España declara nula la condena franquista contra Modesto López Losada, campesino gallego exiliado en Argentina

El Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática del Gobierno de España, ha declarado nula e ilegítima la sanción impuesta en 1940 contra el ciudadano Modesto López Losada.

Por Zarko Pinkas.

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El Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática del Gobierno de España, en el marco de la Ley de Memoria Democrática (Ley 20/2022), ha declarado nula e ilegítima la sanción impuesta en 1940 contra el ciudadano Modesto López Losada, natural de la provincia de Lugo, por el régimen franquista. El dictamen, emitido el 18 de junio de 2025, reconoce que su condena como “desertor” del ejército franquista fue producto de una persecución ideológica, sin garantías judiciales ni respeto a los derechos humanos fundamentales.

Modesto López Losada, campesino gallego, había sido enlistado para cumplir el servicio militar en la ciudad de Gijón. Sin embargo, cuando estalla la Guerra Civil Española, se encontraba en licencia en su pueblo. Al ver que el cuartel al que debía reincorporarse había sido ocupado por las fuerzas franquistas —con las que no comulgaba ideológicamente—, decidió no regresar. En cambio, se ocultó durante años junto a su hermano, bajo una escalera construida como escondite, mientras las tropas del nuevo régimen hacían visitas periódicas para registrar a los jóvenes.

Niños escondiéndose durante un bombardeo sobre Madrid en 1937.

Durante ese tiempo, su hermano falsificaba cartas y sellos simulando que Modesto se encontraba combatiendo en el frente. Lo que siguió fue una vida clandestina, de miedo y resistencia silenciosa. Años más tarde, terminada ya la guerra, López atendió un llamado del nuevo gobierno franquista que prometía no represalias para quienes se presentaran voluntariamente. Fue arrestado, juzgado por deserción y condenado a cuatro años de servicio militar. Estuvo casi un año en prisión y luego fue trasladado a un cuartel para terminar su condena en régimen controlado.

Según el testimonio de su hijo, el gestor cultural Modesto López, la historia familiar permaneció enterrada durante décadas. “Fue mi hija, Ana Valentina López, quien encontró el documento donde figuraba la condena. A partir de ahí inició la búsqueda para reclamar el reconocimiento que hoy, al fin, se ha dado”, señala.

Miliciana posa con un rifle sobre un cañón en Barcelona, 1936.

Para su familia, el dictamen representa una reparación moral largamente esperada, no solo por los hechos jurídicos, sino por lo que significaron. “Mi padre era un hombre humilde, pero un firme creyente en la República. Militó en el Partido Comunista Español y, ya en Argentina, siguió defendiendo sus ideales en la clandestinidad durante las dictaduras militares. Nunca bajó los brazos. Creyó en el hombre, en la amistad, en la dignidad”, añade su hijo.

En 1950, debido a las difíciles condiciones económicas y sociales en la posguerra española, la familia emigró a Argentina. “Como tantos otros, no se fue por elección. Se fue porque no tenía otro camino que el exilio”, recuerda.

Trinchera nacional en El Escorial, Madrid (enero de 1937).

Este caso se suma a los cientos que están siendo revisados y anulados por el Estado español como parte de un compromiso con la memoria histórica. La figura de Modesto López Losada, como la de tantos otros “topos” —nombre que se daba a quienes se escondían para no unirse al ejército franquista—, representa a miles de ciudadanos comunes que fueron silenciados por décadas.

La anulación de su condena no reabre heridas: sana una. Y si bien llega tarde, llega con fuerza simbólica, especialmente en un tiempo donde muchos países aún cargan con deudas históricas similares.

Cuando se reconoce la injusticia de una condena impuesta por pensar distinto, se repara no solo el honor de una persona, sino el derecho colectivo a la verdad. Porque el exilio, el miedo y la resistencia silenciosa no tienen ideología: son heridas universales.