“Tuberculosis polí­tica”

Hoy toda o casi toda la gente en El Salvador se asume “romerista”. Conmemorado  el 37 aniversario del martirio del cuarto arzobispo metropolitano y pasado el rumor polí­ticamente interesado sobre su canonización, vale la pena echarle una mirada a la situación del paí­s desde su magisterio inspirado en su lema arzobispal: “Sentir con la iglesia”.

Monseñor Romero no entregó su sangre para que, a estas alturas, mataran a balazos a una niña de siete años ‒con uniforme escolar puesto‒ y a su hermana de 21; esos crí­menes ocurrieron dos dí­as antes del recién pasado 24 de marzo. Dicha fecha es motivo de “orgullo” para este y el anterior Gobierno, pues en diciembre del 2010 la ONU la dedicó a la dignidad de las ví­ctimas que acá ‒por las  graves violaciones de sus derechos humanos‒ les siguen negando verdad, justicia y reparación integral.

El pastor tampoco fue inmolado para que la semana pasada, el sábado 25, asesinaran otras dos mujeres: abuela y nieta de 50 y 19 años. Era un ritual “marero” de iniciación, dicen. Hubo más ejecutadas durante el mes que acoge el dí­a dedicado a ellas: el 8 de marzo.

En ese marco, Salvador Sánchez Cerén anunció que pedirí­a al Papa Francisco que viniera el próximo agosto, pues un “escenario de canonización generarí­a una nueva situación en el paí­s”; también pidió al pueblo, precisamente ese sábado, unirse en oración para que ocurriera dicha canonización. ¿Cuál es el sentido de esas dos solicitudes presidenciales? Polí­tico, obviamente. Mientras se matan policí­as, soldados, integrantes y no integrantes de maras ‒todas ví­ctimas de entre las mayorí­as populares– bien dice el jesuita Rodolfo Cardenal: no “se puede desear con verdad” la canonización de Romero.

Este lamentó, el 30 de abril de 1978, el asesinato de dos policí­as. “Ante el atropello y la violencia ‒sostuvo‒ jamás he parcializado mi voz. Me he puesto con compasión de Cristo al lado del muerto, de la ví­ctima, del que sufre (…) He dicho que dos policí­as que mueren, son dos ví­ctimas más de la injusticia de nuestro sistema que (…), entre sus crí­menes más grandes, logra confrontar a nuestros pobres (…) Policí­as y obreros o campesinos pertenecen todos a la clase pobre. La maldad del sistema en lograr el enfrentamiento de pobre contra pobre. Dos policí­as muertos son dos pobres que han sido ví­ctimas de otros tal vez pobres también (…)”.

El 24 de marzo es, además, el “Dí­a mundial de lucha contra la tuberculosis” pues en 1882 Roberto Koch descubrió la bacteria causante de esa enfermedad infecciosa que se transmite a través del aire, forma nódulos en los tejidos afectados y puede dañar otros órganos del cuerpo; sobre todo, los pulmones.

Los pulmones de El Salvador respiran olor a muerte; escupe sangre a montones por su boca y secamente tose expulsando gente, lo recorre la febril desesperanza que anida entre sus mayorí­as populares… Todo por la “tuberculosis polí­tica” de su conducción, no importa la “pandilla” que sea, a lo largo de los últimos 25 años.