Por Dra. Margarita Mendoza Burgos.
Convivir con una persona que suele estar de malhumor puede ser un desafío, pero con paciencia y estrategias adecuadas, es posible mantener una relación armoniosa. Es fundamental aprender a gestionar estas situaciones para evitar conflictos innecesarios y preservar el bienestar emocional.
Puede ser difícil convivir con alguien de malhumor, y aprender a manejarlo no siempre es sencillo. Cuanto más cercana sea la relación, más complicado puede volverse, ya que debatir con una persona constantemente irritada suele ser agotador. Con el tiempo, es posible que decidas no seguirle la corriente, ignorar ciertos comentarios o incluso tomar distancia para proteger tu bienestar.
Buscar otros intereses, amistades y espacios donde te sientas en paz puede ser una buena estrategia. Además, es difícil coincidir con alguien que tiene puntos de vista inflexibles y que siempre cree tener la razón. Por ello, lo mejor que puedes hacer es mantener tu optimismo y, cuando sea necesario, alejarte mentalmente para que su actitud no afecte tu tranquilidad.
Más que acostumbrarte, es importante aprender a evadir y distanciarte del malhumorado, ya sea física o emocionalmente. Adaptarse demasiado a este tipo de actitudes puede llevarte, sin darte cuenta, a imitarlas o a normalizar patrones negativos, lo cual es un error, especialmente si tienes la responsabilidad de educar a alguien a tu alrededor.
Es importante establecer límites. Si el malhumor se transforma en actitudes hirientes o agresivas, es necesario dejar en claro, de manera calmada y asertiva, que ciertas conductas no son aceptables. Comunicar de forma abierta y respetuosa lo que se siente permite que la convivencia sea más llevadera.
Fomentar la comunicación es una herramienta esencial. Preguntar con interés genuino sobre lo que le ocurre a la otra persona puede ayudar a aliviar su carga emocional. Escuchar sin juzgar y demostrar empatía contribuye a fortalecer el vínculo y disminuir la tensión.
El cambio solo es posible si la persona reconoce su problema y tiene la voluntad de mejorar. De lo contrario, es mejor enfocarte en tu propio bienestar y aprender a desconectar en lugar de acostumbrarte a su actitud. Si sientes que la situación te supera o dudas de si el problema es tuyo, buscar ayuda psicológica puede ser una opción mucho más efectiva que recurrir a alguien cercano para validar quién tiene razón.
El malhumor puede tener un componente innato, pero la crianza juega un papel fundamental. En algunos casos, quienes lo padecen fueron muy consentidos en su infancia, acostumbrados a obtener siempre lo que querían sin enfrentar frustraciones. Si surge de repente, también podría ser una señal de depresión o insatisfacción personal. Es importante evitar que tus hijos crezcan viendo el malhumor como algo normal y cotidiano.
Proponer espacios de relajación y bienestar puede marcar una gran diferencia. Actividades como el ejercicio, la meditación o simplemente salir a caminar pueden ayudar a mejorar el estado de ánimo y reducir el malhumor. Crear un ambiente positivo también es fundamental.