martes, 16 abril 2024
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Condenadas a la esperanza

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Sin nada que ganar ni nada que perder cantaba Gari (cantautor vasco) hace ya unos años, y así­ viven sus realidades la mayorí­a de mujeres en El Salvador. En el paí­s donde la vida apenas tiene valor, aún menor es el de las mujeres -y menor en situación de pobreza-.

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Sin nada que ganar ni nada que perder cantaba Gari (cantautor vasco) hace ya unos años, y así­ viven sus realidades la mayorí­a de mujeres en El Salvador. En el paí­s donde la vida apenas tiene valor, aún menor es el de las mujeres -y menor en situación de pobreza-.

Un grupo de vascas llegamos a colaborar por unos meses al paí­s, y así­ fuimos conociendo la problemática de la penalización del aborto que las mujeres salvadoreñas viven. Se nos han ido horas, dí­as, en los juzgados…y con ello emociones y lágrimas, pasando de la impotencia a la rabia, tensando la mandí­bula un poco más por minuto, hasta quedarnos sin uñas que morder. El caso de Evelyn fue el primero en atravesar nuestros cuerpos, y no pudimos rendirnos al silencio ante la injusticia que nuestros ojos y oí­dos evidenciaron en primera persona. Aquí­ la experiencia nos ha demostrado que las habladurí­as valen más que las pruebas y la ley, que las mentiras tienen lugar en los juzgados, y que la voz del poder tiene la potestad de terminar con la vida de las mujeres jóvenes.

En España en 1985 se promulgó la primera Ley sobre los Derechos Reproductivos de la Mujer (LO 9/85) que despenalizó parcialmente el aborto y supuso un muy beligerante debate social ya que se autorizaba el aborto inducido en tres supuestos: el terapéutico (relativo a la salud de la madre), el criminológico (en casos de violación) y – el eugenésico (malformaciones del feto). La legislación actual (LO 2/2010) permite a la mujer interrumpir su embarazo en las 14 primeras semanas sin la concurrencia de un supuesto de riesgo para la salud de la embarazada o del feto o bien la violación de la primera y sólo se exige que haya sido informada "sobre los derechos, prestaciones y ayudas públicas de apoyo a la maternidad" y que haya transcurrido un plazo de tres dí­as desde la información hasta la realización de la intervención. En el caso de "grave riesgo para la vida o la salud de la embarazada" sigue siendo necesario un dictamen de un médico distinto al que practica el aborto. En el supuesto de "riesgo de graves anomalí­as en el feto" o en el de "anomalí­as fetales incompatibles con la vida" es necesario un informe de dos especialistas. Si el supuesto se refiere a una "enfermedad extremadamente grave e incurable" lo tiene que confirmar un Comité Clí­nico. Por otro lado, la LO 2/2010 establecí­a que la decisión del aborto corresponde a la mujer a partir de los 16 años y solo la obligaba a informar de su propósito a uno de los representantes legales, padre o madre, excepto en los casos que dicha situación pudiera provocar "un conflicto grave" o peligro de "violencia intrafamiliar, amenazas, coacciones, malos tratos" o se produjera una "situación de desarraigo o desamparo", ello ha sido modificado en la Ley de 2015.

En septiembre de 2015 el conservador Partido Popular realizó la reforma de la ley de aborto, dirigido por el señor Gallardón. El Proyecto de la "Reforma Gallardón" se basaba en la ley del 1985 según la cual los derechos de la mujer no pueden prevalecer sobre los del no nacido. Uno de los puntos más discutidos, que acabó imponiéndose, era la necesidad del concurso del consentimiento paterno para la interrupción del embarazo para las menores entre 16 y 18 años, aunque se pudieran acoger a alguno de los supuestos previstos por la ley como son la violación, la malformación del feto o el riesgo grave de salud fí­sica de la mujer.

El anteproyecto de ley, que acabó siendo retirando por el PP y costó la dimisión del Ministro Sr. Ruiz Gallardón, eliminaba el "aborto libre" en un plazo de 14 semanas y limitaba los supuestos para abortar a dos: violación dentro de las 12 primeras semanas y riesgo para la salud psí­quica y fí­sica de la madre en las 22 primeras.

En esta tierra donde encarcelan a las mujeres por perder sus bebés se respira la misoginia. Poder. Poder los hombres que embarazan a las madres de estas jóvenes y nunca más vuelven a dar la cara; poder los acosadores que visten a estas niñas de palabras sucias desde pequeñitas en sus caminos a la escuela; poder los que las violan, y las amenazas de matar a sus madres para callarlas y evitar cualquier denuncia; poder el sistema que les roba el derecho a decidir, el que las condena por aborto, la influencia de la religión que las deja sin voz, la (in)justicia que convierte a estas mujeres en asesinas…

Tras la lectura de la ridí­cula sentencia que condenaba a Evelyn a 30 años de cárcel, nos echaron de la audiencia en lo que voceamos “¡Ahí­ tienen a todos los violadores sueltos!”, “¡Se necesitan otras juezas!”, “Evelyn sabemos que no fue así­, estamos contigo, vos no sos culpable de nada“. Salimos de la sala acompañando a su madre, que negaba la credibilidad de las palabras de la fiscalí­a, mientras la policí­a se llevaba a la jóven. Las entrañas gritaban el deseo de prender fuego al juzgado al salir, y afloraba así­ una agresividad oculta en cada una de nosotras. Dónde guardar estos sentimientos, cómo gestionarlos y apoderarnos de todos ellos ha sido el motor de nuestras acciones, llevándonos así­ a generar instrumentos para dar conocimiento sobre esta situación.

La mañana siguiente los nervios me sacaron de la cama, la ansiedad recorrí­a el incesable movimiento de piernas, mi cuerpo aún seguí­a revuelto. Humildes estudiantes, jóvenes prendidas en rabia, sedientas de revolución. Un “Si no lo hacemos nosotras, el mundo no sabrá de esto” nos convenció, dejamos de lado el mecanismo de control denominado vergí¼enza y nos propusimos poner voz a Evelyn y a las otras 20 mujeres que como ella están injustamente presas. La esperanza prevalece en ellas, ya que hay algunas que ya salieron y miles de personas de su lado en las calles. Si Las17y+ no han perdido la esperanza enjauladas en el sistema que las mantiene mudas, tampoco lo haremos nosotras, no nos callarán!

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El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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