"En alguno de sus escritos, el Sr. Rafael Lara Martínez discurre ante nosotros sobre la po-ética de Roque Dalton": Álvaro Rivera Larios.
Por Álvaro Rivera Larios.
En alguno de sus escritos, descomponiendo sabiamente el término para recordarnos la dialéctica entre belleza y moral, el Sr. Rafael Lara Martínez discurre ante nosotros sobre la po-ética de Roque Dalton. Tan atento a las sutilezas terminológicas, como buen observador de las tachaduras en los textos, a nuestro brillante ensayista —aunque suela merodear textos literarios— le gusta cernirse principalmente sobre las omisiones, tachaduras y revisiones en lo escrito, que quizás poseen implicaciones éticas.
Si, por ejemplo, unos poemas de Roque Dalton viajan desde un libro como El turno del ofendido hasta otro como Taberna y otros lugares, es porque alguien —el autor o los editores— quiso instaurar la imagen del poeta politizado en desmedro de la del poeta poseso que Dalton fue en sus comienzos. La operación que sustrae poemas de una obra para incluirlos en otra solo puede ser, para él, ocultación o tachadura. No cabe contemplar otras hipótesis: como la de que el poeta era soberano para hacer bricolaje con sus propios escritos, estableciendo entre ellos nuevas combinaciones, situándolos en otras estructuras compositivas. La poética del collage le permitía esas licencias.
En su evolución creadora, Dalton quizás dejó de ver sus poemarios —incluso los iniciales— como unidades orgánicas cerradas. En fin, que los intercambios de poemas entre sus libros no tienen por qué delatar siempre una intención maquiavélica, como la de borrar al Dalton poseso en favor del Dalton politizado. Recordemos que incluso el Dalton más politizado fue consciente de la dimensión estética radical de su poesía, hasta el punto de que podemos afirmar que Taberna y Las historias son obras formalmente más audaces que El turno del ofendido. El Dalton maduro, aunque muchos no lo entiendan, hizo una poesía más experimental que la del joven Dalton.
Podríamos decir que nuestro poeta, sin renunciar a los experimentos formales, fue más allá del surrealismo de sus inicios. No se arrancó al poeta poseso que había sido: lo acompañó con otras voces, con otros fragmentos, en el collage.