Movimiento social en Francia: «Chalecos amarillos» en los campos amargos

Desde el 17 de noviembre, un movimiento popular de los « chalecos amarillos » surgió en Francia para oponerse a la polí­tica de reajuste del gobierno Macron. Entre 220.00 et 120.000 personas se movilizan a lo largo de las semanas y no quieren dejar el terreno hasta que el Presidente cambie su polí­tica y dimita”¦

Loren Sanchis, militante sindical, estuvo presente en la concentración de los Campos Eliseos este sábado 8 de diciembre. Las organizaciones sindicales y polí­ticas de izquierda tratan de construir una convergencia de las reivindicaciones y de las acciones.

Hoy, como todos los sábados desde un mes, los Campos Elí­seos son uno de los puntos de reunión y de contestación al gobierno de Macron.

De hecho, las reclamos son muy diversos, algunos más bien "patronales" contra todos los impuestos y otros "sociales" por la justicia frente a los impuestos y contra el « aplastamiento » de los más pobres y precarios … Lo que plantea la cuestión de la fragilidad de un movimiento de este tipo, sin autoridades, sin programa aprobado, sin organización interna, porque cuando los empresarios privados tienen garantí­as como en Lorient (región de Bretaña), la semana pasada … Abandonaron la lucha y dieron la espalda a los pobres.

Frente a la posición de la gendarmerí­a móvil en el Arco de Triunfo, la extrema derecha y los realistas (flores de lis, pequeñoburgueses rebeldes, boinas militares…) provocaron disturbios tal como el golpe fallido de 1934. No olvidemos que los barrios ricachones del 8vo y 16to es el territorio donde viven ellos.

En cuanto al perí­metro de seguridad, los Campos Elí­seos fueron una verdadera trampa. Un poco más lejos, en las provincias, comienzan los controles en las estaciones de ferrocarril y las carreteras que conducen a Parí­s. (En la estación de mi ciudad, luego de varios minutos de registrarme y controlar mi documento de identidad, por orden del superior, se tomó una foto de mi pasaporte). Debemos pasar nuevos controles y retenes hasta hacer convergencia hacia los Campos Elí­seos. Los agentes móviles, la Brigada Anti-Criminalidad (BAC) y otras fuerzas se extendieron para cerrar todas las ví­as de acceso, excepto 2 o 3, para filtrar, por lo que vi. Y una vez dentro, nos mandaron gases lacrimógenos, recibimos proyectiles (yo, de una granada anti-cerco en la pierna). Vi a un hombre recibiendo tomando un proyectil de flashball en la cabeza, otro en el brazo y dos charcos de sangre a la derecha por la plaza Charles de Gaulle (Arco del Triunfo)… Entonces, aquí­, la policí­a se divirtió al cortar la avenida, causando movimientos de la multitud hacia la izquierda, hacia la derecha o de regreso al Concorde cuando no estábamos atrapados frente a la plaza Charles de Gaulle: cinco horas de gas y proyectiles. Gracias Macron!

Yo, tení­a un chaleco amarillo y un broche de la CGT: conocí­ a otros cégétistas (SNCF, jubilados o educación) que ya no podí­an seguir siendo espectadores y que optaron por venir a Parí­s para hablar con los movilizados de este movimiento sin precedentes. La bandera roja estampada con la efigie del Che fue nuestro punto de reunión. Y es cierto que hubo diversidad, en los reclamos, en las clases sociales, en los orí­genes (he conocido a chicas de Argelia, de las Antillas, personas de todos lados y de todos modos, no importa), pero estaba vivo y discutimos cuando podí­amos respirar: justicia ante los impuestos, servicios públicos, racismo, solidaridad, lucha de clase”¦ Un ambiente comparable al de 1995 en Francia. Todos estaban discutiendo e inventando un futuro juntos. La gente se sentí­a realmente ciudadana.

Lo cierto es que hemos sido violentados y la ira no ha disminuido.

Recibimos tus balas de goma pero aun así­, la iniciativa para acabar con la violencia es tuya, Emmanuel Macron. Si el gobierno no da un giro social en su polí­tica, las movilizaciones seguirán en todo el territorio.