G-20: de buenas intenciones y falta de estrategias

La declaración final de la cumbre celebrada por el G-20, es una mezcla de buenas intenciones y ausencia de estrategias para concretarlas, en donde por ejemplo, en lo concerniente al trabajo leemos "…que los estados miembros se comprometen con formas de trabajo inclusivo, equitativo y sostenible…" al tiempo que se conserva el modelo financista promotor de la inequidad, exclusión y desigualdades vigentes. O lo relativo al medio ambiente, al cual se lo reconoce y comprometen a conservar, introduciendo tecnologí­as amigables con éste, sin asumir sus costes y las resistencias que ello implica. O el tema de educación – fundamental para lograr la inclusión – , que seguirá siendo el último escalafón de la escala incluida en tal delación.

Por otro lado, los acuerdos tomados no son vinculantes – una de sus limitaciones – lo que en la práctica hace de tales una suerte de guí­a "voluntariosa", que solo supone una deriva para justificar al modelo al cual se sigue presentando como oferente de más.

Ello porque los temas de fondo (cambio climático, comercio y Kashoggi), permean la reunión, pero no su discusión, evidenciando así­ las prioridades del sistema.

Es decir, siendo el G-20 responsable de hasta el 80% de emisiones de gases de invernadero, no resolviendo medidas vinculantes para los estados miembros que limiten a estas más allá del 1% al tiempo que merman el bosque nativo hasta en un 22% anualmente por reducción de su frontera, por agricultura intensiva monocultivista [en nuestro paí­s por el cultivo de la caña], subraya el fracaso en materia medioambiental, mientras que el tema del comercio se ve permeado por las guerras emprendidas unilateralmente por EU para limitar a sus competidores, China principalmente, por y desde el aparato financista y comercial sometido a sus intereses, lo que al mes de julio se cobró con $68,000,000,000.00 inicialmente y a la fecha de hoy, de acuerdo a la OMC, con pérdidas "incalculables", acusando ya el riesgo de que el libre comercio desaparezca como consecuencia, expresándose con el ascenso del populismo extremo derechista{las elecciones andaluzas para el caso}, o la violencia antisistema desatada en Francia, donde las privatizaciones impulsadas desde el ejecutivo manifiestan también su incapacidad de asumir el desafí­o.

Éstas se suman al tema de Kasoggi o Yemen, a los que el eje Riad/Washington niegan justicia, por lo que el que sea Macron – opuesto a atender las demandas del pueblo francés – paradójicamente como principal valedor de la transparentación del proceso contra el heredero saudí­, señalado por estos atroces crí­menes y participe más sonriente del cónclave, es por principio una broma.

Éste corolario denota sus contradichos, puesto que el discurso que es su colofón nos dice a su vez, un contradicho del mismo.

El creciente cambio climático, las barreras comerciales unilaterales, o los crí­menes que en su nombre se cometen la descalifican, por lo que el tal carece de sentido si no se abordan y sí­ a los medios para la obtención de riquezas inescrupulosas para apenas el 1% de la población como propósito último.