El Salvador ya celebra los comicios de las Elecciones Legislativas y Municipales con nuevos reportes de tiroteos, dejando un saldo de al menos dos asesinatos, tres personas lesionadas y de una amenaza de muerte. El brutal atentado fue perpetrado en horas de la noche, contra militantes del partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), la institución política de oposición que ha gobernado en el país durante las últimas dos décadas (2009-2018).
Detalles ampliados de testigos presenciales han reconstruido ésta escena, como un acto sangriento precedido de provocaciones, ultrajes y amenazas hacia los militantes y candidatos del círculo de oposición; y que habría sido perpetrado en medio de sus actividades proselitistas.
Con menor eco y resonancia, una amenaza de muerte fue denunciada, pública y judicialmente, por el magistrado efemelenísta del Tribunal Supremo Electora (TSE), Julio Olivo; mismos que, desde las elecciones presidenciales pasadas, ha sido severamente cuestionado, al oponerse a las acciones políticas del entonces movimiento social Nuevas Ideas.
Cabe destacar que ambos hechos han sido reiteradamente denunciados, y ampliamente mediatizados. Acusaciones que pretenden individualizar a los responsables suelen reducirse a que el crimen tiene como precedentes las disputas partidarias, que vinculan a simpatizantes del partido Nuevas Ideas y al presidente salvadoreño, Nayib Bukele. Otras acusaciones tienden a ampliarse aún más; y pretenden explicar el hecho como la respuesta a un disgusto generalizado que precede, principalmente, más a los fracasos que a los logros en la historia del partido.
Las pericias aún no han demostrado la relación directa del hecho con el partido de gobierno. Sin embargo, titulares efemelenistas insisten que el móvil tuvo razones políticas. Ésta última inclinación pretende responder a circunstancias identitarias: las víctimas estaban relacionadas con un partido que ha caído en un profundo descrédito popular, y que eran reconocidas por portar ropa, accesorios y banderas alusivas de esa agrupación partidaria.
La Muerte y las Tensiones Pre-Electorales
Los titulares del partido efemelenista también sostuvieron que el hecho de sangre no fue aislado de la tendencia delictiva que ha caracterizado los períodos pre-electorales.
La afirmación ha sido confirmada, en su mayor expresión, durante los años electorales de 2006, 2009 y 2015, en las gobernaciones presidenciales de Antonio (Tony) Saca, Mauricio Funes y Sánchez Cerén; superando, cada vez más, a las tasas de homicidios reportados aún después de la Firma de los Acuerdos de Paz, en 1992.
De manera inusual, pues, los asesinatos a titulares, militantes y referentes político partidarios han seguido ejecutándose. Prueba de ello, el asesinato de los diputados del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), Eduardo D’Aubuisson, William Pichinte y José González, junto al conductor de éste último, Gerardo Ramírez, cometidos en el año 2007.
Dos años después, las autoridades de seguridad pública reportaron el asesinato de dos militantes del partido FMLN, aún jóvenes de 21 y 23 años de edad, Yovani Morán y Aurelio Morán. Los detalles ampliados destacan que fueron ejecutados en el municipio de Apopa, mientras llevaban consigo banderas del partido de izquierda, para celebrar las elecciones presidenciales.
En 2016, se dio a conocer el asesinato del alcalde efemelenísta de Tepetitán, Guillermo Mejía; y en 2018, el del dirigente del Partido de Concertación Nacional (PCN), Ramón Orlando Kury. Las autoridades detallaron que el primero fue víctima de un ataque perpetrado por pandilleros; y el segundo, por los escoltas del político, y por un agente policial del 911.
Si bien, no todos los casos corresponden a los períodos electorales, tiempos en los que se reportó mayores tasas de homicidios, se podría decir que existe un pánico racional hacia miembros y simpatizantes de las instituciones políticas, que invade la incerteza de lo que podría o no pasar en las próximas elecciones.
El Nuevo Panorama Amenazador
Frente a éste convulso panorama electoral, otras formas de expresión del poder popular corren el riesgo de tener la misma suerte: El gremio de periodistas, el de mujeres, el de personas LGBT ; el de industriales y el de empresarios, todos ellos con poder de voz, incidencia y voto. Todos ellos, también, representados en la dicotomía de los que “quieren hacer historia” y de los “mismos de siempre”.
Los recientes asesinatos son emergentes, pues, de un clima polarizado entre el oficialismo y la oposición general de los partidos políticos que gobernaron el país durante las últimas décadas y el pasado siglo, y de otras fórmulas representativas de centro.
A la contienda se suman los partidos de Nuevas Ideas y Nuestro Tiempo, y al menos otras dos formulas no partidarias. También integra a dos nuevas ofertas de la Diversidad Sexual y Genérica, Erick Ortiz y Alejandra Menjívar, dos propuestas que desafían, aún, al oficialismo y a los sectores sociales más conservadores.
El nuevo clima de confrontación invade una profunda incerteza, en el que se disputan las aspiraciones, la moral y la integridad de los participantes a las elecciones del 28 de febrero.