Roque Dalton, el más internacional de los poetas salvadoreños, fue asesinado un diez de mayo de 1975, día de las madres en El Salvador a manos de uno de los Líderes del ERP.
Por Milton Salgado.
Roque Dalton el más internacional de los poetas salvadoreños fue asesinado un diez de mayo de 1975, día de las madres en El Salvador a manos de uno de los Líderes del ERP (Ejército revolucionario del pueblo) Joaquín Villalobos, quien le hizo un juicio sumario acusándolo como agente de la Cía. y disociador irresponsable para quitarse de encima una amenaza de liderazgo siempre al asecho. No hay otra explicación aceptable: Escatología secular del poeta, su auténtica utopía socialista y su principio de esperanza histórica enfrentada a la patraña de un asesino que hoy adjurando de su pasado guerrillero y maoísta, intenta domesticar a la izquierda salvadoreña en la afelpada socialdemocracia europea, muy parecida en términos absolutos a la de la España socialista, a la de Chile fría y astral, y a la de los laboralistas británicos pajes reales del Sir del Norte: Sírvame la ópera Madame Butterfly, término medio con salsa de maní picante y un poco de gobierno español con trocitos de invierno.
Tenía al final razón el «traidor de Roque», quien proféticamente advirtió que lo llamarían traidor y revisionista » no siempre porque en Macao el opio es el opio del pueblo», /Era la época en que yo juraba /que la Coca Cola uruguaya/ era mejor que la Coca Cola chilena/,pero el entusiasmo y la mística de izquierda llevada en sus venas nunca caen bien, y más si se complementa con un talento arrasador y finisecular al servicio de la falta de solemnidad, pero reprochable por quienes tienes claros defectos de gamonalismos y cultos a las personalidades, y ambiciones marcadas por los liderazgos mezquinos: La alegría es también revolucionaria como el trabajo y la paz… Porque el socialismo es aún la etapa burguesa en la historia marxista de la humanidad, y te lo digo en un mañana en que me reconozco lúcido, cuando hace una semana no pruebo una gota de alcohol.
Roque irónicamente hoy sigue defendiendo con su muerte y con su obra lírica, el sistema que siempre quiso para su pueblo El Salvador. Joaquín Villalobos el seudo marxista que mató por conveniencias «marxistas» al guerrillero de Roque Dalton, por el contrario gracias a ese destino implacable de la vergüenza, hoy sigue vivo para defender los principios del liberalismo mundial que siempre llevó en lo más profundo de su ser » la que es puta vuelve», y aprovecha cada ocasión para lanzar paradójicamente desde su posición de asesor de presidentes de derecha del mundo, mediocres denuestos contra la izquierda latinoamericana y mundial: Ironizar sobre el socialismo ( en Oxford y Cambridge) parece ser un buen digestivo pero te juro que en mi país( El Salvador) primero hay que conseguir la cena. /País mío no existes/sólo eres
una palabra que le creí al enemigo/.
El tonto de Roque Dalton murió por tontito, así lo dicen muchos, entre ellos escritores salvadoreños que todavía sueñan en sus idilios provincianos con una beca Fullbright, y en ser adoptados un día con un Pulitzer de genero Spanglish; así lo aseguran también escritoras mexicanas avejentadas que continúan creyendo que el compromiso con la cultura es mostrar en spot televisivos las virtudes arquitectónicas del México post revolucionario, y en adoptar dietas para morir de a poco con la artritis carcomiendo la ansiedad de amigos y familiares por disiparse en los inminentes adioses. /Escritores asalariados que suspiran porque la metafísica de los caracoles les cubra la impudicia/.
El tontito murió por un sistema que lo rechazó. Los vivos siguen viviendo, porque para un vivo ser vivo es no morir por ninguna causa noble y si morir de viejos a causa de diabetes, canceres, ataques al corazón y paros respiratorios contraídos en noches y días felices de convivencias familiares intrascendentes al margen de la aventura de poner en riesgo la vida por el cambio de las sociedades y de los seres humanos. Tontitos son los que mueren prematuramente, tontitos son: /Porque que difícil -oh amigo- es ver matando a los que descansan en paz,/ pero es más grave quedarse solo sabiendo que uno no sirve ni para que lo maten/.
Roque murió con la dignidad de una vida autentica. Joaquín Villalobos vive aun con la vergüenza de vender una verdad que ni él mismo se la cree, pero que le sirve para arrancarle migas a un sistema, para extenderle la mano como un mendigo que exige su jubilación, puesto que es más fácil conciliar con el estómago que con una conciencia irredenta que le reclama por tantos muertos que sí creyeron, y trata de engañarlos en esos diálogos que se extienden en las noches y en las madrugadas de sueños y pesadillas, con la cantaleta social puesta de moda aun en los círculos más progresistas, de que la socialdemocracia era la tierra prometida que buscaron por medios equivocados. /Los muertos están cada vez más indóciles/, antes era fácil con ellos/ les dábamos un cuello duro/ una flor/ loábamos sus nombres en una larga lista/ que los recintos de la patria/ que las sombras notables/ que el mármol monstruoso/, pero que va/ los muertos son otros desde entonces,/ hoy se ponen irónicos/, preguntan/… /La revolución francesa siempre fue un queso roquefort/. Lo clásico es una dictadura imbécil/ tantos siglos para desembocar en el violín de Ingres/.
Pobrecito Poeta que era Roque: Morir a manos de un mediocre que tuvo el cinismo de no entregar el cadáver causándole un dolor inimaginable a su madre María García en su día, a su esposa Aida Cañas y a sus pequeños hijitos Roquito, Juan José y Jorge. Pobrecito Poeta que era Roque: Darle la gloria de su muerte a un oportunista maravillado en tan poco tiempo- después de los tratados de Paz en El Salvador- de las venturas del dinero y de las comodidades.
¿Quién te querría Roquito con un bastón escupiendo tus sueños en una acolchada cama y luchando con tu senilidad para cambiar las flores marchitas del vestíbulo?¡Ay! /Es que soy funcionario del Partido Comunista más chiquito del mundo//uno que tratará de hacer su revolución sin miles de muertitos/porque se arruinarían las posibilidades de la agricultura nacional con las tumbas/.
Cuando «sepas que he muerto no pronuncies mi nombre di silabas extrañas, pronuncia flor, abeja, lagrima, pan, tormenta no dejes que tus labios hallen mis once letras». Pero inevitablemente Roque no podemos cumplirte, porque es necesario nombrarte y encontrarte en cualquier esquina de El Salvador, es preciso entonar esa canción de amor a /«Los que se pudrieron en las cárceles de Guatemala, México, Honduras, Nicaragua por ladrones, por hambrientos, a los tristes más tristes del mundo, tus compatriotas, tus hermanos»/ y es urgente decirte que ya te hayamos con Silvio que /cayó mortalmente herido de un machetazo en la guitarra/ pero aun tuvo tiempo de sacar su mejor canción de la funda/ y disparar con ella contra su asesino que pareció momentáneamente desconcertado/ llevándose los índices a los oídos y pidiendo a gritos que apagaran la luz/: /Mi unicornio azul ayer se me perdió/ /pastando lo dejé y desapareció/ cualquier información bien la voy a pagar/ las flores que dejó no me han querido hablar/… pero igualmente Roque, unicornio azul seráfico de este paisito plagado de serpientes dodecafónicas, vagas por todos los sitios de El Salvador lanzando las exactas palabras en ese territorio marcado por tu calcio y maldices a los cómplices de silencios que transitan sin ningún atisbo de culpa los paraninfos de las universidades del primer mundo, vomitando sintaxis anquilosadas, y dispuestas a disecar esos bichos raros que solamente se encuentran en los talleres de experimentación social, militar y académica. Pero tu Roque con tu cuerno de añil recorres indómito tu país /porque desde ayer que te fuiste/ hay humedad y frío hasta en la música/. Cuando yo muera, sólo recordarán mi júbilo matutino/ y palpable, mi bandera sin derecho a cansarse/, la concreta verdad que repartí desde el fuego/ Porque ,/¡Qué cosa más jodida es descansar en paz!/