"Amaneceremos en el 2025 frente a un lienzo en blanco: un año para escribir nuestra historia con propósito y responsabilidad": Nelson López Rojas.
Por Nelson López Rojas.
Esta noche despedimos al 2024 con lecciones que hemos aprendido o desaprendido, con avances tecnológicos que han revolucionado nuestra forma de trabajar y conectarnos, hasta los eventos sociales y ambientales que nos recordaron la urgencia de cuidar nuestro planeta, nuestra casa común, como lo ha dicho el Papa Francisco, y fortalecer nuestra humanidad. El balance de este año nos invita a reflexionar y actuar.
Los jesuitas me enseñaron a escribir mi historia e influir y cambiar la de otros, y ahora, en esta transición es un momento ideal para reflexionar, pero sobre todo para actuar, para preguntarnos: ¿Qué queremos lograr este año? ¿Cómo podemos marcar la diferencia en nuestras vidas y en las de los demás?
Amaneceremos en el 2025 frente a un lienzo en blanco: un año para escribir nuestra historia con propósito y responsabilidad. Si vos no la escribís, alguien más lo va a hacer por vos y llenará esas páginas con rumores y falsedades. Este nuevo ciclo trae consigo posibilidades y retos por conquistar. Todos tenemos las mismas 24 horas y los 365 días para dedicarle tiempo a lo que verdaderamente importa: a la gente que amamos, a nuestras pasiones y a las causas que abrazamos. Sin embargo, vivimos en una cultura que glorifica el estar ocupados, el hacer dinero, el ser workaholics, y nos deja con ese amargo sentimiento de lo que pudimos haber hecho: visitar a nuestra madre o conectar con un amigo, cenar en ese restaurante o asistir al último show de una amiga. No podemos agregarle más horas al día, pero sí podemos enfocar nuestras intenciones en acciones; no le podemos agregar más días al año, pero sí podemos evitar las distracciones que TikTok, Insta y las otras redes nos ofrecen y así dejaremos de sentirnos saturados e invertir tiempo en lo que sí importa: poner nuestra intención en acción.
Dormir, agradecer y ayudar: estos tres pilares, que científicos de Yale identificaron como claves para la felicidad, siguen siendo vigentes. Pero en 2025, quiero añadir un cuarto elemento: actuar. Muchos se quedan con las ganas, con los deseos, con “la intención es lo que cuenta”. No. El agradecimiento y la ayuda no pueden quedarse en buenas intenciones; deben traducirse en acciones concretas que beneficien a quienes nos rodean. ¿Cómo? Tal vez comenzando con pequeños gestos diarios: recoger la basura en nuestra calle y no pensar que para eso les pagan a los de la alcaldía, apoyar el emprendimiento de un vecino o comprarle el libro a este nuevo autor amigo tuyo en lugar de pedírselo regalado, o incluso ofrecer una palabra amable a quien lo necesita.
En un mundo donde las guerras y la violencia siguen marcando titulares, desde Ucrania hasta Palestina, los conflictos con China y Taiwán, temores de una guerra nuclear… debemos recordar el poder transformador de la empatía. No se trata de ponernos en los zapatos del otro, sino de actuar con simpatía y solidaridad. Este año, díganle a Trump (y digámoslo para nosotros mismos) que hay que construir puentes en lugar de muros, ser agentes de paz en nuestras familias, nuestras comunidades y más allá.
Aunque hemos avanzado en ciertos aspectos como país, quedan muchos retos por superar para crear un país más justo y solidario. No sirve de nada tener un Centro Histórico bonito si no tengo los $5 para permitirme comprar un sorbete o un café; de nada me sirve que el país construya torres de apartamentos si los $400 de sueldito de pobre no me alcanza para la cuota; de nada me sirve que haya empleo si los empleadores se vuelven explotadores sin que haya regulación. Las calles donde viven los pobres deben ser pavimentadas y alumbradas con el mismo esmero que las de los más acomodados o por donde pasan los turistas. Los espacios culturales y educativos deben ser accesibles para todos, y nuestro sistema de justicia debe ser equitativo: si se sanciona a Pedro Pupusa manejando con unos tragos de más, también deben detener al diputado o al hijo del diplomático que se pasó de copas. O todos en la cama, o todos en el suelo. Urge trabajar con más empatía y con celeridad para corregir los errores y devolver la tranquilidad a las familias afectadas por detenciones injustas.
“Cuando el destino está en tus manos, y la suerte no importa, no miras la moneda” es una frase que circula en internet y que las fake news se la atribuyen al Diego. Te invito a aceptarte y a darle dirección a tus propósitos para convertirlos en metas alcanzables y no a depender enteramente de Dios o de la suerte, hay que trabajar. Si en el 2024 no lograste cuajar ese emprendimiento, aprender ese nuevo idioma o mejorar tu salud, ¡este es el momento de intentarlo de nuevo! Recordá que el cambio no ocurre de la noche a la mañana; es el resultado de pasos pequeños y consistentes, pero tenés que dar el primer paso: comenzar. ¡Celebrá cada logro, por más pequeño que sea!
Deseo un 2025 donde la verdad y la humanidad prevalezcan. Que seamos honestos con nosotros mismos y con los demás, que valoremos aprender cosas nuevas, el arte, los libros, las ferias de libros, la cultura y la creatividad como pilares fundamentales de una sociedad más plena. Que aprendamos a amar intensamente, a perdonar sinceramente y a avanzar con el corazón ligero y la mente abierta.
Este año nuevo, construyamos un país más igualitario, amable y humano, porque, al final del día, la verdadera riqueza de un pueblo no está en sus edificios, en su centro histórico o en su economía, sino en la calidad de su gente. ¡Que tu 2025 sea memorable!