‘Estoy decepcionado’

“Yo estoy decepcionado” dijo mi maestro de lenguaje en segundo año de bachillerato, la mayorí­a lo tomamos como chiste, aunque yo tení­a claro el trasfondo emocional de la frase. Por lo general, yo me he acostumbrado a que cada tres años ocurra algo malo que impacta mi aprendizaje. En parvularia, mi maestra querí­a que aceptara la realidad al cien por ciento, en tercer grado expulsaron a unos compañeros por decir “lápiz en la cama” varias veces, en sexto grado descubrí­ la “red de corrupción” dentro del centro de estudios, en noveno grado expulsaron a unos compañeros por fumar marihuana dentro de la institución y en tercer año de bachillerato mis compañeros tuvieron más oportunidades de consumo de bebidas alcohólicas, pero con un ambiente así­, ¿qué sucede con el mundo?

Haciendo memoria del año 2015, era un 24 de marzo por la mañana cuando tuvimos un acto conmemorativo por el asesinato de Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, yo no tendrí­a que haber asistido, pero tení­a que dar un discurso sobre su vida, obra y muerte. Terminó el evento, me felicitaron y llegó el momento de las clases en la tarde, ese dí­a no fui. Al siguiente dí­a llegué a pasar un rato al aula y me dijeron lo que habí­an hecho mis compañeros, la acción solo ameritó la expulsión de los culpables. Por cierto, uno de los participantes de la fumada fue el primer lugar ese año y quien llevó la marihuana es un acólito.

Este año, hubo tres excursiones institucionales, de las cuales solo fui a dos por cumplir con mis “responsabilidades”. A las excursiones que fui, varios llevaron o compraron bebidas alcohólicas. Lo que me causó gracia es que los docentes hicieron una “exhaustiva” revisión para ver si nadie llevaba “cosas ilí­citas”. Como todo marchaba con “normalidad” dejaron las cosas así­, aunque dos estudiantes ya habí­an tomado más alcohol de lo “debido” para estar en “razón” frente a otros.

Pero fuera de las excursiones, la despedida fue la celebración más “seria” y “ordenada”. De todos es sabido que a la escuela se va a aprender. No obstante, el dí­a de la despedida mis compañeros ingresaron bebidas alcohólicas a la institución, cosa que no me parece sorprendente al saber que varios han ingresado drogas o han intentado ingresar bebidas alcohólicas a la institución. Sin embargo, a estas alturas me parece absurdo y tonto que todaví­a pidan a los estudiantes portar bolsón transparente cuando aún con estos han ingresado objetos ilí­citos a la institución.

Tras catorce años de estar estudiando, me he dado cuenta de que en El Salvador no se cumple el principio de “En tu lengua armoniosa pedimos a la providencia que te ampare, que abra nuestras almas al resplandor del cielo, grabe en ella “dulce afecto al maestro y a la escuela” y nos infunda su santo amor”. Más allá de ser la Oración a la Bandera Salvadoreña, es una responsabilidad que como salvadoreños tenemos. Si a los jóvenes les cuesta seguir una orden tan sencilla como “no portar objetos ilí­citos”, ¿qué se puede esperar de sus padres? Pero ¿qué se puede esperar en el futuro de El Salvador si los estudiantes hacen esto? Yo no espero nada bueno y como dijo mi maestro, “yo estoy decepcionado”.