El crimen organizado en la vida pública

"El obispo de la Diócesis de Cuernavaca, Ramón Castro, denunció abiertamente la creciente influencia de los grupos del crimen organizado": Rubén Aguilar Valenzuela.

Por Rubén Aguilar Valenzuela.

Días atrás el arzobispo de Guadalajara, el cardenal Francisco Robles Ortega, hizo una declaración donde dijo que en muchos municipios de Jalisco y del país la verdadera autoridad eran los jefes de plaza de los grupos del crimen organizado en esas localidades.

El pasado domingo 25 de mayo, el obispo de la Diócesis de Cuernavaca y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Ramón Castro Castro, denunció abiertamente la creciente influencia de los grupos del crimen organizado y el aumento de la violencia e hizo énfasis en la violencia en el  ámbito político.

En la misa celebrada en el atrio de la Catedral de Cuernavaca, el obispo reconoció que el gobierno federal y el estatal han puesto en marcha nuevas estrategias para combatir la violencia, pero aseguró que estas no han sido suficientes para generar condiciones que permitan superar la crisis de inseguridad que ahora se vive en el país.

Dijo que “a la Iglesia la entristece profundamente, y rechaza la situación de violencia, una violencia que nos afecta a todos de una manera o de otra, que abarca las distintas esferas y tiempos. No es justo vivir en el temor, en la desconfianza. Nadie merece que lo priven de su vida, de su familia, de sus bienes”.

El presidente de la CEM habló sobre la expansión del crimen organizado y la forma en que este ha permeado todos los espacios de la vida pública, al grado de que, resulta difícil no tener algún tipo de contacto con estas redes delictivas, y que ahora los funcionarios públicos enfrentan graves riesgos en el ejercicio de sus cargos.

Y de manera textual afirmó que “aunque nadie lo dice, los funcionarios saben que a los líderes del narco hay que pedirles permiso para muchas cosas: para pavimentar calles cuando afecta sus negocios, para retirar ambulantes (…) No reconocerles el poder que tienen les puede costar mucho”.

El obispo se preguntó: “¿A quién esperamos para que venga a arreglar este mal? ¿Por qué no reaccionamos y hacemos algo para revertir este diabólico flagelo? ¿Por qué la ciudadanía da muestras de desinterés e indiferencia muchas veces? ¿Dónde perdimos el rumbo?”. En un claro mensaje a la ciudadanía.

Quien preside la CEM, ofreció al gobierno la colaboración de la Iglesia como un aliado en la lucha contra la violencia. “Les digo: cuentan con nosotros como Iglesia, cuentan con estos sacerdotes, con esta vida consagrada, diáconos, con las parroquias, con los feligreses. Estamos aquí no solo para criticar, sino para ofrecer también el deseo de construir juntos”.

Castro y Castro, al finalizar pidió a las autoridades implementar medidas concretas que generen resultados reales y verificables: “El pueblo se los va a agradecer. Más que los miles de discursos de paz y seguridad, más que las incontables mesas de análisis, más que los mil y un elementos patrullando sin rumbo ni estrategia, más que los mil y un millones que se gastan cada año por procurar una paz que nunca llega, se los pido de corazón: sean concretos”.

El cardenal de Guadalajara y el obispo de Cuernavaca, altas figuras de la jerarquía eclesiástica de México, se atreven a decir de manera pública lo que el gobierno evita e incluso niega, que una parte importante, por lo menos el 30 por ciento del territorio nacional, está en manos del crimen organizado, donde actúan como el gobierno, y que le violencia no cesa aunque se diga lo contrario. El país necesita más voces como estas.