El Salvador es un país pequeño, bello por su naturaleza y pujante por la laboriosidad de su gente. Esto que parece un slogan, es lo que nosotros mismos tenemos incrustados en nuestros genes.
¿Es verdad eso? Desde nuestro punto de vista sí. Pero tenemos mucho que solventar y ponernos de acuerdo. La belleza de nuestro país se nos escapa poco a poco entre nuestras manos por el deterioro ambiental y además por la inmensa violencia que nos agobia desde hace varias décadas.
Tendríamos que sumar los años de antes, durante y después de la guerra civil que sufrimos para darnos cuenta que el tiempo transcurre y no salimos de la racha fatalista que padecemos. Igual que diariamente observamos un incendio, tala indiscriminada de bosques, matanzas de nuestra fauna; también vemos a diario la saña con que acabamos con nuestra humanidad y deshacemos nuestra sociedad.
¿Qué nación puede ser bella con estos problemas? El peligro, el miedo, la violencia y la pobreza no es generadora de belleza ni de ningún atractivo. Esa es la causa de que aunque nuestra patria tiene lindos lagos, playas, montañas, volcanes y pueblos, el turismo es marginal y es asumido por nosotros mismos y por los migrantes que vienen de vacaciones.
¡Necesitamos cambiar! Volver rentable todo lo que tenemos; limpiar el país de todos los males, sociales y políticos. Nadie, sino nuestra propia sociedad, es la dueña de su territorio.
Los partidos y los empresarios y oenegés deben limpiar su casa de escoria corrupta y comenzar a trabajar por el bien de todos.
Imaginémonos toda la pujanza de los migrantes, para comenzar, puesta al servicio del bienestar colectivo. Los migrantes envían remesas que son casi equivalentes a nuestro presupuesto nacional. Los migrantes en Estados Unidos tienen una participación aproximada de $39 mil millones de dólares y al país envían $4 mil 500 millones de dólares anuales.
No es justo ir deprimiendo a nuestro país de la manera en que lo estamos haciendo a diario.
El acuerdo de Nación que en la actualidad está gestionando la ONU debe ser un incentivo valioso para el cambio que nosotros tenemos que dar: Costa Rica y Panamá lo lograron; no son perfectos, pero son estables y buscan pujanza. ¡Hagamos nosotros lo nuestro!