Izquierdas y derechas: la actualidad de su antagonismo

“No estemos tan contentos, con la derrota de Hitler, porque aunque el mundo se puso de pie y mató al bastardo…la puta que lo pario está caliente de nuevo”, Bertolt Brecht

Los orí­genes del antiguo antagonismo de Izquierda y Derecha, nace en los momentos de la Revolución francesa. En donde, en los Estados Generales y en la Asamblea Nacional, los conservadores se sentaban hacia la derecha y los revolucionarios hacia la Izquierda, esta distinción es muy popular hasta el presente, lo que influyo en la polí­tica contemporánea y postmoderna, en la clasificación de idearios polí­ticos. 

En nuestros dí­as, cuando muchos “teóricos e intelectuales” sostienen que es un absurdo seguir discutiendo sobre “derechas e izquierdas”, pues éstas fueron rebasadas después de la caí­da del “Muro”, tales formas de ver y entender la realidad del ser humano, sus derechos y sus valores, siguen estando  en el centro del debate. Una concepción economista liberal basada en la desigualdad y la otra histórica y racional,  sustentada en la igualdad cobran hoy una magnitud global.

Toda concepción totalizadora de la Historia, según la cual hay un destino establecido y definitivo, no tiene futuro. La concepción no profética, no escatológica de la historia caracteriza el pensamiento laico al cual me siento ligado, sostiene Norberto Bobbio.

Las referencias a la izquierda, no aluden sólo a los elementos tradicionales, como pueden ser revolucionarios socialistas, comunistas y socialdemócratas, sino a todos los que, en la palestra polí­tica, adelantan transformaciones o actitudes progresistas. Tales son los casos del movimiento anticolonialista y de liberación nacional, los luchadores por la paz, los movimientos sociales, los sectores avanzados dentro de la oficialidad militar y la policí­a, los polí­ticos nacionalistas y comprometidos, y naturalmente los revolucionarios.

Derecha e Izquierda son contrarias, opuestas, antitéticas lo cual quiere decir que ninguna doctrina, pensamiento o movimiento polí­tico puede ser al mismo tiempo de derecha y de izquierda. Todas las disciplinas del saber humano moderno están dominadas por una de ellas. Cuando se quiso explicar la desaparición de la “dí­ada” como la conceptualiza Bobbio, se situó a la base la crisis de las ideologí­as, o como se la llamó pomposamente el “Fin de la Historia y el último hombre”. Su propio autor (Fukuyama), tuvo que desdecirse de ese absurdo teórico, años después.

La historia nos ha demostrado que nunca ha habido tal crisis de ideologí­a y que no hay nada más ideológico que afirmarlo, dice Bobbio (1995) Izquierda y Derecha no indican solamente doctrina, de tal manera que disminuirla a esto es una Reductio ad absurdum.

ndican programas opuestos, intereses y valoraciones contrarios de hacia dónde conducir a la sociedad, que en El Salvador equivale a decir una democracia del pueblo (revolucionaria) o una “democracia del poder” (tradicional burguesa y autoritaria)

Para nosotros los izquierdistas revolucionarios, fueron los valores fundamentales de nuestro pensamiento: la ética social y polí­tica, la tolerancia, la unidad y la pluralidad, la libertad, la paz, la justicia, la solidaridad y la igualdad, los que nos han permitido no sólo enfrentarnos y derrotar a la dictadura militar, si no ser la primera fuerza polí­tica que hoy gobierna este paí­s, desde donde continuamos la lucha por una democracia postergada por el poder de los ricos.

La derecha es nacionalista a ultranza y la izquierda revolucionaria es internacionalista y anti chauvinista; la derecha respecto al tiempo vive del pasado y es conservadora en el presente, se niega al cambio y promueve la desigualdad. La izquierda revolucionaria es actualizada, cambiante, progresista y orientada al futuro, sosteniendo una ética de principios y de responsabilidad, respondiendo al cambio. Promueve la igualdad.

La derecha defiende y sostiene el reinado de la economí­a sobre la polí­tica (neoliberalismo) o al contrario la hegemoní­a de la polí­tica sobre la economí­a y el pueblo (oligarquí­a) La izquierda revolucionaria se pronuncia por la autonomí­a y la dignidad de ambas, las cuales conforman una unidad dialéctica. La derecha usa al  Estado para controlar por la ví­a del Derecho y la fuerza a la sociedad (totalitarismo) o al contrario, la absoluta independencia de lo privado y la necesidad de reducir al Estado a una fuerza de mantenimiento del orden (neoliberalismo)

La izquierda revolucionaria en cambio sostiene la necesidad de un complicado equilibrio entre un Estado fortalecido y ante todo democrático, que le permita ser depositario de la autoridad legí­tima y el pueblo, siendo éste el legí­timo poseedor del poder, al mismo tiempo que busca desarrollar la economí­a, desde un concepto de progreso del ser humano, no sólo de las élites.

Jurí­dicamente la derecha defiende con la espada los privilegios de la propiedad privada de forma concentrada, pues le da poder. Defiende los “derechos del suelo por herencia y sangre”. La izquierda revolucionaria reclama la abolición de la primací­a sobre “el derecho de propiedad” como instrumento de explotación, enriquecimiento y poder y busca fundamentar el Estado y la sociedad en un Derecho que privilegie al ser humano (los derechos humanos) y la solidaridad.

Socialmente, la derecha tiende a defender a los poderosos, desde un concepto de democracia ligada al poder, institucionaliza “la caridad” y ve a los débiles como “pobrecitos dignos de lástima”.  La izquierda revolucionaria lucha por la reivindicación de los derechos de las mayorí­as desposeí­das y de las minorí­as discriminadas, no en nombre de la caridad si no de la Justicia.

“Filosóficamente, la derecha encajona a los seres humanos en particularismos nacionales, racistas, clasistas, sexistas, sistémicos, culturales o religiosos, en tanto la izquierda revolucionaria los combate en nombre de la humanidad y de los individuos, es decir intentando responder de modo universalista a las razones del ser humano, en su doble acepción de individuo y especie” (Iglesias: 1990) La derecha es por definición conservadora, reaccionaria y refractaria a lo popular.

Lejos de haber perdido relevancia con la globalización capitalista y el mundo posmoderno, la oposición entre derecha e izquierda se reconfigura a nivel regional, continental y mundial, en tanto el llamado “retraso de la polí­tica” consiste en realidad en la lucha por recuperar la soberaní­a de nuestros pueblos y su derecho a construir su propio futuro contra los intentos de uniformar al mundo, desarrollado por las derechas neoliberales, el voraz capitalismo trasnacional y su aparato polí­tico militar, el imperialismo norteamericano.