El analista político, Julio Valdivieso, asegura que la reducción de homicidios reflejada desde abril de 2016, es el resultado contundente de las medidas de emergencia impuestas por el Gobierno para combatir la criminalidad en el país, "sin embargo, aún falta más".
Valdivieso, quién fue ministro de Trasnporte en la gestíon presidencial de ARENA liderada por el ahora difunto, Francisco Flores, afirma que, aunque han sido efectivas las medidas, la cifra refejada de muertes dolosas en el país, en lo que va del 2016, es aun elevada y preocupante.
Recientemente el Instituto de Medicina Legal (IML) informó que de enero 2016 al 31 de mayo, han sido asesinadas 2. 721 personas en diferentes zonas. En los primeros siete días de junio, el IML reportó 69 homicidios, un promedio de 9.9 al día.
Por su parte, la Policía Nacional Civil (PNC) afirmó que el promedio de homicidios en los primeros días de junio de 2016, ha sido de 7, una estadística considerablemente baja a los 23.8 reportados en enero y los 23.9 de abril del mismo año.
“Las medidas han sido contundentes, pero cuando se hace el balance general se refleja que los homicidios no han disminuido en la cantidad que se esperaba. Además no solo se trata de ver el muertómetro, sino también lo que sucede con los otros delitos que se cometen”, dijo el exfuncionario.
El analista dijo, que aunque no se puede asegurar que la baja de homicidios continúe, la población ha percibido la contundencia de las medidas implementadas desde el 29 de marzo de 2016 en siete centros penales del país en las zonas rurales controladas por estructuras pandilleriles.
“Estas son medidas extraordinarias pero era obligación del Estado desarrollarlas, no lo retomó antes porque simplemente no lo quiso así. Estas medidas no necesitaron ni siquiera de reformas legislativas para implementarlas, solo se necesitaba voluntad política”, aseveró Valdivieso.
En El Salvador, el país más violento de Centroamérica, fueron asesinadas 6,657 personas en 2015, la tasa de asesinatos era de 105 por cada cien mil habitantes, lo que significaba una epidemia de violencia según estudios del índice Global de Paz (IGP).