ICE acosa a funcionarios electos demócratas

"Donald Trump y su séquito han intensificado la violencia de sus ataques verbales contra cualquiera que se atreva a ponerse en su camino": Gabriel Lerner.

Por Gabriel Lerner.
Hispanic L. A.

Desde que asumió el poder en enero, el presidente Donald Trump y su séquito han intensificado la violencia de sus ataques verbales contra cualquiera que se atreva a ponerse en su camino. 

El blanco principal de la campaña de agresión son los inmigrantes indocumentados, perseguidos, detenidos en plena luz del día en sus lugares de trabajo, domicilios, escuelas, hospitales y templos. Los operativos son contra quien parezca latino y varios ciudadanos y residentes legales han caído en sus redes. 

Y ahora, este gobierno ejerce la violencia contra la oposición política incluyendo al partido Demócrata. 

En los últimos días ha sucedido lo que advertimos desde hace tiempo. Se ha desatado una ola de violencia contra funcionarios electos demócratas. 

El caso más espeluznante es por supuesto el asesinato de la legisladora estatal de Minnesota Melissa Hortman y su esposo Mark, en un frenesí de atentados que incluyó herir de gravedad al senador estatal John Hoffman y su esposa. El supuesto asesino está tras las rejas. 

Pero no menos preocupante fue la agresión cometida por la autoridad contra el senador federal por California Alex Padilla, quien se presentó a una conferencia de prensa celebrada por la Secretaria de Seguridad Interna Kristi Noem y quien al intentar hacerle una pregunta fue empujado afuera por agentes federales y esposado a la fuerza, pese a que sabían quién era, porque él lo anunciaba a todas voces. 

De igual manera ayer, Brad Lander, el contralor de la ciudad de Nueva York y uno de los candidatos a alcalde, fue agredido y esposado a la fuerza por agentes enmascarados de ICE mientras intentaba alejar de ellos a un hombre que se había presentado a la Corte de Inmigración para continuar su proceso de legalización. 

Lander protestaba contra la práctica de la policía migratoria de emboscar a quienes vienen a renovar sus permisos de trabajo o indagar sobre el adelanto de su solicitud de asilo, etc., haciendo que la corte rechace o anule los casos y por consiguiente, ya despojados de toda protección nacional, poder deportarlos de inmediato.

Simultáneamente, el Presidente ordenó – mediante un tuit en su medio social – a las agencias migratorias federales “expandir los esfuerzos para detener y deportar extranjeros ilegales en las ciudades más grandes de Estados Unidos, como Los Ángeles, Chicago y Nueva York, donde millones de millones de extranjeros ilegales residen», y que son, dijo, “el núcleo del centro de poder demócrata”.

En lugar de suavizar su mensaje de odio y violencia tras el atentado contra los legisladores de Minnesota, Trump lo intensificó y enfatizó sin tapujos su tinte partidista, dando ánimos a quienes en su nombre ejercen los ataques.

Estamos caminando en una cornisa de la que es dable tropezar y caer hacia un estado de violencia generalizada especialmente dirigida contra quienes difieren con el Presidente. 

No olvidemos que este mismo año hubo intentos de atentados contra el mismo Trump, un ataque incendiario contra la residencia del gobernador de Pennsylvania y frecuente blanco de ataques de MAGA Josh Shapiro y el asesinato de dos miembros del personal de la embajada de Israel en Washington. 

Estamos frente a un ciclo de violencia que parece intensificarse cada día. Lo sucedido hasta el momento es solo una advertencia a la que debemos prestar suma atención. .

Y alimenta la violencia la impunidad y determinación con que los agentes de ICE agreden y apresan a funcionarios electos. Quienes así son amenazados deben defenderse por todos los medios legales y pacíficos y convocar el apoyo del público. Finalmente, como antes, es el Congreso – de mayoría republicana – quien debería actuar con cordura y lucidez para devolver el orden pero prefiere callar y conceder.