sábado, 20 abril 2024
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Botemos la envidia

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Por Carlos F Imendia

Uno de los grandes males y defectos de la humanidad es la envidia, y desde tiempos antiguos se nos relata como en la Biblia, en el libro del  Génesis y el asesinato de Abel, por su hermano consanguíneo Caín,  al ver que su columna de humo de sus holocaustos era torcida y no recta y agradable a Dios como la de su hermano Abel, decidió  partirle su cabeza con una piedra y matarlo. Posiblemente el relato más antiguo de los signos terrenales de la envidia.

La envidia es y ha sido un obstáculo para el desarrollo y el crecimiento del hombre, discordia y cizaña que  crece y no permite avanzar ni que otros avancen, y se manifiesta en los ámbitos políticos, sociales y empresariales. La envidia impide que otros progresen y es un buen caldo para la pobreza, su aliado estratégico es el egoísmo.

Nosotros podemos darnos cuenta de que muchos no pueden ver ojos bonitos en cara ajena, o que el triunfo de otros es la desgracia para algunos. Y en algunos lugares como oficinas, colegios, universidades etc. Mientras más obstáculos pongas, la satisfacción personal es mejor, aunque en la práctica quienes lo hacen son unos miserables.

Si para actos buenos y solidarios muchas veces no sobresalen las geniales ideas, para la envidia y el egoísmo todo sale como anillo al dedo, corregido y aumentado. Por eso es que el progreso de. Nuestra nación es rústico y poco brillante, porque ya se culturizo este concepto en nuestra sociedad.

Ejemplos como cuando la Asamblea Legislativa le quería otorgar pensión vitalicia al más grande deportista de todos los tiempos: Jorge el Mágico González, no se hicieron esperar la crítica de envidiosos que osaron atrevidamente a compararse con el gran Mago. Y decir que por solo el hecho de tomar un bus a las cinco de la mañana e ir a trabajar merecían una remuneración, posturas ignorantes, alguien como el Mágico ¡No nacerá en doscientos años! Hay que ubicarse.

Ahora resulta que los envidiosos atacan nuevamente, no aceptan como salvadoreño al astronauta Frank Rubio, y en cuadro de honor de la envidia: Twitter,  unos decían que: “Es un gringo más”.

Pobres envidiosos y que Dios se ampara de ustedes, Frank es tan salvadoreño que manifestó: “Extrañaría las pupusas y el café al estar seis meses en órbita en la EEI”.

Un orgullo nacional como Alfa Karina Arrué, la conquistadora cuscatleca del Everest que también fue víctima de las dentelladas de los envidiosos que le decían que trabajara para poder costearse la expedición a Nepal, algo que cortas mentes no comprenden de lo que significa un patrocinio a una figura como Alfa, que de seguro ahorita muchas marcas se la pelean.

La falta de progreso de los pueblos se la debemos a la envidia, una vez supremos ese horroroso defecto social, vamos a avanzar y flotar a la par de las Naciones más maduras y solidarias de esta esfera que gira al rededor del Sol.

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Carlos F. Imendia
Carlos F. Imendia
Comunicador, publicista y mercadólogo salvadoreño; columnista y colaborador de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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