El Gobierno de Estados Unidos deportó este viernes a José Francisco Grijalva Monroy, exmilitar salvadoreño, presuntamente culpable de torturar a sospechosos de ser guerrilleros mientras formó parte de las Fuerzas Armadas de El Salvador.
Con esta deportación, el Gobierno de Donald Trump quiere dejar claro que las autoridades migratorias están trabajando "con diligencia" para asegurarse que Estados Unidos "no se convierte en un lugar de refugio para violadores de derechos humanos", dijo a través de un comunicado Marc Moore, director de la Oficina de Detención y Deportación (ERO, por sus siglas en inglés) en Miami.
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Según documentos judiciales, Grijalva, de 49 años, testificó que cuando era soldado del Ejército salvadoreño "torturó a sospechosos de ser guerrilleros colgándoles de los árboles por las manos y golpeó sus pechos con sus manos desnudas".
El exsoldado también admitió que "ató a sospechosos de guerrilleros a la parte trasera de su jeep del Ejército y los arrastró por la carretera hasta desollarlos", según precisó el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) en un comunicado.
Un juez de inmigración estadounidense ordenó en febrero de 2011 que el exsoldado fuera deportado a El Salvador. Su apelación fue desestimada en 2012.
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En Estados Unidos permanece el exgeneral Inocente Montano, quien se encuentra preso por fraude migratorio en Boston, pero es reclamado por la justicia Española por el asesinato de seis sacerdotes jesuitas y dos mujeres, hecho ocurrido en noviembre de 1989.
La guerra salvadoreña se extendió desde 1980 a 1992; terminó en un pacto político conocido como Acuerdo de Chapultepec. El saldo social fue de 75 mil muertos y 8 mil desaparecidos, así como un millón de refugiados.