El Profe se encontró con el “Rey de la coca”

El profesor universitario salvadoreño se habí­a convertido en dirigente de los  reos polí­ticos en Arica, Chile, a pocas semanas después del golpe de estado contra Salvador Allende; el responsable de la celda No. 4, le informó que entre los detenidos el dí­a anterior, se encontraba el “Rey de la Coca” y que desde que llegó comenzó a enviar mensajes escritos por intermedio de los custodios.

Estaban en el patio de la cárcel y el Profe pidió que le señalaran quien era el Rey de la Coca; cual fue su sorpresa al ver que se trataba de uno de los pocos amigos que habí­a hecho en Arica, tí­o de uno de sus mejores alumnos de Administración de empresas; se dirigió hacia él, se dieron un fuerte abrazo, supo que habí­a sido detenido por apoyar polí­ticamente al partido polí­tico que dirigí­a  Salvador Allende en las últimas elecciones para municipalidades, que además de entregar una fuerte cantidad de dinero,  habí­a colocado una manta gigantesca  frente de su mansión, que decí­a “El Socialismo es Vida”, de tal manera que pudiera ser vista por todos los automovilistas que se dirigí­an a la mejor playa de esta ciudad; también le dijo  que los militares pretendí­an enviarlo a los EEUU, para que allí­ fuera juzgado como narcotraficante, ya que éstos no comprendí­an que su fortuna habí­a sido acumulada en forma legal, ya que  sabí­a elegir y manejar sus múltiples empresas industriales, comerciales, hoteleras y de transporte.

El Profe no quiso profundizar en el caso legal de su amigo,  prefirió  preguntarle si conocí­a al obrero socialista sin partido. El apodado “Rey de la Coca” le respondió afirmativamente  que en varias ocasionas lo habí­a invitado a su casa a tomar té, habí­a disfrutado de la lucidez polí­tica y conocimientos enciclopédicos de esa persona tan humilde, que su formación autodidacta en aspectos polí­ticos provení­a de la lectura del libro “Mi Lucha” de Adolfo Hitler, pero que no se habí­a interesado en destruir el sistema parlamentario o combatir a los comunistas y judí­os, sino que en la construcción del socialismo por la ví­a del convencimiento de la necesidad de colaboración de las clases sociales.

El Profe le dijo que el hecho de  enviar mensajes escritos por medio de los custodios,  habí­a creado desconfianza entre el resto de detenidos en esa celda; la respuesta del empresario fue que tení­a que velar por el funcionamiento de sus empresas  y evitar que los gerentes de las mismas trataran de engañar a su esposa, la cual era muy fácil de intimidar; que el estaba dispuesto a respetar las normas de autodisciplina que tení­an el resto de presos polí­ticos; y que estaba dispuesto a colaborar con  medicinas y alimentos dietéticos que serí­an introducidos a la prisión por familiares de los presos comunes.

El Profe le agradeció su oferta y le pidió que consiguiera unas  biblias,  juegos de Ajedrez y damas chinas; así­ mismo solicitó al empresario  que se hiciera cargo de organizar torneos de esos juegos de entrenamiento.