sábado, 13 abril 2024

“Estuve más de 20 años sin alcanzar el orgasmo hasta que probé esta técnica”

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Por más consejos sexuales que pongan en práctica en la cama, son muchas las mujeres incapaces de alcanzar el clí­max

Los consejos para disfrutar de una vida sexual excitante e intensa abundan: posturas, palabras ‘mágicas’ o preliminares definitivos parecen ser la llave que abrirá a cualquiera las puertas para disfrutar de orgasmos increí­bles. Pero, lamentablemente, aún hay muchas mujeres que no son capaces de llegar, ni tan siquiera acercarse, al clí­max. Y pocas son capaces de confesar la realidad de su frustración.

Ahora, una persona anónima ha decidido contar su historia en ‘Women’s Health’. En ella narra cómo consiguió acabar con unas relaciones sexuales insatisfactorias, y su relato puede resultar de lo más alentador para miles de mujeres que comparten esa incapacidad para llegar al orgasmo.

¿Esto era el sexo?

“Tengo 45 años pero no tuve mi primer orgasmo hasta hace 3. Y no fue precisamente por falta de intentos. Tení­a 19 años cuando perdí­ mi virginidad, fue la primera vez que ocurrió que él llegase al orgasmo y yo no, y pensé ‘¿esto es el sexo? Menuda decepción‘. Lamentablemente esto siguió ocurriéndome los siguientes 20 años de mi vida”

Tras algún pequeño intento durante sus 20 por enmendar la insatisfacción, optó por mantenerse ‘virgen’ ““a partir de ese momento, claro estᔓ hasta el matrimonio. Fue a los 36 años cuando se casó con Scott, como le llama en el relato, pero la espera y las ganas generadas no fueron suficiente. Su vida sexual no parecí­a funcionar de ninguna de las maneras.

Intentar tener un orgasmo sin éxito durante 23 años es como si a alguien que nunca ha comido chocolate le tratas de explicar lo increí­ble que es su sabor

La pareja optó por acudir a un asesor matrimonial y una de las directrices que les dio fue que tení­an que practicar sexo al menos tres veces a la semana, aunque ella no llegase al orgasmo. “Después de dos años y medio perdiendo el tiempo, sabí­a que me gustaba la intimidad, el roce y los abrazos, pero estos nunca fueron suficientes para que alcanzase el clí­max pese a que Scott siempre me decí­a que le dijese qué me gustaba y constantemente me preguntaba si estaba bien”, recuerda la protagonista.

“Habí­a leí­do todas estas novelas románticas y todo el mundo a mi alrededor hablaba de lo genial que era el sexo. Pero para mí­, era solo una tarea más entre todos los millones de quehaceres que tení­a que hacer cada dí­a”, confiesa. “No dejaba de pensar que tení­a que haber algo más y que algo faltaba en mi vida”.

¿Esto es normal, doctor?

“Sabí­a que tení­a que haber una respuesta por ahí­. Cuando le pregunté a mi ginecólogo  qué podí­a hacer me sugirió que me masturbase. Recuerdo pensar ‘¿está bromeando?'”, continúa. Fue justo después de aquella visita al especialista cuando encontró un cartel de un centro médico especializado  en sexualidad femenina que decí­a algo así­ como ‘¿No eres capaz de tener  un orgasmo? ¿No sabes lo que es un orgasmo? ¿Te sientes sexualmente insatisfecha? Tenemos la solución’. Como si le hubiesen mandado el mensaje desde el cielo, no tardó en acudir a aquella clí­nica especializada en cuanto dejó de amamantar a su segundo hijo.

Tení­a  41 años cuando empezó el tratamiento en enero de 2011. Tras varios análisis y exploraciones, los médicos se dieron cuenta de que los niveles de testosterona  en sangre eran mucho más bajos de lo normal, por lo que iba a necesitar  que su cuerpo reclamase algo más de interés sexual y aumentase su grado  de excitación en los encuentros.

La sensación fue mucho más potente de lo que esperaba, me sentí­ como si una corriente eléctrica pasase por todo mi cuerpo

“Empecé  varios tratamientos hormonales y me recomendaron que viese pornografí­a,  así­ que me dieron un iPad que mi marido codificada para que nadie más que yo pudiese usarlo. Él siempre fue muy paciente y amoroso, me apoyo durante todo el proceso”, comenta con cariño.

La búsqueda del orgasmo

“Con  el aspecto médico cubierto y un nuevo estí­mulo visual, estuve cerca de un año en tratamiento pero todaví­a me costaba mucho acercarme a la meta ni mucho menos cruzarla”, explica y comenta que la vida familiar con dos  hijos minaban su intimidad y unos encuentros sexuales totalmente planificados dejaban sus insatisfechos deseos en un segundo plano.

Pero  encontró la solución en una táctica a la que hasta ahora habí­a dado la espalda: “Me compré un par de vibradores y empecé a practicar con ellos.  Estaba en el segundo año de tratamiento y entonces me inyectaba cápsulas de liberación prolongada que tení­an una dosis mucho más fuerte que las de testosterona. En la primavera de 2012, cuando me dieron la dosis más alta ¡tuve mi primer orgasmo!”, recuerda emocionada.

Tení­a  una gran cantidad de vello facial y llegó un momento en el que estaba todo el tiempo pensando en sexo. Así­ que decidimos parar con las hormonas

“Mi marido y yo estuvimos unos 45 minutos manteniendo relaciones sexuales. Fue una de las sesiones más largas de nuestra historia. Todo lo que recuerdo es decirle a Scott ‘¡ahora sé lo que me he estado perdiendo!’ La sensación fue mucho más potente de lo que esperaba, me sentí­ como si una corriente eléctrica pasase por todo mi cuerpo de una forma extremadamente placentera. Fue una liberación enorme”.

Cuidado con el abuso de placer

Pero  no todo podí­a ser tan sencillo. Tras descubrir la dosis perfecta para gozar de intensos orgasmos con su marido, comenzaron los efectos secundarios del consumo de testosterona: “Tení­a una gran cantidad de vello facial y llegó un momento en el que estaba todo el tiempo pensando  en sexo. Así­ que decidimos parar con las hormonas, ya que, por aquel entonces, ya habí­a conseguido tener orgasmos regulares usando un vibrador“.

El  fin del tratamiento hormonal se tradujo en unas relaciones activas y placenteras de forma natural. Aunque reconoce que sin la ayuda médica quizás nunca habrí­a disfrutado de un orgasmo, hoy sabe cómo conseguirlos  sin problema con la ayuda de los juguetes sexuales que, reconoce, no duda en recomendar y regalar a las mujeres que conoce que confiesan tener un problema similar al que anuló su vida sexual durante más de 20 años: “Intentar experimentar un orgasmo sin éxito durante 23 años es como si a alguien que nunca ha comido chocolate le tratas de explicar lo increí­ble que es su sabor. Pueden describirlo, pero hasta que no lo coma por sí­ mismo, realmente no sabrá de lo que le hablas. Estoy muy contenta de poder saber lo que es el placer orgásmico por mí­ misma”.

Ví­a: El Confidencial.

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