Del café se han contado muchas historias, como aquella de que fue descubierto por un pastor que llevó a pastar sus ovejas y notó que unas de ellas volvían eufóricas y muy activas, las siguió y se dió cuenta que comían las hojas y los pequeños frutos de un arbusto. Quiso el aldeano probar el efecto de esa planta en sí mismo y experimentó una alegría desconocida para él, compartió su bebida con otros aldeanos y rápidamente se extendió su uso. Esto sucedía en Etiopía en un lugar llamado kaffa. Los aldeanos empezaron a beber la infusión y poco a poco se generalizó el gusto por esa bebida.
De Etiopía, el café habría pasado a Persia (actual Irán) y de allí a Arabia, de donde se habría extendido al resto del mundo. En Europa se intentó plantar a mediados del siglo XVII, en 1690, el alcalde de Amsterdam habría llevado unas plantas de café de Moka, en Yemen, a los invernaderos de la ciudad donde fueron sembrados y cuyo burgomaestre envío una planta como regalo a Luis XIV en 1714. Según Gabriel Gómez en su Cultivo y beneficio del café, este cafeto cultivado en el Jardín de Plantas de París “ha sido el origen de las plantas de los cafetos que se cultivan en Las Antillas y casi toda América”. (Gómez, Gabriel, Cultivo y beneficio del café, Revista de Geografía Agrícola 45, México 2010).
El cultivo del café en El Salvador se inicia en la segunda mitad del siglo XIX, si bien, algunos autores consideran que el café habría llegado a El Salvador, desde las islas de El Caribe alrededor de los años 60s del siglo XVIII. Alrededor de 1880, los incentivos a los productores de café han sido significativos, entre otros, ese año se aprueba la ley que disuelve los ejidos y un año después, la que disuelve la comunidad indígena. Estas dos leyes tienen por objeto poner a disposición de los cultivadores de café mayores extensiones de tierras de buena calidad para incrementar el cultivo en beneficio de un grupo reducido de grandes productores, que, debido a las grandes exportaciones de café se convirtieron en el grupo económico más importante, pues determinaba las políticas del estado en su beneficio.
La política del estado salvadoreño apoyó la producción de café, sin embargo los altibajos determinados por los precios internacionales, la aparición de nuevos países productores y las nuevas orientaciones del capitalismo hacia la especulación financiera incidieron en que la producción de café fuera reduciendo su importancia. A esto habría que sumarle la reducción del límite de tenencia de la tierra establecido por la Ley de Reforma Agraria de 1980, la cual afectó a los cultivos cafetaleros de gran extensión, además de favorecer el surgimiento de cafetales de menor extensión propiedad de pequeños productores/as.
Con la llegada de los gobiernos de izquierda, la caficultura obtiene apoyo para luchar por su recuperación, a pesar de que a las dificultades económicas se sumaron los estragos causados por el brote de roya del cafeto, que afectó gran parte de la producción de 2015.
A partir de junio de 2014, la gestión agropecuaria dirigida por Orestes Ortéz se propone reactivar la caficultura y para ello fortalece la base científico-tecnológica creando la División CENTA-Café, que cuenta con 80 técnicos desplegados en todo el territorio caficultor de las seis cordilleras donde se produce café. Los técnicos son dirigidos por el Dr. Adán Hernández, especialista en la caficultura salvadoreña.
La División CENTA-Café se propuso combatir la roya y para ello diseñó un programa de apoyo a los caficultores/as consistente en entrega de dosis de fungicidas para combatir la roya, se han entregado 144,514 litros de fungicida para la protección contra la roya del café de 100,000 manzanas de cafeto al año. También se ha brindado asistencia técnica a 6,000 caficultores por año en las seis cordilleras del país. Se ha fortalecido la investigación en el estudio de la roya, evaluación de variedades de café y fertilización.
El Ministro Ortéz se propuso la renovación del cafetal o parque cafetalero con plantas sanas y resistentes a la roya y a los posibles daños provocados por el clima, como sequía o exceso de humedad y para ello se diseñó un plan de entrega progresiva de plantines sanos de café. Durante 2015 se entregaron 7 millones 477 mil plantas sanas; en 2016, 11 millones 401 mil; en 2017 14 millones 501 mil, para 2018 se espera entregar 18 millones. Para la entrega de estos casi 33 millones de plantas sanas no se fueron a buscar fuera de las fronteras, por el contrario, se fortaleció un sector que se encontraba económicamente muy deprimido, el sector de los viveristas, quienes siembran las plantas sanas y las hacen crecer. Con la asistencia técnica de CENTA-Café, los viveristas lograron producir las plantas y venderlas al Estado a través del MAG, obteniéndose un gran avance en la renovación del cafetal y la reactivación de un sector productivo con nuevas capacidades.
También se apoyó la producción de estas plantas sanas de café desde la división de Sanidad Vegetal, que aportó su conocimiento y asistencia para apoyar a las productoras y productores cafetaleros.
“Es necesario apoyar la caficultura, porque genera empleo, porque tiene un café de gran calidad que se vende mejor que otros cafés en el mundo y porque da un aporte ambiental inconmensurable, es decir, la calculadora no nos ajusta para contabilizar cuanto nos aporta en el clima, en el agua, en la biodiversidad…” Orestes Ortéz durante acto de celebración de cooperativas de productores viveristas, marzo 2015.
Además, se fortaleció la organización de los productores mediante el acompañamiento de la División de Asociaciones Agropecuarias y se constituyeron 325 nuevas cooperativas integradas por 6,014 personas asociadas. Además, se capacitaron 834 directivos de 110 cooperativas.
Para avanzar en la renovación del cafetal, de la mejora de la producción, se necesita resolver el problema del financiamiento, pues al recibir las plantas sanas de café, los caficultores deben darles cuidados hasta que puedan producir, tres años después y para ello necesitan obtener fuentes de financiamiento. Se espera que la Asamblea Legislativa apruebe un préstamo por 300 millones para refinanciamiento de la deuda, renovación del cafetal y la creación del Instituto de Investigaciones del Café.
Los recientes éxitos del café salvadoreño en los mercados mundiales debido a su gran calidad responden a una política bien planificada de apoyo a la reactivación de la caficultura nacional, tanto en la cantidad como en la calidad, dando como resultado el Café de El Salvador de la mejor calidad.