Una derecha sin racionalidad ni sensatez

Para el gran capital y la derecha, en los tres años del gobierno no hay nada bueno. Sin embargo, no dicen nada de las altas ganancias sostenidas de terratenientes, importadores y banqueros. El problema de ellos es que buena parte del Estado ya no está bajo su control y dominio. Y peor aún: existe una organización popular democrática y de aspiración socialista, que ya no pueden disolverla.

Los gringos no pueden ser tan obcecados y algo reconocen. Pero están trabajando en lo público y, bajo de agua, lanzan a lo público a sus tecnócratas vinculados con los prestamistas internacionales. Hablan de lucha contra la corrupción y la impunidad, pero se niegan a transparentar los reportes de operaciones bancarias sospechosas que sus aliados areneros y banqueros hicieron en el pasado. Hoy, pasando la página, apoyan a sus “héroes” con las cartas marcadas.

Sin duda, viene un perí­odo duro. Arena, para mantenerse unida, no hará otra polí­tica que posesionarse en el “no”. No está dispuesta a convivir sensata y racionalmente en este paí­s. Por orden de sus patrones, quieren nuevamente todo bajo su control, volver a las encubiertas y hoy escandalosas prácticas de corrupción del Estado.

¿La situación está estancada? ¿Toparon ya las correlaciones institucionales-legislativas?, porque esas nunca serán aliadas en la real lucha por los derechos sociales y económicos que demanda la población.

Si el gran capital y la derecha se niegan a avanzar, pues lo único que queda es profundizar la acción directa del pueblo. Ocho años en el gobierno han sido suficientes para tener claridad que los candados de la oligarquí­a y los gringos no se romperán por muchos razonamientos, polí­ticas, mesas de diálogo, etc.

Pero no se logrará si no hay mayor integralidad. Volvemos a insistir: es preciso construir múltiples formas de poder popular, activo, constante, democrático y puesto en marcha con sus propios pies. Este no se construye cuando la población “solo recibe” los beneficios de una mayor redistribución de la riqueza nacional, a pesar que eso sea solo un peldaño para que el Estado funcione en pro de los intereses populares.

Para la derecha económica y polí­tica los programas sociales podrán ser despilfarro. Pero tanto el gobierno como el Fmln deben de explicar que esos programas son necesarios por la voracidad empresarial protegida por leyes y la institucionalidad heredadas.

Arena es un partido corrupto y cachero hasta la médula. Y los cuatro magistrados o sus investigadores no harán nada, porque chucho no come chucho. Otra confirmación: la última resolución anti-laboral de la Sala sobre el IAIP.

El cambio de la correlación está en el pueblo y no solo o principalmente en las instituciones o las llamadas polí­ticas sociales dentro de este sistema burgués-democrático. Los oligarcas y sus voceros no cederán un pelo, está demostrado.

Ante el poder mediático del capital, no solo hay que hacer uso retórico de las redes sociales, sino volver a la comunicación multidireccional. La “modernidad” no llega a todos los circuitos. Usar cuartillas y octavillas, mensajes que des-cubran las ganancias y el maquillaje luminoso de la explotación.