miércoles, 11 diciembre 2024

No a la intolerancia de género

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Este rechazo es algo cultural... La cultura latina es altamente temerosa y rechaza lo diferente. Somos hipócritas

Hace unos dí­as se dio en Argentina un caso que merece la atención y que nos llama a la reflexión. Por primera vez la Justicia contempló un homicidio "calificado por odio a la identidad de género" y sentenció a cadena perpetua al asesino, Gabriel Marino. La ví­ctima fue Diana Sacayán, lí­der del movimiento LGBTIQ, a quien asesinaron con 13 puñaladas por su condición de travesti en el año 2015.

No es necesario llegar a casos extremos como un asesinato para darnos cuenta hasta qué punto está instalada la intolerancia de género en la sociedad moderna. Por supuesto que hay modos de combatirla y deberí­amos empezar desde la niñez, hablando de ello con nuestros hijos, sean del género que sean. Debemos inculcarles el respeto a las diferencias y ver cómo éstas nos enriquecen, lejos de separarnos. El peor ejemplo que podemos dar es burlarnos de los que son “diferentes”, como si estuviéramos tan seguros de que nosotros no somos también diferentes en algo, en lo que sea.

Estoy convencida de que el odio de género existe porque las propias madres crí­an a sus hijos varones con la idea de que ellos son "especiales" y que las mujeres no valen nada si no tienen un hombre al lado. De a poco se va consolidando el concepto de que la gran misión de una mujer es atender a los hombres, al punto que al casarse casi todas pierden el apellido y pasan a ser “de” (del esposo, claro). En muchos casos, especialmente en los hogares machistas, vemos tratos desiguales entre el hombre y la mujer de parte de los padres, y hasta se escuchan barbaridades como que las mujeres son "estuche de caballero".

En El Salvador ahora escuchamos cada vez con más frecuencia la palabra “feminicidio” en los medios de comunicación. Es algo que ahora ha cobrado más relevancia y por lo tanto se le da más publicidad. Sin ninguna duda antes también ocurrí­an estos hechos, solo que pasaban inadvertidos. Sin embargo, el evidente aumento de feminicidios en el paí­s puede obedecer a un factor de imitación debido a la “mediatización” de los medios (disculpen la redundancia), y a que, además, muchos de los culpables salen libres o con condenas risibles. Por eso, en la medida que se capturen a los responsables y las condenas sean adecuadas podrí­an reducirse los casos, ya que la sensación de impunidad está siempre latente.

Insisto en que la violencia de género siempre ha existido y tiene mucho que ver con la idiosincrasia femenina, que va aceptando el maltrato hasta que éste llega a grados insostenibles de violencia, incluso a la muerte. También me ha llamado la atención que muchos hombres están quejándose de la publicidad que se le dan a los feminicidios y la poca atención a las muertes de varones. Honestamente, la violencia de género es igual para ambos géneros, pero, honestamente, casi el 100% de muertes de varones se deben a múltiples razones, sobre todo maras, que no tienen que ver con violencia de género.

Definitivamente no hay campañas lo suficientemente efectivas para frenar la violencia de género, y el principal problema es que no profundizan en el cambio. Por lo general son mensajes vací­os, y las mismas mujeres mantenemos el statu quo, ya que no los aplicamos. Las mujeres no somos unidas, nos crí­an sintiéndonos rivales de otras mujeres, que nos importe más la apariencia que lo que valemos de fondo, que sintamos que no valemos porque envejecemos… ¿Y acaso los hombres no envejecen? Nos educaron para sentirnos mal por ser exigentes y perfeccionistas. Como jefes, por lo mismos que a ellos los tildamos de acuciosos y excelentes, a nosotras, en cambio, se nos tilda de neuróticas.

Si las mujeres estamos en problemas en El Salvador, ni hablar de la comunidad LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales). Aún queda mucho por hacer. La religión ayuda poco y las familias suelen ver como una desgracia el hecho de tener a alguien con alguna de estas condiciones. No se acepta lo diferente y lo rechazamos, por eso muchas personas lo ocultan y prefieren llevar una doble vida.

Este rechazo es algo cultural… La cultura latina es altamente temerosa y rechaza lo diferente. Somos hipócritas. A veces lo aceptamos, pero solo si el problema no está en nuestra familia. Hay muchos prejuicios que vencer, ya que se estigmatiza a estas personas como malas solo por ser diferentes. Erróneamente se cree, por ejemplo, que todos los homosexuales son pedófilos y se les condena por eso. Sin embargo miramos bien a los señores que buscan jovencitas, casi niñas, y si son ví­rgenes mucho mejor. Hay mucha ambivalencia en los valores y no cabe duda que el machismo es el gran contribuyente.

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Margarita Mendoza Burgos
Margarita Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicólogía Médica, Psiquiatrí­a infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España; colaboradora de ContraPunto
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