¿Cuál sería la interpretación correcta del régimen de excepción?
Por Mario David Mejía.
Muchas personas seguidoras del régimen bukelista experimentan una fuerte disonancia cognitiva ante las revelaciones periodísticas de El Faro. Les resulta difícil conciliar la idea de que un gobierno que perciben como artífice de la seguridad actual, -al haber desarticulado a las pandillas como estructura organizada— haya, en realidad, negociado con estos mismos grupos criminales.
Para evitar enfrentar esa contradicción, muchos optan por negar o desestimar lo revelado por El Faro, aferrándose a un fuerte escepticismo selectivo. Esta respuesta es comprensible desde el punto de vista psicológico: les ayuda a reducir la incomodidad interna provocada por la disonancia entre su percepción de seguridad y las acciones éticamente cuestionables del gobierno.
Por esta razón, propongo el siguiente análisis objetivo en formato tres preguntas y respuestas, como una herramienta para reflexionar con mayor claridad, lejos del ruido político y emocional:
1.¿Negoció el régimen bukelista con los grupos pandilleriles?
R/ Sí, negoció con ellos, ¿Por qué?, para obtener cierta gobernabilidad en los territorios controlados por estos grupos, obtener cierta reducción de los niveles de violencia, y así proyectar una imagen de control y seguridad ante la población. Estas negociaciones facilitaron que el régimen bukelista pudiera consolidar más su poder y fuera visto como garante de la seguridad.
2.Entonces ¿Qué fue lo que llevó al régimen de excepción? ¿Si había un acuerdo, qué disparó el número de asesinatos que llevó al régimen bukeliano a decretar el régimen de excepción?
R/. No se sabe con certeza si, desde un inicio, durante las negociaciones con las pandillas, el régimen de Bukele ya tenía previsto aniquilar a estos grupos mediante la implementación del régimen de excepción. Sin embargo, parece probable que sí.
Una posible interpretación es que, en las primeras etapas de consolidación de su poder, el régimen consideró que las pandillas podían ser útiles para mantener cierto orden territorial. Al no contar aún con el control suficiente, le resultó necesario negociar con ellas. Más adelante, cuando el poder del oficialismo ya se encontraba firme, y aprovechándose que la ciudadanía estaba harta de los crímenes que las pandillas habían cometido durante décadas, el régimen habría decidido romper unilateralmente los acuerdos.
Es posible que esa ruptura buscara provocar una reacción violenta por parte de las pandillas, lo que efectivamente sucedió con la masacre de marzo de 2022. Esa ola de sangre serviría entonces como justificación para instaurar el régimen de excepción, lo que a su vez reforzaría la imagen de Bukele como líder implacable y garante de la seguridad.
Otra hipótesis es que fueron las pandillas quienes, al ver debilitados los términos del pacto o queriendo renegociar en condiciones más favorables, iniciaron una nueva ola de violencia. Frente a esa amenaza, el régimen —ya consolidado en su control del Estado— aprovechó el momento para lanzar una respuesta masiva y definitiva, utilizando el régimen de excepción como instrumento para erradicar a estos grupos y afianzar su modelo autoritario con amplio respaldo popular.
3¿El régimen de excepción ha traído seguridad?
R/. Si entendemos por seguridad la eliminación de la inseguridad provocada por los grupos pandilleriles, entonces la respuesta es un sí contundente: el régimen ha traído seguridad.
Es un hecho innegable que la violencia ejercida por las pandillas ha sido desarticulada como nunca antes en la historia reciente del país. Sin embargo, también es un hecho innegable que este logro se ha conseguido a un altísimo costo: la implementación del régimen de excepción ha dado lugar a violaciones masivas de derechos humanos, incluyendo el encarcelamiento arbitrario y la tortura de miles de personas inocentes.
Así, mientras una forma de inseguridad —la ejercida por las pandillas— fue erradicada, emergió otra: la inseguridad causada por el propio Estado, a través de cuerpos de seguridad estatales que no respetan derechos humanos. La población dejó de temerle a las pandillas, pero comenzó a temerle al Estado dictatorial.
Conclusión.
El régimen bukeliano ha utilizado diversas tácticas para consolidar su poder autoritario, una de esas tácticas fue haber negociado con los grupos pandilleriles cuando le convenía, y las destruyó como organización cuando le convino hacerlo.