La pedagogí­a de un presidente

La educación también se adquiere con ejemplos, con apertura, con dar y aceptar consejos

Hace unos dí­as ocurrió un episodio que vale la pena comentar y que sirve para graficar cuán devaluada está la palabra respeto en estos dí­as. En un acto en Parí­s, el presidente francés Emmanuel Macron fue saludado por un adolescente con un "¿Qué pasa, Manu?". El mandatario no lo tomó a bien, le exigió respeto y le pidió que lo llamara "Señor Presidente o señor". Luego replicó: “Estás en una ceremonia oficial, así­ que compórtate como debe ser. Puedes hacerte el imbécil, pero hoy hay que cantar la Marsellesa”¦”

Debo reconocer que al principio me pareció algo exagerada la reacción de Macron ante el joven, pensé que se enojaba por una nimiedad. Pero después, al leer la noticia entera, me di cuenta que el disgusto de presidente no era solo por eso. Es que luego iban a cantar el himno de Francia y el adolescente estaba entonando "La Internacional’, o canción de la Resistencia en contra de los alemanes durante la Ocupación durante la II Guerra Mundial. Por eso le pidió que le llamara Señor Presidente, además de dejarle un consejo: si querí­a cambios debí­a prepararse primero para ser protagonista de esos cambios.

Aquí­ viene un punto importante relacionado con la educación, y creo que Macron lo plantea muy bien en dicho ejemplo. Generalmente necesitamos conocimiento para realizar cambios adecuados. A veces, y no hay que ir tan lejos, vemos presidentes incultos, que realizaron cambios a punta de balas y ahora que deben representar al paí­s no saben cómo expresarse y mucho menos proponer cambios. Se entiende que a veces las guerras son inevitables y que para algunos es la única forma de ser escuchados, pero ahora se están gestando otros conflictos, con muchas muertes, pues hay incapacidad para gobernar por falta de preparación.

Para nadie es un secreto que, en general, a los jóvenes o adolescentes no les importa la educación. Suele ser tediosa, y a la vez esta sociedad está llena de ejemplos en los cuales gente con nada de preparación se hace millonaria de la noche a la mañana. Aquí­ hay que incluir a nuestros polí­ticos, las estrellas mediáticas, los traficantes”¦ Eso lleva a pensar que estudiar es perder el tiempo. Y, lo que es peor, muchas veces resulta cierto, ya que los que estudian en los paí­ses como el nuestro no ganan nada con sus conocimientos. La diferencia con otros paí­ses, especialmente Francia y Estados Unidos, es abismal.

A pesar de eso, la educación siempre tiene que ser una prioridad. Siempre podemos educar, ya sea dando el ejemplo o en los comentarios que hacemos. Desgraciadamente los medios informativos o las redes sociales les dan más importancia a “los ricos en minutos” que a los que se preparan y logran cambios reales en el mundo y la vida de las personas. Investigadores, cientí­ficos y otros auténticos profesionales comprometidos con lo que hacen son eclipsados por otras estrellas mediáticas con mensajes vací­os.

La educación también se adquiere con ejemplos, con apertura, con dar y aceptar consejos. Hay personas que no presentan la cualidad de escuchar y recapacitar sobre ello, entonces todo se hace más difí­cil. Pero también están aquellos ávidos de nuevos conocimientos, como la gente que lee estos artí­culos, que tiene ya tiene la motivación de leerlos para aprender. Eso sí­, en el caso de que les impusieran, probablemente serí­a diferente.

Ser una persona influyente -desde un presidente, un actor o un deportista- también implica una responsabilidad. Por supuesto que deberí­a aprovechar su popularidad para educar a sus seguidores. Por eso es triste ver cómo las personas admiran y elevan a otros a la categorí­a de dioses o semidioses y que lo único que tienen es un don, al que ni siquiera han enriquecido con algo más. Así­ es, por ejemplo, es Diego Maradona, que presume de ser un dios y al cual endiosan hasta confundirlo con una divinidad. Sin embargo, noto una tendencia positiva en las estrellas mediáticas actuales: definitivamente tratan de irse volviendo menos vací­as. Y aquí­ pongo el caso de la socialité estadounidense Kim Kardashian, que trata de ayudar a personas carenciadas. Es difí­cil saber si es parte de su campaña de imagen para que nos olvidemos de que se hizo famosa por un video porno y otros escándalos, o simplemente porque quiere mandar un mensaje positivo. En todo caso, la educación, el respeto y las buenas formas son valores muy preciados, de esos que nunca pasan de moda.