueño que lleva años gestándose. Eso es la vida y eso es el fútbol: Insistir. The perfect ending.
Messi no es Pelé, ni Maradona. No tiene más copas que otros monstruos del fútbol. Pero su historia es más completa que la de Pelé o Maradona. Es la historia de la promesa, del genio, el que gana títulos en el Barcelona, pero que no toca el cielo con la albiceleste en los mundiales. Es la historia de la frustración, de los grandes fracasos, el peligro de una promesa que no se cumple.
La historia futbolística de Messi es la metáfora perfecta de la historia de un hombre común, que continúa, que prosigue, que no se rinde. Es la leyenda del Héroe hecho fenómeno global. Sufrimos con él y triunfamos con él. Incluso cuando no confiábamos en él (¿quién no ha tenido dudas de Messi en un Mundial?), él supo mantener la Fe. En religión se enseña que hay que rezar por mantener la Fe. Messi supo mantener la suya. Al final no se trataba de ser el número uno, ni de la alegría ofrecida a un país, sino la alegría de poder ofrecer esa victoria a sus hijos.
En la filogenia del relato, desde los mitos griegos y el folklore germánico hasta los relatos de Roberto Bolaño y Raymond Carver, las mejores historias siempre han sido las de aquel héroe que se cae (catábasis), porque nada compromete más que ver a tu ídolo morder el polvo de la derrota, lo hace real, humano, e inspira cuando creído muerto se levanta como Jesús de entre los muertos. Con dos goles en contra en dos minutos y cuando la vida te empata faltando cinco para el final, sabiéndote ganador ya te creías al borde de la derrota. Entonces la Eucatástrofe, un concepto de J.R.R. Tolkien, aparece. Cuando todo se creía perdido, al borde del desastre.
Cuando ya asumías que ibas a postear en tus redes: “La vida es como el fútbol: injusta”; entonces la Eucatástrofe. Ese giro, esa vuelta en el guión que no es un Deux est machina, tan de Hollywood, sino el sabor real del esfuerzo, de no rendirse, de continuar, y también de suerte, porque siempre hay una dosis de suerte. Entonces ir por el gol y vencer la derrota. Entonces el milagro. Por eso emociona y compromete Messi.
Por eso en Latinoamérica leemos poco a comparación de Europa, porque aquí las mejores historias están ocurriendo frente a nuestros ojos. La escritora argentina Mariana Enriquez que nunca postea nada de fútbol dijo algo muy honesto en su Instagram hoy: “el guionista [del partido de la gran final de hoy] es un superdotado”. Y no se equivoca. Por eso este fue el mejor partido de una final de todos los mundiales de Fútbol.
La metáfora de la carrera de Messi con Argentina fue su gol en el tiempo extra. No encuentro palabras, simplemente ese gol fue hermoso. Cabe recordar cómo en el mundial de 2014 Messi quedó muy cerca de campeonar. La prensa fue cruel con él. Sobre él recaía el peso de la esperanza de toda una nación. Un peso que destroza. Ahora, por fin verlo ganar es como si un poco de nosotros también ganara. Por eso alegra su victoria.
Es porque la vida sea a nuestra percepción de humanos una continúa sucesión de injusticias, que el hecho de que Messi haya ganado, podamos creer todavía en la esperanza de la justicia. Eso es lo épico.
Ahora bien, dos reflexiones finales extraídas de las redes sociales. “Es gracioso pensar que el único que le ganó a Argentina fuera Arabia Saudita xd”. Y como comento un inglés: “[puesto que] somos dueños de algo de Argentina, realmente [la copa] llegó a casa. Bien. tal vez durmió en el dormitorio de invitados, pero siendo realistas, todavía está en casa”. Pero el mejor comentario de lejos es de @Lenny: “The debate is officially over. Messi Wins it”.
