miércoles, 24 abril 2024
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Temas Bicentenarios: Las tres banderas salvadoreñas

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Marvin Aguilar identifica 3 banderas en la historia de la República de El Salvador: La bandera de la Independencia, la bandera conservadora y la bandera anti-imperialista.

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La historia de los pabellones nacionales de El Salvador también ha estado vinculado al ir y venir de las pasiones políticas de nuestros dirigentes.  La primera bandera nacional fue la misma que usaron las Provincias Unidas del Centro de América y fue la insignia patria desde 1823 a 1865. Esta primera bandera nacerá del acto de independencia de septiembre de 1821 sería el que usarían Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala.   

Cuentan las crónicas que si bien fue ideada por Manuel José Arce fueron su esposa María Felipa Aranzamendi y su hermana Manuela Antonia Arce quienes terminarían confeccionándola. Esta bandera será bicolor con tres barras horizontales: azul, blanco al centro, azul, con el escudo al centro de la barra blanca en forma de medallón con los cinco volcanes y los océanos que bañan a Centroamérica.

Pero si bien se tiene claro las intenciones ideológicas de nuestro pabellón nacional ¿cuál es el origen de sus colores? Adentremos en la siguiente hipótesis:

¿Cómo era la vestimenta de la época colonial y que pervivirá hasta bien entrada la república? Habían 3 clases sociales: los españoles y criollos que eran los hijos de españoles nacidos en América y que eran la elite política y económica pudiente; el clero, que incluía a sacerdotes, clérigos, misioneros, frailes y toda la jerarquía eclesiástica y finalmente la plebe o populacho, es decir el pueblo analfabeta y supersticioso. En los textos históricos los llaman ladinos, mulatos o mestizos. La moda colonial establecía cánones de vestimenta a estas castas así el casimir y seda de exportación europea era usanza de las elites originarias de España y criollas. Los trajes del clero igual se traían desde la metrópoli española.

¿Y para la plebe cual era la moda? Cabe hacer notar aquí un detalle que muy poco se ha historiado y que al estudiar la cultura de la cotidianidad colonial y hacer una analogía con la historia de la moda mundial podemos encontrar el material e indumentaria que más se utilizaba en El Salvador colonial, este era la manta y algodón que pasado por los telares como mecanismo de confección dio como resultado el pantalón y camisa típica que solemos ver en los grupos de danza folclórica de escuelas y colegios y que fue la ropa con que los conquistadores vistieron por la fuerza y bajo la exigencia del pudor cristiano a los indígenas. Los españoles se vieron escandalizados por la dejadez y desidia en que andaban con taparrabo y en ocasiones desnudos (obligados por el clima tropical propio de nuestras tierras) los pobladores precolombinos.  

Siendo la tela de uso diario y popular la manta blanca y volviéndose durante 300 años el añil el principal producto generador de riqueza en nuestro país teñir la manta blanca fue sin duda un avance en los estilos de moda colonial. Fue así que para los domingos, feriados o fiestas religiosas la plebe heredera de rituales y ceremonias con ropajes vistosos de los pueblos originarios y los afro descendientes que también poseían la cultura de la paleta de colores africano se volvió costumbre teñir con tinta de añil, el azul, la manta blanca.

Habrían sido una estampa muy común -los días del Divino Salvador del Mundo o el cumpleaños del Rey, fechas de fiesta popular en la colonia- ver las calles sansalvadoreñas alternadas en blanco manta y azul añil mezclarse presagiando esa moda popular los colores primarios de la futura estética visual de los símbolos patrios nacionales. La inexistencia de una variedad de colores en los telares de aquellos tiempos nos permite inferir que de los cuerpos del pueblo surgió el pabellón nacional.

La bandera conservadora    

La segunda se puede definir como la bandera conservadora, estaba inspirada en la insignia de barras y estrellas de los Estados Unidos fue el pabellón nacional desde 1865 hasta 1912 la decretó Francisco Dueñas y marca el inicio del sometimiento de las elites políticas salvadoreñas al imperio estadounidense. Si bien en Centroamérica no hubo guerra por la independencia de España los conflictos armados entre Estados hermanos y guerras civiles fueron la cultura política que terminó imponiéndose como forma de resolver las diferencias entre liberales y conservadores. Esta lucha ideológica incluso abarcó a los símbolos patrios. El punto más álgido de las pendencias internas salvadoreñas llegó a su clímax en las figuras del liberal Gerardo Barrios y el conservador Francisco Dueñas.

Que los conservadores derrocaran un gobierno liberal significaba renunciar a los ideales de la unión centroamericana que eran la característica del partido de Morazán y Barrios. Por eso también Dueñas se vio obligado a cambiar los símbolos que surgieron de septiembre de 1821. Y no se le ocurrió a Francisco Dueñas otra que diseñar y mandar confeccionar un pabellón nacional inspirado en la bandera azul, blanco, rojo  de los Estados Unidos de América. Decretó la bandera con cinco franjas azules y cuatro blancas horizontales. En el ángulo superior inmediato al asta un cuadro con nueve estrellas de cinco puntas representando los departamentos existentes en esos años.  

Los conservadores salvadoreños comprendieron que alineados con la potencia del norte, su caudillo Francisco Dueñas tendría un muro de contención que le permitía tener bajo control las conspiraciones de sus adversarios.

La bandera anti-imperialista

La tercera y última bandera salvadoreña surge de un sentimiento  antiimperialista está vigente desde 1912 y fue instaurada por Manuel Enrique Araujo. Explica Héctor Lindo Fuentes en su libro El Alborotador de Centroamérica qué motivó a estadounidenses a declarar Centroamérica su patio trasero estratégico. Fueron una serie de eventos que sucedieron en EE.UU. en 1848 habían invadido Mexico y obligado a cederles California y Texas, ocho años después se descubre la fiebre de oro en California. En 1898 la guerra hispano-estadounidense, EE.UU. le había quitado Cuba y Puerto Rico a España. Fue esta necesidad de llegar de la costa este a la oeste así como agilizar su flota de guerra desde de California hacia el Atlántico lo que hizo diseñar un canal inter-océanos cercano al territorio EE.UU.

Fue así como se eligió en 1899 a Nicaragua como el lugar ideal para construir un canal. Este anunció reavivó el sentimiento antiestadounidense entre los países centroamericanos que venía de la guerra nacional contra el filibustero yanqui William Walker en 1856. Los estadounidenses iniciaron una gira en la región para convencer a los gobiernos de que hacer el canal en Nicaragua iba resultar en un desarrollo económico para todos los ciudadanos de nuestros países. Pero no pudiendo convencer a los pueblos el gobierno de Nicaragua (antes de ser derrocado por EE.UU.) decide ya no seguir apoyando la idea del canal. Es así como el presidente Roosevelt se decide por Panamá. Estos años, decisivos para afianzar el imperio entre sus vecinos incrementó la injerencia estadounidense en la región y desarrolló en El Salvador un sentimiento anti imperialista. Ante esta realidad política el presidente Araujo tenía que hacer un gesto ante el pueblo, lo políticamente racional que pudiese hacer era acercarse al sentimiento popular y romper aunque sea de manera superficial con cualquier resquicio del imperialismo estadounidense en su política interna.

Cambiar por tercera vez la bandera nacional fue la mejor metáfora. Esta ahora sería similar a la que surgió del acto de independencia de 1821: dos franjas azules horizontales en la parte superior e inferior y una blanca en medio con el escudo nacional al centro. Autorizando sustituir en la bandera cuando no llevara el escudo nacional la frase: en plata, DIOS UNION LIBERTAD.

Corolario:

Esta bandera nacional aún es la oficial del Estado de El Salvador y en sus colores representa la manta y el añil con que vestía nuestro pueblo desde los tiempos coloniales hasta bien entrada la republica salvadoreña y en su parte ideológica refleja nuestra inquebrantable voluntad de unificación a lo que un día fueron los Estados Unidos Centroamericanos y de la cual nosotros los salvadoreños hasta nuestros días nunca abandonamos ese sueño de la gran patria centroamericana.   

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Marvin Aguilar
Marvin Aguilar
Analista político, historiador, colaborador y columnista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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